He ahí tu hijo… he ahí tu madre
7 abril, 2020Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
9 abril, 2020Vivimos en tiempos turbulentos, pero los cristianos tenemos un consuelo: la resurrección, ascensión y segunda venida de nuestro Señor Jesús. Y quien es consolado, puede dar un suspiro de alivio. Una evidencia de esto es la piedra removida del sepulcro vacío del Señor.
Mateo 28:2-5 cuenta: “Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: no temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado”.
Ningún poder del mundo, visible o invisible, era capaz de evitar que el Señor Jesús resucitara de la muerte.
El plan de Dios, comunicado por el ángel, tenía supremacía sobre las decisiones de los líderes religiosos judíos, sobre el ejército romano, bajo el mandato de Pilato, y sobre el poder mundano del César. Por esta razón, mientras el ángel se sentaba sobre la piedra removida, los soldados yacían como muertos.
El ángel no preguntó a Pilato: “¿sería tan amable de retirar a los guardias para que yo pueda trabajar sin interrupción?”. Ningún poder se puede comparar con el poder de Dios.
¿Cuáles son las “piedras de preocupaciones”, los “bloques de temor”, las “placas de hormigón de nuestros fastidios”, las “rocas de tormento” o las “cordilleras de eventos mundiales” capaces de compararse con él?
Alguien dijo: “La muerte siempre ha sido fatalmente peligrosa. En medio de la vida estamos rodeados por ella. La muerte siempre es peligrosa, pero desde la resurrección de Jesús, es la muerte la que está en peligro”.
“No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado”. Quien busca a Jesús, tiene de su lado al más poderoso. Corrie ten Boom escribió: “El amor de un Redentor moribundo, el poder de un Redentor resucitado, la oración de un Redentor ascendido al cielo y la gloria de un Redentor que regresará, pueden ser el consuelo y el gozo de tu corazón”.
Norbert Lieth