Luchando con la impureza (3ª parte)
16 agosto, 2021Luchando con la impureza (5ª parte)
16 agosto, 2021Autor: Esteban Beitze
Frente a la trágica realidad de la impureza, de este pecado que nos va atrapando cada vez más, ¿cuál es la salida? El reconocimiento. En primer lugar, el reconocimiento de la fuente de la cual proviene el problema, reconocimiento de que es pecado, y reconocimiento de que ninguno está libre de tentación.
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PE2729- Estudio Bíblico
Luchando con la impureza (4ª parte)
¿Qué tal? Vamos a seguir nuestro estudio respecto a la lucha contra la impureza, donde estamos haciendo un énfasis especial en cuanto a lo que es la pornografía, aunque obviamente se puede aplicar en todas las demás áreas de la impureza. Habíamos visto la trágica realidad de la impureza, cómo está impactando en nuestra sociedad en todas las áreas, en todas las esferas. Lo estamos viendo de continuo en los efectos que esto tiene en abusos, violaciones, y aún, lamentablemente, estas cosas se están dando dentro de los círculos cristianos. Estos últimos días, estas últimas semanas, estuve confrontado con la realidad de abusos dentro de diferentes iglesias. En un caso, de chicos, de varones adolescentes, por un líder que les enseñaba, los discipulaba. En otro caso un enseñador en una iglesia abusando de chicas adolescentes, también. Esto no para frente, ni siquiera al creyente, ni siquiera a los líderes de las iglesias. Entonces vemos que es algo que abarca a todos, nos atañe a todos, es una tentación que puede hacer caer a cualquiera, me incluyo por supuesto, y en Romanos 1 habíamos visto cómo el pecado va atrapando cada vez más a la persona. Es una espiral descendiente, esto es lo que habíamos observado allí. Vimos que empezaba con no glorificar a Dios, no agradecer a Dios, la consecuencia es un corazón entenebrecido. Se corre la verdad, se adhiere la mentira. Después se va apretando cada vez más estas ataduras a las cuales nos exponemos y bueno, quedamos cada vez más expuestos a las garras del enemigo. Luego somos entregados por Dios. Dios los entrega a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen. Y luego ya es un desenfreno total, al punto de que uno hasta disfruta y busca a otros que acompañen en este pecado, o sea, influencia a otros para que hagan lo mismo.
Entonces frente a esta trágica realidad, frente a lo que significa el pecado, cómo va atrapando cada vez más, ¿cuál es la salida? Esto es lo que vamos a empezar a encarar en este estudio. Podríamos tomar varios pasajes de la escritura, pero creo que hay un pasaje que usó el Señor Jesucristo que contiene muchos principios a los cuales nos vamos a enfocar. Está en Mateo 5:27-30: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”. El énfasis lo vamos a poner en el versículo 29. Vamos a encarar diferentes aspectos relacionados con este versículo.
En primer lugar, tiene que haber un reconocimiento en base a la tentación, en base a lo que es el pensamiento, al mirada hacia lo impuro. “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer”. Entonces, en primer lugar, un reconocimiento. Reconocimiento del origen del problema. Vemos que el Señor es muy exacto, es muy explícito en ubicar el lugar por donde entra el pecado. Dice el ojo derecho. Cuando miramos algo, obviamente lo miramos con dos ojos, pero lo que el Señor quiere marcar con esta expresión es la necesidad de definir con exactitud por dónde entra el pecado. Por lo tanto, el primer paso hacia la salida de la impureza es reconocer aquella parte donde se infiltra el pecado, donde se infiltra el enemigo. Cuando hablo con personas que luchan con la impureza les pregunto, les hago cuatro preguntas que se tienen que responder. En primer lugar, ¿con qué?, en segundo lugar, ¿cuándo?, en tercer lugar, ¿dónde?, en cuarto lugar, ¿por qué? ¿Por qué sucede la caída? Las respuestas más recurrentes con respecto al ¿con qué? son algo que tenga que ver con una pantalla, la mayoría de las veces un celular. Obviamente puede haber otras fuentes de tentación, puede ser un novio, una novia, o cosas por el estilo.
Ahora, la segunda pregunta es ¿Dónde? ¿Dónde sucede? Si pensamos en lo que es la pornografía, se da con el celular y en un lugar en donde uno está a solas. En el cuarto, en la cama, en el baño, etc. La tercera pregunta es ¿Cuándo? ¿En qué momento se hace la tentación tan fuerte que se vuelve irresistible? Bueno, generalmente cuando están solos y a la noche. Obviamente también hay otras fuentes y lugares de tentación. Si son novios y la tentación es pasarse de la medida, la tentación generalmente es cuando están a solas en una casa, en un lugar en donde no hay mucha gente es lo que los lleva a la caída. Otras veces es un grupo de amigos, amistades, compañeros que incitan y no se tiene la fortaleza para resistir. Si la tentación para una chica es mostrarse provocativa para ser aceptada, el lugar de la tentación generalmente es el baño frente a un espejo, para luego sacarse fotos. O también saliendo vestida en forma sexy para llamar la atención. También son miradas seductoras, el roce físico, aunque esto ya en menor medida.
Podríamos seguir con nuestras preguntas y la cuarta sería ¿Por qué? Hay detonantes que llevan a la búsqueda de la sexualidad prohibida. Los detonadores comunes son estrés, enojo, necesidades físicas, la soledad, la depresión, el desaliento, el no ser reconocido, cuestiones emocionales no satisfechas, a veces el alcohol, las drogas y otras. Entonces hay que descubrir cuáles son esas detonantes. Cuanto más específico uno pueda responder estas cuatro preguntas y nombrar dónde, cuándo, cómo y por qué se llega al pecado, entonces se puede analizar con más claridad el camino para la salida. Hay que llevar a la persona a que razone, a que analice la situación de la forma más objetiva posible, para que pueda decir “mi pecado surge en tal lugar, con determinada fuente de tentación, en determinado momento y por determinada razón”.
Entonces, en primer lugar, vemos el reconocimiento del origen del pecado. En segundo lugar, el reconocimiento de que es pecado. Ahí tenemos que admitir que se ha pecado. La persona tiene que admitir que hay un problema con el cual está luchando. La gran mentira del diablo es hacerle creer a su esclavo que puede liberarse cuando se le dé la gana. Muchos se creen la propia mentira al decir “cuando quiera lo dejo”. En lugar de esto, hay que reconocer que el pecado es pecado. Hay que decir “estoy luchando con la pornografía”, por ejemplo. El primer paso es, entonces, admitir que estoy con un problema. Tengo que salir de allí. Hay que reconocer que el pecado agrede la santidad de Dios, su honor. Hay que reconocer que con el hecho de pecar se falló con el plan que Dios tenía para la vida. No haciendo las obras que Él diseñó para nosotros. Se falló en el ministerio. Se falló en la influencia positiva al entorno. Es hora de sincerarse. Es que el secreto tiene un poder, y satanás lo sabe. Cuando se admite que se ha pecado el secreto pierde el poder que tenía. Encubrir el pecado empodera al pecado, y así se mantiene esclavo. David da testimonio de esta verdad cuando hace su oración de arrepentimiento frente al pecado con Betsabé: “mientras callé se envejecieron mis huesos y mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano, se volvió mi verdor en sequedades de verano”. ¡Es tiempo de hacerse responsable de los hechos!
En tercer lugar, hay un reconocimiento del peligro de caer. Aún si uno no ha caído en el pecado todavía, debemos tener la conciencia de saber que a mí también me podría pasar “el que piense estar firme, mire que no caiga”. O sea, el que piensa que es inmune a la tentación, el que está demasiado confiado, mire que no caiga. Queremos cerrar esta parte con Proverbios 16:18, añadiendo otro texto muy conocido pero muy poco tenido en cuenta. “Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu”. Una característica clásica de alguien que vive en este tipo de pecado es que continuamente está señalando a otros para desligar de su problema y mostrarse superior. Reconozcamos, entonces, la fuente del problema. Reconozcamos que es pecado, y reconozcamos que también nosotros estamos en peligro de caer. Amén.