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24 julio, 2021Estimadas amigas, hoy nos encontraremos con Sarita Ochoa quien nos cuenta su testimonio de vida y cómo fue que el ministerio “Ama a Dios grandemente” impactó su vida. Hoy en día forma parte de ese grupo de trabajo y busca que otras mujeres sean bendecidas a través de este servicio. Les animamos a acompañarnos y descubrir de qué se trata este ministerio.
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EA1035 – Entre Amigas –
Ama a Dios Grandemente
Entrevista a Sarita Ochoa
Victoria: Queridas amigas, es un gusto estar con ustedes. Hemos llegado al momento de la entrevista, hoy nos acompaña una amiga desde México, gracias a la tecnología nos podemos comunicar con Sarita Ochoa. Es un gusto tenerte con nosotras, Sarita. Hoy nos va a estar hablando acerca del ministerio “Ama a Dios grandemente”.
Sarita: Hola, buenas tardes, muchas gracias por la invitación. Mi nombre es Sarita Ochoa, les cuento que yo nací en la ciudad de México Distrito federal. Soy una mujer divorciada dese hace ya 9 años, tengo 59 años, y tengo dos hijos maravillosos, ya adultos, de 29 Gabo y de 33 Gloria. También tengo dos nietos divinos. Actualmente soy profesora de nivel primaria y me dedico a impartir clases en el ministerio de niños de mi iglesia, y a mentorear a mujeres alrededor del mundo para conocer y amar a Dios grandemente. Este ministerio ha cambiado mucho mi vida y es por eso por lo que estamos aprendiendo a caminar con Jesús juntas.
Victoria: Qué bueno que es poder comunicarnos contigo. Hablabas de amar a Dios grandemente. Queremos saber qué ha significado esto para ti.
Sarita: Amar a Dios grandemente es una frase que se escucha sencilla, pero en mi vida ha enmarcado muchas cosas. Para situarlas en el contexto de lo que ha ocurrido, les voy a platicar un poco sobre la historia que el Señor ha escrito en mi vida. Yo tenía un matrimonio maravilloso de 23 años, donde servíamos al Señor mi esposo, mis hijos, y teníamos el ministerio de jóvenes y de niños. Yo era una profesora exitosa, tenía una carrera maravillosa, muy renombrada, y hablando de prosperidad económica, íbamos muy bien. Para lo que el mundo piensa, realmente estábamos felices. Pero en esta época de mi vida, hace aproximadamente 9 años, el Señor en su soberanía permitió un accidente. Tuve un accidente en mi trabajo que me dejó casi paralítica. Tuve una lesión en la columna y quedé paralítica por tres meses. El Señor fue bueno, fue una terapia muy dolorosa, y fue cuando el Señor me habló de que, si yo lo amaba, grandemente, a pesar de las circunstancias que estaba viviendo. A través de este proceso me quedé sin dinero, me quedé sin salud, me quedé también sin trabajo, y parecía que todo se había derrumbado. El Señor permitió también que me quedara sin esposo. Mi esposo en ese proceso, antes de una cirugía, decidió irse de casa. Él se dejó llevar por un engaño del enemigo, en el cual sigue preso. Satanás tomó presa su vida en esa área del adulterio, y se fue de casa. Él cometió adulterio, tuve la traición de mi matrimonio, estaba muy delicada de salud y casi no podía caminar, y una y otra vez le preguntaba con gran dolor en el corazón al Señor por qué había permitido todo eso si yo le amaba.
En ese momento yo no entendía por qué me hacía esas preguntas, solo sentía dolor y no entendía lo que estaba haciendo. Mi única expectativa era que regresara mi esposo a casa y todo volviera a la normalidad. En ese tiempo seguí restaurando mi salud con varias cirugías y mi esposo no estaba en casa, mi hija mayor se fue de la ciudad, y quedé totalmente sola porque mi hijo estaba en su carrera y estaba trabajando. En ese tiempo descubrí que la persona con la que mi exesposo estaba adulterando era mi mejor amiga de esa época, una amiga de 15 años. Y bueno, fue muy doloroso, fue un golpe muy fuerte el cual me llevó a pensar que no tenía sentido mi vida. Y escuché las voces del enemigo que me decían que no valía la pena seguir viviendo, que no tenía sentido, que ya lo había perdido todo. Les confieso que llegó un momento en el que empecé a escuchar la voz de Satanás. Yo quería quitarme la vida, lo intenté tomando algunos analgésicos. Todo se me había derrumbado, aún teniendo 15 años de conocer al Señor. Por eso es por lo que yo pude decir después que conocí al Señor, mas ahora mis ojos lo ven.
En esa temporada de mi vida tan dolorosa, yo buscaba al Señor genuinamente y con gran dolor en mi corazón porque no entendía qué estaba sucediendo. Me estaban llevando las emociones a donde querían. Dios fue tan maravilloso que me permitió escuchar su voz y darme cuenta de que me amaba, aún a pesar de todas las circunstancias. Yo no podía, como les comento, casi caminar, así que solo escuchaba la Biblia en audio. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que la única persona que quedaba en mi vida era Jesús, era Dios. Todos se habían ido. Amistades, familiares, incluso hijos. No había nadie alrededor. Solo Jesús estaba ahí cada noche, cada día. Fue un proceso muy doloroso que me llevó a buscar al Señor. Fue cuando entonces empecé a buscar recursos, empecé a buscar estudios para mujeres, y solo tecleaba eso en el internet, y me encontré con una serie de estudios y los hice. Entre ellos encontré Las mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres, que fue un libro hermoso en el cual empecé a escudriñar la Escritura y darme cuenta de que todas las mentiras que Satanás había metido en mi cabeza, de que no había sentido en todo lo que ocurría, yo las podía cambiar una a una en una verdad bíblica. Es decir que, si yo no entendía lo que estaba pasando, encontré en Romanos 8:28 que todas las cosas me ayudaban a bien. Y así empecé a darme cuenta de que todo lo que yo estaba pasando tenía un propósito perfecto. Que Dios no estaba jugando a los dados con mi vida, y que Él me ama, que es bueno y que no se equivoca.
Basada en esa verdad, yo empecé a buscar estudios, y fue como llegué a encontrar la página de Amando a Dios grandemente. Ese es un ministerio de mujeres alrededor del mundo que están aprendiendo día a día en la Palabra. Escudriñándola a través de un devocional diario, haciendo grupos alrededor del mundo por medio de WhatsApp, Instagram, Facebook y varias redes sociales. Fue ahí donde yo anclé mi vida en empezar a hacer un devocional día a día, en estar conociendo más del Señor, y fue así como empezó mi caminar en un tiempo a solas con Jesús para poder ser rescatada de ese poso de la desesperación y del dolor en el que yo me encontraba.
Victoria: ¿Cómo se encuentra tu salud actualmente y qué cosas podrías decirles a nuestras amigas que tal vez estén pasando por un proceso similar al tuyo? ¿Cómo fue tu proceso y qué cosas podrías decirles a nuestras amigas que tal vez estén pasando por un proceso similar al tuyo? ¿Cómo fue tu proceso y cómo fue que has salido de esa situación?
Sarita: Bueno, les cuento que, para la honra y gloria del Señor, estoy completamente sana. El Señor me quería usar y no me podía usar sucia y vacía. Él tenía que limpiarme y restaurarme para su gloria. Cuando yo estaba en la enfermedad me atormentaba la angustia, el dolor, los pensamientos, la incertidumbre, el temor a morir, todas esas cosas que ya hemos platicado. En esos momentos yo solo podía exclamar una frase: “Señor toma mi vida, te pertenezco”. Yo no podía ni orar, y le clamaba algo. Le decía: “Señor, este dolor, esta enfermedad es muy real en mi vida. Quiero ver qué tan real eres tú en mi vida, porque esto duele”. Y la verdad es que el Señor se hizo real. Él, como ya comenté, tuvo que destruir todas las áreas de mi vida, no solo física sino también espiritual, e inclusive mental. Renovó mi mente porque yo me estaba creyendo todas las mentiras del enemigo. Dios no se equivoca, Dios es bueno, nos ama, y sus pensamientos son más grandes que los nuestros. Si estás pasando por el proceso de la enfermedad te animo a que recuerdes las promesas de Dios en tu vida y te agarres de esas promesas, y le digas: “no entiendo nada, pero tú dices esto en tu Palabra”. En mi caminar he aprendido a cambiar las mentiras de Satanás por las verdades de Dios. Entonces cuando pasa algo yo le digo al Señor: “Señor, yo no entiendo esta enfermedad, pero tú dices…”. Ese “pero Dios usa todo para el bien” me recordó cómo puedo anclar mi vida a cada verdad. Por ejemplo, yo le digo “Señor, esta enfermedad dicen que es de muerte, pero tú dices que me vas a sana”. Y sí o sí, en este mundo o en la eternidad, si le perteneces a Cristo, Él te sanará. Pero en este proceso Él quiere ver tu fe, como la vio en mi vida. Muchas veces estamos tan débiles espiritualmente que no podemos anclarnos a Él. Es ahí donde el Señor me mostró que yo necesitaba estar anclada a la Palabra. ¿Cómo iba a pedirle algo si no sabía de qué era capaz, no sabía lo que decía su Palabra, aún con años de cristiana? Dice su Palabra en Juan 5:39: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. Yo había oído y había ido a la iglesia, pero no había vivido un tiempo real con Dios hasta que Él paró mi mundo y destruyó todo para hacerlo de nuevo. Entonces el Señor en este proceso me recordó que Él tenía planes de bien y no de mal para mí. En ese momento fue cuando el Señor me dijo que me tenía que negar a mí misma, tomar mi cruz, y seguirlo. Yo no entendía nada, me puse a analizar ese versículo, y yo pensaba: “Bueno, ¿tengo que aguantar la enfermedad, el divorcio, la pobreza y todo eso, aguantarme y cargar la cruz?” Pero Dios me dijo que no. Al amar a Dios con nuestro corazón y pasar tiempo con Él, empezamos a conocerlo. Entonces cuando yo empecé a clamar a Él, tuve que decirle “Señor, yo ya no puedo con esto. Te lo entrego, hazlo tú”. En ese momento fue cuando el Señor dijo ok, ya te cansaste de estar angustiada, ahora voy yo. En ese momento el Señor hizo algo increíble en mi vida. El Señor me regaló empezar a memorizar la Palabra, porque no tenía más que hacer que eso, y el primer versículo que me aprendí fue Juan 15:5, que dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Yo empecé a analizar, y el Señor, en su misericordia, me llevó a conocer lo que es la cruz de un discípulo. Un discípulo es un seguidor de Cristo. Y la cruz, el tomar nuestra cruz no es agarrar todas nuestras broncas e ir, sino que es cimentar nuestra vida en la Palabra, como dice Juan 15:5. Entonces fue cuando yo empecé a escuchar la voz de Dios a través de las Escrituras, crearme una disciplina de, aunque tuviera ganas o no, oír un versículo, ver qué me decía Dios, qué le decía yo a Dios, y empecé a crecer en la fe de esa manera, despacito como un bebé. Fue hermoso, porque empecé a ver que el tomar nuestra cruz cada día y seguirle no era cargar nuestros problemas, sino que cimentar nuestra vida en Cristo. Como dice Juan 8:31 y 32, que, si permanecemos en Él y el en nosotros, seremos verdaderamente sus discípulos. Él nos dice que realmente estemos en la Palabra. Esto nos habla de tiempo a solas con Él. Cuando nosotros nos negamos a nosotros mismos, tenemos comunión, entonces se hace real en nuestra vida Juan 15:7, que dice que, si permanecemos en él y sus Palabras en nosotros, pidamos lo que queramos y será hecho. Cuando yo entendí esto dije ok, negarte cada día, tomar tu cruz, tener tiempos con Dios, que Él sea el centro de tu vida, orar a Él, hacer un devocional todos los días, tener comunión, congregarte en una iglesia, caminar con un grupo de mujeres temerosas de Dios, entonces vas a poder dar ese fruto. Comencé a leer cada día una porción de la escritura y a escribir en un cuadernito qué me dice Dios y qué le digo yo a Dios. Fue el primer proceso en mi caminar y en mi avivamiento: anclarme en la Palabra.
Victoria: ¿Hay alguna forma de poder estar en contacto con el ministerio o involucrándose en el estudio de la Palabra como aconsejabas?
Sarita: Sí, si alguna de ustedes quisiera conocer a Dios y amarlo grandemente las animo a poder iniciar un estudio a través de devocionales pequeñitos donde vamos caminando juntos a través de le Palabra. Estos estudios los encuentran en la página Amando a Dios Grandemente. Estamos por iniciar uno muy hermoso que se llama “La amistad”, así que las animo a participar. Hay grupos de WhatsApp y de Facebook a los que ustedes pueden unirse y apoyarnos las unas a las otras para seguir creciendo en Cristo. Bendiciones.
Victoria: Muchas gracias, Sarita, por estos minutos con nosotras, gracias por la dedicación y el amor a la Palabra, que sin duda nos ha contagiado a muchas de nosotras. Amigas, gracias por acompañarnos y las invitamos a que nos sigan acompañando la semana que viene con una nueva entrevista. ¡Hasta la próxima!