Razones para creer (14ª parte)

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Autor: Philip Nunn

Estamos evaluando la coherencia de la cosmovisión cristiana desde una perspectiva posmoderna. Exploramos las respuestas que ofrece la cosmovisión cristiana a algunos temas esenciales: el sufrimiento, la identidad, la justicia y la sociedad.


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PE2579 – Estudio Bíblico
Razones para creer (14ª parte)



El cristianismo tiene sentido y es existencialmente satisfactorio

¿Qué tal, amigo? En los últimos programas hemos estado conversando sobre la cosmovisión cristiana y su abordaje sobre temas como el sufrimiento, la identidad y la justica. Hoy quisiera que me acompañe a ver un nuevo tema, que es el de la sociedad. Muchos hoy en día se preguntan: ¿Es beneficiosa la cosmovisión cristiana para la sociedad? A través de los años he visto cómo la confianza personal en Jesucristo ha cambiado las vidas de personas, familias y comunidades. Hace algunos años encontré un artículo en el periódico británico “The Times”, titulado de la siguiente manera: “Como ateo, creo que África necesita a Dios”. Y él subtítulo expresaba: “Los misioneros, no la ayuda económica, son la solución para el mayor problema del África: la abrumadora pasividad en la mentalidad de la gente”. Matthew Parris, siendo ateo, no apoya lo que el cristianismo afirma como verdad, pero está positivamente impresionado con los beneficios sociales que trae la cosmovisión cristiana.

A su regreso a África después de 45 años, escribió de la siguiente manera: “Viajar a Malaui reavivó también otra convicción: una que he tratado de ahuyentar toda mi vida, pero que es una observación que he sido incapaz de olvidar desde mi niñez en África. Desbarata mis creencias ideológicas, se rehúsa obstinadamente a encajar en mi cosmovisión y avergüenza mi creciente creencia de que no hay Dios. A pesar de que me defino explícitamente como ateo, me he convencido de la enorme contribución que es el evangelio cristiano para el continente africano, claramente distinta del trabajo de las ONG seculares, de los proyectos gubernamentales y de las acciones de ayuda internacionales. Estas por sí solas no son suficientes. En África el cristianismo está cambiando los corazones de las personas. Trae consigo una transformación espiritual. El nuevo nacimiento es real. El cambio es bueno”.

Pero Parris no siempre tuvo esta opinión. Él lo expresa así: “Yo solía evitar esta verdad al aplaudir, donde fuera posible, meramente el trabajo práctico de las iglesias misioneras en África. Es una lástima, pensaba yo, que la salvación sea parte del paquete, pero es un hecho que los cristianos blancos y negros que trabajan en África sanan a los enfermos y enseñan a las personas a leer y a escribir; y solamente el más acérrimo secularista podría ver un hospital o un colegio misionero y decir que el mundo estaría mejor sin ellos. Estaría dispuesto a admitir la fe si realmente fuera imprescindible para motivar a los misioneros a ayudar, pero lo que valdría sería la ayuda, no la fe. Sin embargo, mi manera de pensar no concordaba con los hechos. La fe hace más que solamente motivar al misionero; la fe también es transferida a su rebaño. Este es el efecto que tanto importa, y que simplemente no puedo evitar observar”.

La cosmovisión cristiana sí “funciona”. Parris observó cómo el cristianismo da valor, fortaleza y dignidad al ser humano: “En la ciudad había obreros africanos que trabajaban con nosotros, los cuales se habían convertido y eran creyentes fervorosos. Los cristianos siempre eran diferentes. De ninguna manera daban la impresión de tener una fe que los intimidara o los limitara, sino que al contrario, su fe parecía haberlos liberado y relajado. Había en ellos entusiasmo, curiosidad, compromiso con el mundo, franqueza en su trato con los demás, cosas que parecían faltar en la vida africana tradicional. Ellos se paraban con la cabeza en alto, con dignidad”.

¡Este es sin dudas un magnífico testimonio! Ahora, es cierto que comparar cosmovisiones es una tarea delicada. Los filósofos, que se ocupan de evaluar y comparar cosmovisiones, a veces miden la solidez de una cosmovisión examinando sus respuestas en tres grandes áreas: la primera es la objetividad (si la cosmovisión es coherente con la realidad material e histórica), la segunda es la subjetividad (si es personalmente enriquecedora y satisfactoria) y la tercera es la intersubjetividad (si es útil para promover una sociedad justa y sana).

Encuentro que las respuestas de la cosmovisión cristiana en estas tres áreas son positivas, constructivas y sólidas. En programas anteriores examinamos el área “objetiva” y demostramos que la fe cristiana concuerda con la realidad física e histórica. También hemos inspeccionado las otras dos áreas. Por eso, amigo, al mirar las respuestas que la cosmovisión cristiana da a algunas de las grandes preguntas de la vida, podemos concluir que la fe cristiana es personalmente enriquecedora y satisfactoria y que, cuando el cristianismo se vive de manera adecuada, construye una sociedad justa, solidaria y sana. ¡Qué bueno sería, mi amigo, que si aún no lo ha hecho usted pueda abrir su mente y su corazón para aceptar y comprender esto que hemos conversado!

En este punto usted quizás me pueda pregunte, “bueno, pero ¿está Dios de alguna manera todavía involucrado en los asuntos humanos hoy en día?”. Si usted ha elegido creer que no existe ningún “mundo espiritual” y que los milagros por definición no pueden ocurrir, está cerrado a cualquier experiencia con Dios. Se verá obligado a encontrar una explicación natural a todo lo que observa. Y si no existe ningún modelo natural para explicar cómo Jesús caminó sobre el agua, cómo una mujer fue liberada de un demonio que la atormentaba o cómo Lázaro regresó de entre los muertos, tendrá que concluir que nunca pasó o que algún día, a medida que la ciencia avance, se hallará una explicación natural para estos “supuestos milagros”. Pero si usted ha elegido ponerse del lado de aquellos que creen que existe un Dios personal, entonces su mente está abierta a la posibilidad de que Dios intervenga de vez en cuando de forma natural o sobrenatural, también hoy en día, e incluso donde usted vive.

Philip Nunn, el autor de estos estudios, se encontró por primera vez con personas atormentadas o poseídas por demonios en Colombia, hace más o menos 20 años. Los síntomas eran muy similares a los descritos en los relatos del Nuevo Testamento. La Biblia no describe a los demonios como “malos pensamientos” o “ideas”, sino como “seres espirituales” tenaces, malos, con voluntad propia y capaces de hacerse notar en nuestro mundo físico. Su meta es engañar, atormentar e influenciar a la humanidad para que se aparte de Dios. En pocas palabras, “hurtar y matar y destruir”, como dice la Biblia en Juan 10:10. En esos primeros años en Colombia Nunn también aprendió que el “nombre de Jesús” tiene autoridad en este mundo espiritual, tal como lo tenía en los días cuando se escribía la Biblia (comp. Hechos 19:13). Cuando invocaban el nombre de Jesús, a menudo algo ocurría. Las reiteradas experiencias “extrañas” abrieron los ojos de Nunn a la realidad del “mundo espiritual” actual. Se sentía como alguien que había leído, entendido y creído la teoría de las ondas electromagnéticas y luego, por primera vez, encendía la radio y comenzaba a oír voces y música. La experiencia personal y subjetiva de escuchar el sonido de una radio hizo que ese “mundo electromagnético” se volviera real y cobrara vida.

En el poderoso nombre de Jesucristo, muchos están siendo liberados hoy en día. Y esta es tan solo una de las áreas donde podemos ver a Dios obrando en el presente. ¿Dónde más podemos esperar ver la intervención de Dios hoy en día? Acompáñeme en el próximo programa para responder esta pregunta y seguir confirmando que Dios obra todavía en nuestros días.

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