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Autor: William MacDonald

Un enfoque claro sobre algunas de las principales enseñanzas de la Biblia: ley y gracia, venidas de Cristo, Israel y la Iglesia, expiación, dos naturalezas, y más.


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PE2422- Estudio Bíblico
¿Cuál es la diferencia? (7ª parte)


 


¿Qué tal, amigos? Hoy quisiera invitarlos a tener primeramente unas palabras sobre Israel y la Iglesia. Probablemente deberíamos ampliar este título para que dijera “Las naciones gentiles, Israel, y la Iglesia”. Y esto lo digo porque el Nuevo Testamento divide a toda la humanidad en estas tres categorías. Por ejemplo, Pablo dice en 1 Corintios 10:32: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios”. Asimismo, él distinguía señalando a los judíos como “la circuncisión hecha con mano”, a los gentiles como “la incircuncisión”, y a la Iglesia como “la circuncisión no hecha con manos”.

A fin de poder mostrar la importancia de saber diferenciar entre la Iglesia e Israel, deberíamos mencionar que hay personas que enseñan que la Iglesia es meramente una extensión o una proyección de Israel. Dicen: “Dios ha tenido una Iglesia con una continuidad a lo largo de los siglos. Israel era la Iglesia en el Antiguo Testamento, pero cuando el pueblo rechazó al Mesías, Dios les rechazó a ellos para siempre. No existe ningún futuro nacional para Israel. La Iglesia del Nuevo Testamento ha llegado a ser ahora el Israel de Dios, y todas las promesas hechas nacionalmente a Israel tienen su cumplimiento espiritual en la Iglesia”. Amigo, según lo que leemos en la Biblia entendemos que ella enseña otra línea de pensamiento: que Israel y la Iglesia son diferentes en origen, carácter, responsabilidad y destino. Cuando Israel rechazó al Señor Jesús como su Mesías, Dios echó a Israel temporalmente a un lado. Entonces introdujo algo completamente nuevo: la Iglesia. Cuando Su programa para la Iglesia sobre la tierra haya llegado a su término, Él volverá a asumir Sus tratos con Israel. Así que la Iglesia ha sido introducida como un paréntesis durante la interrupción de las relaciones de Dios con Israel, Su pueblo antiguo.

Las diferencias entre la Iglesia e Israel pueden verse en el siguiente conjunto de contrastes: Primeramente, en Efesios Pablo habla de la Iglesia como un misterio “que en otras generaciones no fue dado a conocer a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles, y profetas por el Espíritu”, un misterio que estaba escondido desde los siglos en Dios. Sin embargo, de Israel nunca se habla como de un misterio. En segundo lugar, la iglesia empezó en Pentecostés cuando fue dado el Espíritu Santo (momento registrado en Hechos capítulo 2). En cambio, la nación de Israel empezó con la llamada de Abraham en Génesis 12.

Asimismo, Cristo es la Cabeza de la Iglesia, y la membresía en este caso es mediante el nacimiento espiritual. En el caso de Israel la cabeza es Abraham y la membresía es por el nacimiento natural.

En cuarto lugar, vemos que Israel era el pueblo terrenal escogido por Dios. Sus bendiciones eran principalmente materiales en lugares terrenales. La ciudadanía de los israelitas era terrenal y su esperanza principal era el reino terrenal del Mesías. La Iglesia es el pueblo celestial de Dios, cuyas bendiciones son bendiciones espirituales en lugares celestiales. La ciudadanía de los cristianos es celestial y la esperanza de la Iglesia es estar con Cristo en el cielo.

Por otro lado, en la Iglesia, los creyentes judíos y gentiles son hechos uno en Cristo. Llegan a ser coherederos, y miembros juntamente del cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo por el evangelio. En Cristo, la pared intermedia de separación entre el judío y el gentil es derribada, y ambos son hechos uno. Pero según la perspectiva de Israel esto no sucede: para ellos los gentiles están “sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”.

Otra diferencia es que en la Iglesia todos los creyentes son sacerdotes, y como tales tienen acceso a la presencia de Dios por la fe en cualquier momento. En Israel los sacerdotes eran elegidos de la tribu de Leví y de la familia de Aarón, solamente una vez al año. Como última distinción cabe señalar que la Iglesia será tomada al hogar en el arrebatamiento, y entonces volverá con Cristo y reinará con Él sobre la tierra durante el Milenio. Mientras tanto, el Israel redimido serán los súbditos de Cristo cuando Él reine.

Se podrían señalar muchos más contrastes entre la Iglesia e Israel, pero las que le he dado, amigo, deberían ser suficientes para comprender que la Iglesia ocupa un lugar único en los planes y propósitos de Dios, y que no debe ser confundida con Israel. Uno de los pasajes de las Escrituras en los que se acostumbra a confundir entre Israel y la Iglesia es el discurso sobre el monte de los Olivos, que se halla en Mateo capítulos 23 al 25. Este pasaje se refiere a Israel, no a la Iglesia. Describe condiciones anteriores e incluye el retorno de Cristo como Rey. Nótese qué dice en el 24:16: “Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes”; la localidad es evidentemente judía. Y en el versículo 20 leemos: “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado”. El sábado nunca fue dado a la Iglesia, solamente a Israel. Los elegidos mencionados en el versículo 22 son los judíos elegidos por Dios. La venida de Cristo descrita en el versículo 30 no es Su venida en el aire a por Su Iglesia, sino Su venida a la tierra como Rey de Israel.

Para concluir con esta parte quisiera considerar dos de los argumentos más utilizados para demostrar erradamente que la Iglesia es lo mismo que Israel: El primero se enfoca en Hechos 7:38, donde Israel es llamado “la iglesia en el desierto”. Pero tenemos que darnos cuenta de que la palabra “iglesia” significa simplemente una asamblea o congregación de personas. Se utiliza esta misma palabra para designar una asamblea pagana en Éfeso. El segundo argumento se enfoca en Gálatas 6:16, donde Pablo dice: “Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios”. Se utiliza la expresión “el Israel de Dios” para afirmar que todos los creyentes constituyen “el Israel de Dios”. Pero creemos que esto es una mala interpretación. Cuando Pablo dice “paz y misericordia sea a ellos” se está refiriendo a los creyentes. Pero con las palabras “el Israel de Dios” Pablo señala en particular a aquellos creyentes de origen judío que andan conforme a la regla de la nueva creación y no según la regla de la ley.

Por otra parte, querido oyente, también sería bueno que aprendiéramos a distinguir entre la Iglesia y el Reino de los cielos. En la cristiandad en general se toman la Iglesia y el reino como sinónimos. Pero el no hacer distinción entre ellos lleva a serios problemas tanto en la doctrina como en la práctica. Sobre la Iglesia ya hemos dicho sus principales características: Cristo es su Cabeza y todos los creyentes son miembros. Las distinciones de raza, posición social, y sexo, quedan abolidas en Cristo; todos vienen a ser uno en Él. La Iglesia empezó en Pentecostés y será completada en el Arrebatamiento o Rapto. Se habla de ella como un solo cuerpo y esposa de Cristo, y está destinada a reinar con Él en Su reino y a compartir eternamente Su gloria.

Pero, ¿qué sucede con el Reino de los cielos? El Reino de los cielos constituye la esfera en la que se reconoce el gobierno de Dios. La palabra cielos se utiliza figuradamente para denotar a Dios; esto se ve claramente en Daniel 4:25, 26. En el versículo 25, Daniel dice que el Altísimo gobierna el reino de los hombres. En el siguiente versículo dice que “el cielo gobierna”. Así, el Reino de los cielos anuncia el dominio de Dios, que existe allí donde los hombres se someten a este gobierno. Hay dos aspectos del reino de los cielos. El aspecto más amplio incluye a todo aquel que simplemente profesa reconocer a Dios como el Supremo Gobernante. Pero en su aspecto interno incluye solamente a las personas que han sido convertidas de una manera genuina.

Mediante una comparación con todas las referencias bíblicas al Reino podemos seguir su desarrollo histórico en cinco fases: primeramente, el Reino fue profetizado en el Antiguo Testamento. Daniel predijo que Dios establecería un reino que nunca sería destruido y que nunca cedería Su soberanía a ningún otro pueblo; también previó la venida de Cristo y Su reino universal y eterno. En segundo lugar, el reino es descrito como estando cerca y presente en la Persona del Rey.

Primero, Juan el Bautista, después, Jesús, y, segundo, los discípulos anunciaron que el reino estaba cerca. En tercer lugar, el reino es descrito como estando en una forma provisional: después de ser rechazado por la nación de Israel, el Rey volvió al cielo. El reino existe hoy en los corazones de aquellos que reconocen Su condición de rey mientras que Él está ausente. Esta fase provisional del reino queda descrita en las parábolas de Mateo 13. La cuarta fase del reino es su manifestación. Ésta es el reino literal, milenario, de Cristo sobre la tierra. Tuvo su prefiguración en el Monte de la Transfiguración, cuando el Señor fue visto en “la gloria de Su reino venidero”. La quinta y final forma será el reino eterno. Éste es descrito en 2 Pedro 1:11 como “el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.

Para ir concluyendo, amigo, podríamos resumir la distinción entre el Reino y la Iglesia de la siguiente manera: el Reino empezó cuando Cristo inició Su ministerio público; la Iglesia empezó el día de Pentecostés. El reino continuará sobre la tierra hasta que ésta sea destruida; la Iglesia continuará sobre la tierra solamente hasta el Arrebatamiento, y luego volverá con Cristo en Su Segunda Venida a reinar con Él como Su Esposa. El único aspecto en el que Iglesia y Reino se solapan, es que en el presente las personas que se encuentran en el reino en su realidad verdadera, interna, se hallan también en la Iglesia. Querido oyente: ¿Se encuentra usted viviendo en el Reino y formando parte de la Iglesia? ¡Quiera Dios que sea así!


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