Cinco referencias a la Segunda Venida de Jesús

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Las Sagradas Escrituras están llenas de referencias acerca del retorno de Jesucristo. Cinco de ellas se encuentran en la Epístola de Judas. Podrá leer en este estudio el significado que estas tienen para la historia de la salvación, la historia universal y nuestra propia vida.

Consultando un diccionario bíblico encontré lo siguiente: “El tema de la segunda venida del Mesías es el que ocupa más lugar en el Nuevo Testamento”. La Epístola de Judas no es la excepción, sino que trata este asunto de manera detenida. Del mismo modo, la segunda venida debería tener un lugar importante en nuestros corazones.

Por otro lado, escuché a un profesor de Biblia decir que se debería instar a cada predicador a hablar de diez a quince veces por año sobre la segunda venida de Jesucristo, ya que es un tema recurrente en la Biblia.


La expresión “tiempo del fin” 

“Los que os decían: en el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos” (Jud. 1:18). 

Toda la dispensación de la Iglesia, es decir, el período en que culmina la primera venida de Jesús en la Tierra, más específicamente desde el Pentecostés, es en sentido general el tiempo del fin:

  • “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Co. 10:11).
  • “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (He. 1:1-2).
  • “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 P. 4:7).
  • “Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros” (Stg. 5:3).
  • “Ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros” (1 P. 1:20).

No obstante, también podemos hablar del tiempo del fin en un sentido más estrecho, más inmediato, relacionado a la fundación del Estado de Israel. La expresión “días postreros” significa para los judíos la aparición del Mesías en gloria: “[…] en el fin de los días entenderéis esto. En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo. Así ha dicho Jehová: el pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo” (Jer. 30:24-31:2; compárese con Génesis 49:1, 10; Números 24:14; Jeremías 33:7-8; 14-15; Daniel 7; entre otros). En el fin de los días, el pueblo judío que escapó de la espada (el Holocausto), hallaría gracia después de mucho tiempo de dispersión y persecución mundial, volviendo así a reedificar su devastada patria (compárese con Ezequiel 36:33-36). De esta forma se acerca al reposo del reino mesiánico (compárese con Hebreos 4:8-9). Dicho de otra manera, Israel será reunido primeramente en incredulidad, pero más tarde será conducido hacia la fe (compárese con Jeremías 33:7-8; Ezequiel 37; Oseas 3:4-5; Sofonías 2:1-3).

En todo este tiempo, la restauración física de Israel (un Estado judío en tierra judía) ha sido una señal para las naciones. Bien harían estas en percibirlo y temer a Dios, en lugar de oponerse a ella: “y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra” (Is. 11:12). Y: “Oíd palabra de Jehová, oh naciones, y hacedlo saber en las costas que están lejos, y decid: el que esparció a Israel lo reunirá y guardará, como el pastor a su rebaño” (Jer. 31:10).

La repatriación de los judíos a su propia tierra sirve:

  • Para iniciar los últimos acontecimientos apocalípticos.
  • Para cumplir la palabra profética de Dios.
  • Para preparar el camino hacia la tribulación, los 144 mil sellados (Apocalipsis 7), los dos testigos (Apocalipsis 11), las dos bestias del Anticristo (Apocalipsis 13) y la segunda venida de Jesús en gloria (compárese con Mateo 24).
  • Para arrepentimiento, es decir, para que viendo al que traspasaron, se arrepientan (compárese con Zacarías 12:10; Isaías 53; Daniel 9). Cuando Jesús venga otra vez, los últimos judíos serán también repatriados por los ángeles (compárese con Mateo 24:31).

Cuando Jesús regrese, las circunstancias tendrán que ser similares a las que reinaban durante su ascensión al cielo: los judíos tendrán su tierra (Estado de Israel) y Jerusalén estará en manos de los israelitas. Algunos de estos ya se preparan para la construcción del templo.

Al final de los últimos tiempos, crecerá el número de burladores que vivirán según sus deseos impíos. Lo santo y verdadero será pisoteado y detractado en el mundo entero.


El arcángel Miguel 

“Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: el Señor te reprenda” (Jud. 9).

Miguel es el ángel que se ocupa de Israel: “Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días […]. Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe […]. En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro” (Dn. 10:13-14, 21; 12:1 compárese con Mateo 24:21).

Visto desde esta perspectiva, es interesante cómo el arcángel Miguel es mencionado de nuevo en la Epístola de Judas –y más tarde en Apocalipsis 12–. De seguro, esto tiene una profunda razón. Después de todo, Judas escribe acerca del tiempo del fin, un período en el que Israel ya volvió a ser un Estado. Es probable que Miguel tenga mucha participación en el arrebatamiento de la Iglesia: “porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Ts. 4:16). La Biblia solo menciona el nombre de uno de los arcángeles: Miguel. Es posible entonces que sea él quien levante la voz durante el arrebatamiento. Pues a partir de aquel momento, otra vez se ocupará de Israel cuando tenga que pasar por la tribulación: 

“Después hubo una gran batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Ap. 12:7-10). 

En contraste, la Iglesia estará en el cielo antes del comienzo de la tribulación: “Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap. 12:12).

El hecho de que Miguel sea nombrado en la Epístola de Judas podría indicar una coincidencia entre las señales del fin mencionadas en esta carta y el regreso de los judíos a la tierra de sus padres. Los judíos israelitas vivirán el retorno de su Mesías: “Te levantarás y tendrás misericordia de Sion, porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado […]. Se escribirá esto para la generación venidera; y el pueblo que está por nacer alabará a JAH” (Sal. 102:13, 18). En este nuevo llamado de Dios al pueblo de Israel, estando en los últimos tiempos, se demuestra la importancia que esta nación tiene para el Señor. ¿No deberíamos también nosotros llevar a este pueblo en nuestros corazones? Después de todo, Jesús también es judío: “acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio” (2 Ti. 2:8).


Enoc 

“De estos también profetizó Enoc, séptimos desde Adán, diciendo: he aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares” (Jud. 14).

Enoc fue el primer humano en ser arrebatado –aun antes del diluvio–, pues caminó con Dios (compárese con Génesis 5:24). Él es la imagen de la verdadera Iglesia de Jesús, la cual también será arrebatada. Por otro lado, Noé representa a Israel, un pueblo que atravesará la gran tribulación, pero será salvado en el proceso. Las “decenas de millares” describen, entre otras cosas, a los creyentes arrebatados que vuelven con el Señor para el juicio en la Tierra. Lea las siguientes referencias bíblicas:

  • “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria” (Col. 3:4).
  • “Para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Ts. 3:13).
  • “Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder” (2 Ts. 1:7).
  • “Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares; el Señor viene del Sinaí a su santuario” (Sal. 68:18).
  • “Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos” (Zac. 14:5).
  • “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea […]. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos” (Ap. 19:11, 14).

Enoc vivió poco antes del diluvio y fue el primero en profetizar sobre la segunda venida de Jesús. Su hijo, Matusalén, falleció durante este acontecimiento. ¿Por qué no habrá profetizado Enoc acerca de la gran inundación? Es que la mirada de Enoc iba más allá, a la meta principal: el retorno de Jesús para establecer su reino. La segunda venida de Jesús terminará con todos los juicios y catástrofes, trayendo un nuevo reino de paz. El objetivo de Dios no es la perdición del mundo, sino el establecimiento del reino de Su Hijo.


La expectativa 

“Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna” (Jud. 21).

Cuando Jesucristo venga otra vez para la resurrección de los muertos y el arrebatamiento de la Iglesia, se hará realidad la vida eterna. Si bien toda persona que cree en Jesús ya la tiene, todavía no se ha hecho visible. Debemos conservarnos en el amor de Dios, esperando con paciencia el retorno de Jesús. Esta actitud siempre tiene consecuencias prácticas para nuestra vida terrenal. 

La joven iglesia en Tesalónica fue elogiada por estar firmemente orientada al regreso de Jesús: “porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Ts. 1:9-10).

Del mismo modo, Santiago enfatizó la importancia de esperar la segunda venida de Cristo: “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta. (Stg. 5:7-9).

Por otra parte, Juan escribe: “por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap. 3:10).

La palabra paciencia hace referencia a esperar con persistencia la segunda venida de Jesús, una espera paciente que no sufre perturbaciones. Es por esta razón que Ludwig Albrecht traduce este versículo de la siguiente manera: “como has guardado la palabra que exhorta a esperar pacientemente mi venida, también yo te guardaré de la hora de la tentación que ha de venir sobre el mundo entero para probar a los habitantes de la tierra”.

Enoc describe el retorno de Jesús con los suyos como si estuviese ocurriendo en su tiempo, es decir, en tiempo presente: “Miren, el Señor viene con millares y millares de sus ángeles para someter a juicio a todos y para reprender a todos los pecadores impíos por todas las malas obras que han cometido, y por todas las injurias que han proferido contra él” (Jud. 14-15). ¡Debemos esperar al Señor con mucha vivacidad, como si viniera hoy!

Hace un tiempo atrás, me encontré con un hermano en Cristo que tiene un negocio inmobiliario. Un día tuvo que ir por asuntos de trabajo a un distinguido hotel en el sur de Alemania. Estando allí, le llamó la atención cómo los tres últimos pisos se encontraban cerrados y protegidos por un personal de seguridad. Resultó que los tres pisos superiores estaban reservados para el dueño del hotel, un jeque árabe. Pero esto no era todo, sino que además se cumplía a diario con un meticuloso servicio de limpieza. Siempre había fruta fresca en las habitaciones a pesar de que el jeque casi nunca visitaba el hotel. Todo debía estar pronto si en algún momento llegaba de repente con sus amigos. 

C. S. Lewis escribió acerca de la esperanza que tienen los cristianos en el más allá, la cual está íntimamente ligada con la segunda venida de Cristo:

La esperanza es una de las virtudes teologales. Esto significa que una continua expectativa de la vida eterna no es (como piensan algunas personas modernas) una forma de escapismo o de deseo proyectado, sino una de las cosas que un cristiano tiene que hacer. No significa que debemos dejar este mundo tal como está. Si leemos la historia veremos que los cristianos que más hicieron por este mundo fueron aquellos que pensaron más en el otro. Los apóstoles mismos, que iniciaron a pie la conversión del imperio Romano, los grandes hombres que construyeron la Edad Media, los evangélicos ingleses que abolieron el mercado de esclavos, todos ellos dejaron su marca sobre la Tierra precisamente porque sus mentes estaban ocupadas en el cielo. Es desde que la mayor parte de los cristianos han dejado de pensar en el otro mundo cuando se han vuelto tan ineficaces en este. Si nuestro objetivo es el cielo, la Tierra se nos dará por añadidura; si nuestro objetivo es la Tierra, no tendremos ninguna de las dos cosas.[…]

No hay necesidad de preocuparse por los bromistas que intentan ridiculizar la idea del “Cielo” cristiano diciendo que no quieren pasarse el resto de la eternidad tocando el arpa. La respuesta a esas personas es que si no pueden comprender libros escritos para personas mayores, no deberían hablar de ellos. Toda la ingeniería de las Escrituras (arpas, coronas, oro, etc.) es, por supuesto, un intento meramente simbólico de expresar lo inexpresable. Los instrumentos musicales se mencionan porque para muchos (no para todos) la música es lo que conocemos en la vida presente que con más fuerza sugiere el éxtasis y lo infinito. Las coronas se mencionan para sugerir el hecho de que aquellos que se unen con Dios en la eternidad, comparten su esplendor, su poder y su gozo. El oro se menciona para sugerir la intemporalidad del Cielo (el oro no se oxida) y su preciosidad […].

Por otra parte, Paul Gerhard Mink planteó la siguiente pregunta: 

¿Tiembla nuestro corazón de gozo cuando pensamos en aquel día glorioso, o será que los pasajes bíblicos que nos informan de este, no son más que informaciones para nosotros? Si creemos realmente en el retorno de Jesús, deberíamos ir con gozo al encuentro de ese día, y entonces la fe en ese hecho maravilloso influenciará, cambiará y dominará nuestra vida de manera única. ¡El Señor abra nuestros ojos y conmueva nuestros corazones para este maravilloso mensaje de Maranatha ‘¡Nuestro Señor viene!’ (1 Co. 16:22).

El Salmo 98 nos presenta una interesante cronología de los acontecimientos que llevan a la segunda venida de Jesús:

  • Versículo 1. Primera venida de Jesús y su victoria en el Gólgota: “Cantad a Jehová cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra lo ha salvado, y su santo brazo”.
  • Versículo 2 (primera parte). Propagación del evangelio: “Jehová ha hecho notoria su salvación […]”.
  • Versículo 2 (segunda parte). Surgimiento de la Iglesia de entre las naciones: “[…] a la vista de las naciones ha descubierto su justicia”.
  • Versículo 3. Restauración de Israel: “Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios”.
  • Versículo 9. Retorno de nuestro Señor: “Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud”.

La protección 

“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” (Jud. 24-25; compárese con el v. 1). 

Por otro lado, el apóstol Pablo escribe: “[…] estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6). También el libro de Apocalipsis habla de “guardar”: “por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap. 3:10).

Prestemos atención a cómo se desarrollan las acciones: quien se mantiene firme en Jesucristo –“[…] has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre” (Ap. 3:8)–será guardado por el Señor –“[…] yo también te guardaré […]” (Ap. 3:10). 

Este es el sentido que Judas pretende dar cuando habla de la autoconservación en el versículo 21 y de la protección de Dios en el versículo 24: “quien se guarda, es guardado”.

La Iglesia es guardada de la hora del Anticristo, quien seducirá al mundo entero. Con tentación se refiere aquí a la primera mitad de la semana setenta de Daniel (compárese con Daniel 9:27). Pablo escribe al respecto: 

[…] inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de i­niquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts. 2:9-12).

¡Preservemos en nuestros corazones al Señor Jesús, a Su Palabra, la esperanza de Su retorno y a Su pueblo Israel! Entonces Él nos preservará por el poder de Su Palabra. 

Una pequeña historia servirá de ilustración: 

En el año 1731, veinte mil evangélicos luteranos tuvieron que dejar su tierra en Salzburgo, encontrando refugio en Prusia Oriental. Una familia dejó atrás a su hijo, esperando que la situación cambiara. Él leía una enorme Biblia vieja que mantenía siempre oculta, pero cuando se dio cuenta que el encuentro con ellos se dilataba, puso la gran Biblia en su mochila y huyó para estar con sus padres. Dios lo guardó en su peligroso viaje. Era invierno y la nieve era profunda. Al fin, en Noche Buena, llegó a un lugar donde le dieron las últimas pistas para encontrar a sus padres. Se escuchaba en la lejanía el aullido de los lobos, estaba oscureciendo y todavía no los había hallado. Vio una luz a gran distancia y dirigió sus pasos en esa dirección. De repente, tropezó, cayendo en la nieve. Un enorme lobo se abalanzó sobre él, el joven gritó y la mochila donde guardaba su enorme Biblia cayó sobre su cabeza, haciendo que perdiera el conocimiento. La luz provenía de una estancia. La Noche Buena había terminado, pero el estanciero, escuchando el grito, corrió hacia afuera armado con su escopeta. Allí vio cómo un lobo se tiraba sobre alguien que yacía en la nieve. Golpeó al animal y logró llevar al muchacho desmayado a la casa. Dentro, ¡la mujer reconoció a su hijo! Cuando le quitaron la mochila, descubrieron que el lobo había hundido sus poderosos dientes en la tapa dura de la Biblia.

La Palabra de Dios es nuestra protección. Si vivimos con ella y de acuerdo con ella, si siempre nos acompaña, si la guardamos en la mochila de nuestra vida, el enemigo siempre fracasará y llegaremos seguros a nuestro hogar.

Norbert Lieth

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