La Cruz y el fin de los tiempos (2ª parte)

La Cruz y el fin de los tiempos (1ª parte)
8 diciembre, 2020
La Cruz y el fin de los tiempos (3ª parte)
8 diciembre, 2020
La Cruz y el fin de los tiempos (1ª parte)
8 diciembre, 2020
La Cruz y el fin de los tiempos (3ª parte)
8 diciembre, 2020

Autor: René Malgo

¿Qué tiene que ver con nosotros la muerte de Jesús en la cruz? Es hermoso y bueno que Dios se haya humillado a sí mismo de esta forma. ¿Pero qué nos aporta a nosotros su humillante sacrificio? ¿Es simplemente un bello ejemplo? Se trata de mucho más.


DESCARGARLO AQUÍ
PE2634 – Estudio Bíblico
La Cruz y el fin de los tiempos (2ª parte)



Amigo, el programa pasado vimos que cuando Dios se hizo hombre en Jesucristo, revolucionó todas las ideas de poder y de gloria. Nuestro Señor mostró su poder divino y soberanía dejando de lado a aquellos que se consideraban espiritualmente sanos y buenos, y yendo hacia aquellos que eran despreciados. ¿Y después? Después este Dios hecho hombre, que de manera consciente y determinada se ocupó de los despreciados, de los pobres y de los oprimidos de Israel, se dejó arrestar, acusar, calumniar, torturar y clavar en la cruz del Gólgota. Y es precisamente allí donde conocemos a Dios.

¿Quiere usted saber cómo es Dios? ¿Quiere saber si Dios le ama? Entonces vaya al pesebre y a la cruz, porque allí comprenderá quién es Dios realmente. Sí, amigo; el santísimo y glorioso Dios es inaccesible e inconcebible para nosotros, pero se hizo accesible y concebible al manifestarse en Su Hijo Jesucristo. Dios se humilló a sí mismo y vino a nosotros en nuestra suciedad. Él cumplió la profecía del Antiguo Pacto de una manera sorprendente. Trajo el fin de los tiempos de una manera asombrosa porque “estas cosas fueron escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”.

Ahora usted podría preguntarse, ¿qué tiene que ver todo esto con nosotros? Es hermoso y bueno que Dios se haya humillado a sí mismo de esta forma. ¿Pero qué nos aporta a nosotros? ¿Es simplemente un bello ejemplo? Déjeme decirle que no, amigo. Se trata de mucho más. En la cruz sucedió algo que es realmente una buena noticia para los pobres, luz para los ciegos y libertad para los cautivos y los oprimidos. No es que Jesucristo simplemente murió. Tampoco fue un error en el plan de Dios. Era su meta, quería morir por nosotros. Llevó sobre sí nuestros pecados. En Jesucristo Dios se vinculó con los hombres para llevar el pecado y la culpa humana contra Él. Jesús sufrió la horrible y solitaria muerte de un hombre que es castigado por sus pecados. Pero no quedó allí; se levantó de entre los muertos. Su cuerpo maltratado fue resucitado a una nueva vida. Así, en la cruz, venció al pecado, al infierno, a la muerte y al diablo.

En cuanto a la cruz, Cristo dijo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado”. Esta es una palabra asombrosa. El Señor habla de glorificación con relación a la terrible tragedia de la cruz. A este horrible crimen lo llama su “glorificación”. La crucifixión del Hijo de Dios es la glorificación del Hijo de Dios. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo algo tan horrible puede ser glorioso? Y otra vez le digo, mi amigo, que esta es la teología de la cruz. Dios revoluciona todas las expectativas humanas de poder y de gloria. Él demuestra Su poder y su gloria precisamente en Su hora más oscura, en el mayor dolor y en el sufrimiento más profundo. Para Dios sería fácil exterminarnos y aplastarnos, pero ¿dónde se puede encontrar un Dios así que muera como hombre por los pecadores? Esto es verdadero poder.

Cuando Cristo sufrió y murió, sucedió lo inconcebible: Él llevó sobre sí nuestros pecados. Pero esto no fue todo: Jesucristo fue y es la única persona en la tierra que vivió también de manera totalmente justa y sin pecado. En la cruz tiene lugar un intercambio: Cristo nos da su justicia y toma nuestros pecados sobre sí, quitándolos mediante Su muerte sacrificial en la cruz. Dice 2° Corintios 5:21, que Dios “al que no conoció pecado (es decir, a Jesús) por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.

Ya nada ni nadie puede condenarnos a los que hemos creído en Cristo, porque el Dios perfecto se ha unido a nosotros en el hombre perfecto, Jesucristo. La llave de este tesoro de la perfección es nuestra fe, amigo. Solamente Cristo es nuestra garantía. Así la vergüenza de la cruz se convierte en la gloria de Dios. Porque Jesucristo compra con Su sangre a incontables personas “de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. El poderoso León de Judá, ha vencido por todos como cordero inmolado. Como leemos en Colosenses 2:14-15, él anuló “el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. El diablo no tiene nada más en su mano que pueda utilizar contra nosotros. El castigo por todos nuestros pecados ha sido pagado. La aparente derrota de Dios fue Su victoria absoluta. Así Dios mostró Su poder y gloria en el drama sangriento de la cruz.

Para su vida y la mía, amigo, esto significa que somos libres. “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”, leemos en Juan 8:36. Jesucristo nos liberta de nuestros pecados, de nuestra culpa, de nuestras ataduras, de nuestras cargas, de nuestra mala conciencia, de todo lo que nos pueda embaucar y hacer caer. Esta es la buena nueva: ahora, limpios por la valiosa sangre de Jesús, podemos comenzar una nueva vida. Una vida para Dios, que da felicidad, y una vida con el Dios que nos hace felices.

Cuando Jesús estuvo en la tierra curó a muchos enfermos, expulsó demonios, incluso resucitó muertos. Pero principalmente se ocupó del perdón de pecados. No hay nada más hermoso ni más grande que poder estar sin pecado frente al Dios santísimo. Ahora esto es posible mediante la fe en Jesucristo. Así, por ejemplo, la Biblia nos relata que trajeron a un paralítico a Cristo. Pero antes de que el Señor lo curara, le perdonó sus pecados. El Señor Jesús consideró que esto era mucho más importante, y después, como señal pública del perdón de pecados, Jesús hizo que el paralítico caminara. Hay mucha suciedad que usted y yo podemos amontonar en nuestra vida. Podemos cargarnos con todo lo imaginable y entrar en un denso y horrible laberinto de esclavitud, sometidos al diablo y al pecado. Pero la cruz proclama lo siguiente: puede usted deshacerse de estas ataduras mortales, puede liberarse de ellas para siempre. Puede recibir una conciencia libre y una vida plena y satisfactoria. ¿Cómo? Mediante la fe en Jesucristo, quien en la cruz tomó todos sus pecados y le quitó al diablo el poder que tenía sobre usted.

Sin embargo, muchos creyentes todavía no se sienten libres. Muchos creyentes aún luchan con ataduras, con sus pasiones, con su pasado, con sus pecados. Esto en parte es normal. La vida de fe cristiana es una lucha. Aquel que se convierte en cristiano y cree en Jesús no recibe una vida libre de problemas, o luchas. Pero recibe una base firme a partir de la cual puede enfrentarlas mejor y esa roca firme es Jesús. El nuevo cristiano es unido a Jesús mediante la fe. Recibe liberación de todos los pecados y de toda la culpa, y es llamado a vivir en esa libertad.

En Mateo 16:24 leemos que el Señor Jesús le dice a los creyentes: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. La Biblia también nos enseña que debemos convertirnos en seguidores de Jesús e imitadores de Dios, seguir Sus pasos, vivir como Él vivió (Ef. 5:1-2; 1° Pe. 2:21; 1° Jn. 2:6). Debemos entender que la liberación de nuestros pecados es el fundamento sobre el cual debemos continuar y seguir a Jesús. La salvación no es un regalo con trampa. Todo lo contrario: Cristo dijo en Mateo 11:30, “mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Existen dos señores en este mundo: Dios y el Diablo. Cuando usted peca hace del Diablo su señor, se une a él. Cuando usted es obediente a Jesús y lo sigue, lo hace su Señor; se une a Él. Pero ¿cuál de los dos le regala a usted la auténtica satisfacción? ¿Qué unión significa auténtica libertad?

Solamente Cristo es la respuesta. Es una mentira del diablo cuando nos susurra que una vida santa para y con Jesús es solo una carga. Es bueno y saludable vivir santamente para Cristo, si nos dejamos impulsar por Su amor y mansedumbre, si buscamos Su paz con todas las personas, si lo ponemos a Él en primer lugar. Porque así es como disfrutamos en la práctica de una vida de libertad renovadora; así vemos en la práctica cómo el Hijo realmente libera de todas las cargas de la oscuridad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Elija su moneda
UYU Peso uruguayo