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Marianne Rauter, una mujer de 86 años sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial nos cuenta su testimonio. Marianne conoció al Señor en un campo de refugiados de Dinamarca y nos cuenta acerca de cómo vivió la Guerra, cómo llegó a Uruguay y cómo ha sido su vida desde entonces. Aunque ha vivido muchas dificultades, Marianne vive con el gozo del Señor, dando gloria a Dios por su gracia. No te pierdas de conocer más sobre su historia conmovedora


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EA0990 – Entre Amigas –
Una vida para la gloria de Dios – Parte 1



Entrevista a Marianne Rauter

Laura: Bienvenidas, amigas, a un nuevo programa de Entre Amigas. Hoy nos encontramos con Marianne Rauter, quien tiene 86 años y ha vivido una larga vida de servicio al Señor. Hoy la tenemos con nosotros y te agradecemos mucho, Marianne, por acompañarnos en este programa y que te hayas prestado para contarnos un poco acerca de tu vida, de tu testimonio, y de todo lo que el Señor ha hecho a lo largo de los años en los que te has dedicado a servirle. Queríamos empezar hablando de cómo fue que conociste al Señor, cómo fue que el evangelio llegó a tu vida.

Marianne: Bueno, tendría que volver muy atrás, a mi niñez. En mi casa eran evangélicos, había una Biblia pero no se leía y tampoco se iba a la iglesia. Así que de mi casa no recibí realmente instrucción. Solo en la escuela nos contaban a veces historias bíblicas, pero eso fue todo. Mi niñez fue durante la Segunda Guerra Mundial, y nosotros vivíamos cerca de la frontera con Rusia donde había mucho peligro de bombardeo. Iban invadiendo nuestra zona y tuvimos que huir de allí. Eso me llevó a clamar a Dios para que me ayudara a no tener miedo, porque era tremenda la situación. Mi papá había sido llevado al servicio militar y estábamos solos con mi mamá y con los peones en una granja. Ella tenía que dirigir todo, y no era fácil para ella. Por eso yo oraba siempre por ella y por mi papá, para que Dios lo guiara en la guerra.

Laura: Tú nos contabas que en esos momentos orabas y le pedías a Dios que Él ayudara a tu familia, que Él los ayudara en medio de la guerra. ¿En ese momento tu familia ya conocía a Jesucristo? ¿O solamente había una idea de Dios pero todavía no conocían el evangelio?

Marianne: Mi familia conocía la Biblia, pero no tenían una experiencia de salvación con Cristo. Mi mamá se entregó a Cristo después de muchos años, cuando ya estaba casi por partir, ahí se entregó al Señor con Úrsula. Pero en mi casa no, el evangelio claro de cómo ser salvo no se explicaba. Mi mamá oraba todas las noches con nosotros, teníamos en alemán oraciones de niños para la noche, que son muy lindas pero se hacen como un rito.

Llegó un momento en el que el ejército ruso iba entrando y era obligación salir, todo el pueblo tenía que salir. Me acuerdo de que mi mamá cargaba grandes carros de heno, intentaba llevar todo lo que podía, y salimos hacia el oeste, hacia el occidente de Alemania, pero nunca llegamos allí. Cuando estábamos cerca de Prusia, del oeste, tomamos un barco que nos dejó en Dinamarca. Dinamarca estaba ocupado por Alemania pacíficamente y allí habían puesto grandes campamentos de refugiados que habían sido de los soldados previamente. Allí había un enorme cine de los soldados que después lo dedicaron para predicar la Palabra de Dios. Fue allí donde conocí el evangelio. El cine se llenaba, tenían que hacer dos reuniones, había mucha hambre por la Palabra porque todos habíamos dejado atrás nuestras casas, nuestras cosas, la vida tranquila, y todos buscábamos a Dios. Vino un evangelista de Alemania que predicó con mucha fuerza, y él no podía atender a todos los que querían entregar se al Señor, entonces el pastor de ese campamento, que vivía en una barraca, era el que aconsejaba y ayudaba a todas las personas que querían entregarse a Jesucristo. Yo sabía que era muy pecadora y me sentía muy vil, quería ser libre de mis pecados, quería ser perdonada, quería tener paz con Dios, el perdón de mis pecados. Así que me levanté, fui derechito a la casa, y entré. Ya había gente esperando para hablar con el pastor, gente que quería entregarse a Cristo. Vivíamos en una situación que realmente fue muy preparada por el Señor para que lo buscáramos a Él. Cuando llegó mi turno el pastor me dedicó mucho tiempo y me ayudó a entregarme a Dios. Ahí nací como una nueva criatura, gracias a Dios.

Laura: Una nueva Marianne. Tú sos alemana, nacida en Alemania, y tu familia estaba allá en medio de la guerra. ¿Cómo fue que llegaste a Uruguay y con quién llegaste?

Marianne: Bueno, eso es interesante. Los hermanos en Alemania ayudaron mucho a los creyentes a poder emigrar a Estados Unidos. Cuando se enteraron de que nosotros éramos refugiados querían ayudarnos de cualquier forma, entonces se organizó un viaje para el Paraguay, porque allá había colonias menonitas alemanas. A nuestra casa no podíamos volver porque ya se habían instalado los rusos allí, así que éramos refugiados. Cuando se abrieron las puertas para ir al Paraguay mi mamá se inscribió y ahí salimos, en el 1948, rumbo a Paraguay. Pero cuando estábamos pasando cerca de Montevideo, unos días antes, por un cable con el cónsul nos dijeron que a 700 personas de nuestro grupo, éramos 2000, nos permitían quedarnos en Montevideo. Así que bajamos aquí en lugar de seguir hasta Paraguay. Así llegamos a este país maravilloso de paz, de tranquilidad. Gracias a Dios que nos trajo para acá, porque vivir en tiempos de guerra es muy difícil. Me acuerdo de que cuando estábamos alojados en Dinamarca pasó un avión justo por encima del campamento, y me vino un terror tan grande, yo pensaba “otra vez guerra, otra vez guerra”. Resultó ser un avión comercial.

Laura: Tú nos mencionaste hace unos momentos sobre el momento en el que se convirtió tu mamá, que se convirtió con Úrsula. Vamos a contarle a las personas que nos escuchan quién es Úrsula. Úrsula es otra misionera que también es alemana y que ya tiene 92 años. Ella también vino de Alemania en su momento. ¿Ustedes se conocieron acá, en Uruguay? ¿O ya se conocían desde antes?

Marianne: Nos conocimos un poquito en el barco, porque viajamos en el mismo barco.

Laura: ¿Viajaron juntas?

Marianne: Sí, y bajamos aquí juntas. El pastor ya había arreglado un alojamiento para nosotros en Colonia del Sacramento. Tenían ya pronto un ómnibus para llevarnos a Colonia, y ahí fuimos juntas, con Úrsula, del barco al ómnibus hacia Colonia. Alquilaron un club de pesca donde dormíamos sobre paja, y Úrsula dormía al lado mío. Todas las noches antes de dormir se apagaban las luces y había una lectura de la Biblia y oración. Fue un tiempo realmente especial.

Laura: Marianne, me imagino que haber conocido al Señor y haber entendido el evangelio de Jesucristo, que es esperanza en medio de cualquier momento, sin importar lo que estamos viviendo, debe de haber sido de mucha fortaleza para ustedes.

Marianne: Sí. Lo que me mucha ayuda, de mucha bendición, fue que en el barco la mayoría eran menonitas cristianos que habían escapado de Rusia y que habían sufrido mucho por la fe. Entre ellos había un maestro de la Biblia que inició un instituto bíblico todas las mañanas en el que enseñaba por horas, y podía ir todo el que quisiera. Allí yo recibía el alimento a montones, recién convertida, y bien preparada para aplicar todo al bajar del barco. Durante 21 días todas las mañanas estuvimos con él estudiando la Palabra de Dios. Después él y otros pastores hacían reuniones en diferentes partes del barco todos los domingos. Fue realmente un viaje muy bendecido, porque eran 2000 y la mayoría eran creyentes.

Laura: Qué lindo. Ya estando aquí, en Uruguay, tu vida podríamos decir que a ojos humanos no ha sido una vida sencilla, no ha sido nada fácil, sino que ha habido grandes crisis. Creo que algo que nos impacta a todos los que te conocemos, a los que te rodeamos, es que siempre tenés una sonrisa, siempre tenés el gozo del Señor. Tenés muchos recuerdos tristes pero siempre nos estás mostrando el gozo de tener a Cristo. Creo que eso es algo que nos impacta a todos. Me gustaría que nos cuentes un poco sobre cómo ha sido esa vida, qué cosas te han pasado, y cómo el Señor te ha sostenido en medio de toda esa historia.

Marianne: Sí, los primeros años no fueron fáciles porque no teníamos en dónde vivir. Yo vine de Colonia para Montevideo porque aquí había más trabajo, y como todavía no sabía bien el idioma lo único que podía hacer era ser empleada en una casa. Aun así mantuve el contacto y nos reuníamos con Úrsula a escuchar la Palabra. Tuvimos muy lindos tiempos y muy lindas clases bíblicas en las que recibimos la Palabra, hasta que se compró la casa en la que se construyó Templo Calvario, la iglesia a la que empezamos a ir. Dios me dio una casa a dos cuadras de la iglesia, así que no tenía excusa para no ir. Cuando se abrió el primer instituto bíblico acá en Montevideo, Úrsula y yo entramos para prepararnos para servir al Señor, y fue una gran bendición.

Laura: Qué lindo, Marianne. Comento que Templo Calvario es la iglesia donde te has congregado desde el principio, como nos contabas.

Marianne: Sí, en los años 60 fue terminada la construcción e inaugurada la iglesia.

Laura: Marianne, quisiera que nos cuentes un poco acerca de tu familia, de cuántos hijos tenés, de cómo hiciste para criarlos y para salir adelante con ellos también, y para encontrar fuerza en el Señor para sostener a tu familia y ayudar a tus hijos, porque nunca es fácil ser mamá, pero con el Señor siempre se puede.

Marianne: No es fácil y menos sola, porque mi esposo con el tiempo dejó al Señor. Casi nunca lo veía orar en casa o leer la Biblia, y después empezó a tomar y dejó de ir a la iglesia. Un tiempo después me dejó sola con mis tres hijos, cuando tenían 11, 13 y 15 años. Eso no fue nada fácil, pero la gracia de Dios fue muy grande, Él me ha sostenido durante todos estos años y gracias a Él todos mis hijos están en los caminos del Señor. Mi hijo está en España, en Barcelona, mi hija más chica está en Buenos Aires, y solamente tengo a Elizabeth, mi otra hija cerca. Pero Dios es fiel, porque no hay bendición más grande que nuestros hijos sean salvos, que estén en los brazos del Señor y que caminen sus caminos.

Laura: Qué importante, Marianne, esto que nos estás contando, porque a veces uno puede pensar que si seguimos a Dios, si seguimos el evangelio y si hemos creído en Jesucristo, podríamos esperar que todas las cosas fueran sencillas, que fueran más fáciles o que todas las cosas nos salieran como se supone que deben de salir. Sin embargo, no es así. el Señor a veces permite cosas que no podemos entender, situaciones que no tienen explicación humana.

Marianne: Sí, ¿por qué Dios permitió que me casara con un hombre que no era verdaderamente creyente? No lo sé.

Laura: Son cosas que no tienen explicación humana, pero que nos permiten darle más gloria a Dios en nuestras vidas. Porque ahora miramos una vida como la tuya y vemos que el que realmente se lleva la gloria de todo esto es Dios, no fuiste tú en tus fuerzas, no fuiste tú en tu sabiduría sino que fue Dios.

Marianne: Fue la gracia de Dios. Eso resume todo mi testimonio, es por la gracia de Dios que soy lo que soy y que estoy en donde estoy. Solo por su gracia y por su misericordia, que es muy grande.

Laura: Marianne, hay mucho más para contar de tu historia pero vamos a dejar la otra parte de tu historia para contarla en la próxima edición de Entre Amigas, así que muchas gracias por este tiempo compartido y en la próxima edición vamos a seguir compartiendo el resto de tu testimonio, porque queda todavía bastante para contar. Gracias, Marianne.

Marianne: Gracias a ustedes por la oportunidad que me dan para que sea para gloria de Dios.

Laura: Amigas, las esperamos en el próximo programa. ¡No se lo pierdan!

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