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La maestra especializada en la estimulación de niños con discapacidad Verónica Santos nos cuenta acerca de su experiencia al ir a Angola por dos meses como parte de un proyecto misionero. Allí trabajó en una clínica médica y se enfrentó a la difícil realidad que viven los niños y adolescentes con discapacidades. No te pierdas de escuchar su testimonio y lo que Dios le mostró en este tiempo.


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EA1043 – Entre Amigas –
Experiencia misionera en Angola (1ª parte)



Entrevista a Verónica Santos

Victoria: Amigas, nos acompaña nuevamente Verónica Santos Rivas, ella es docente especializada en niños con discapacidad, y ya estuvo con nosotros en otra oportunidad contándonos sobre el ministerio Ama a Dios Grandemente. Hoy va a estar hablando con nosotros sobre una hermosa e intensa experiencia en misiones que aún la tiene involucrada. Verónica, es un placer saludarte.

Verónica: Hola, Vito, ¿cómo estás? Bueno, yo a finales del 2017 y principios del 2018, junto a 10 hermanos de Uruguay viajé a una corta misión en Angola. Yo fui a trabajar en la clínica donde están los misioneros Juan y Adriana Palacios como maestra especializada en niños con discapacidad y esa sería una de las áreas en las que podía servir y brindar mi apoyo. Ahí estuve casi dos meses. Estando allí no pude concurrir a un orfanato del que ellos nos habían hablado de que había una misionera llamada Sara tenía hace muchos años y con muchos niños a cargo, pero sí visité un orfanato de los hermanos salesianos y bueno, si bien yo quería conocer este orfanato de las iglesias evangélicas y no se dio, fue un lugar muy especial y conocer cuál es el motivo que llevó a esos niños a esos lugares fue tremendo. Durante mi estadía conviví por un mes con mis hermanos uruguayos, y luego, cuando llegó otra de nuestras amigas y hermanas de acá, yo me fui a la casa de los misioneros y estuve compartiendo con Cecilia, una pediatra de Tucumán. Ella volvió luego a trabajar 6 meses en Angola en el 2019 y ella sí pudo visitar el orfanato al que nosotros queríamos ir, porque es un orfanato que quedaba a varios kilómetros de donde estábamos, entonces hay que viajar cerca de tres días. Por ese motivo nosotros no viajamos, porque era mucho y era un camino bastante difícil, el tren pasa una vez a la semana, y hay muchas cuestiones de logística.

Pero ella me compartió un poco de su experiencia cuando nos juntamos el 16 de junio, que es el día de oración por los niños de África. Orando a través del Zoom el año pasado surgió la idea de poder orar por estos niños, por la misionera, y yo me quedé con este deseo de saber qué hacer yo acá, en Uruguay, mientras tanto.

Victoria: Bueno, contanos un poco más de tu experiencia durante tu estadía en Angola.

Verónica: Yo en mi estadía trabajé en la clínica con los misioneros. La familia Amaral iba como médicos, yo no soy médico, soy maestra, pero no había ningún africano que no me dijera doctora porque ven a alguien blanco y ya creen que es doctor. Pero bueno, yo trabajé en estimulación de niños con discapacidad, tuve la posibilidad de poder contarles a dos familias en específico que sus hijos tenían un síndrome, el síndrome de Down, porque para ellos era algo desconocido, ellos creían que sus hijos tenían una maldición. Eso marcó mi vida, el gran desconocimiento que hay, al enterarme de que los niños con discapacidad aún son escondidos, son vistos como niños malditos. Eso quebró mi corazón.

Algunas experiencias fueron un poco duras. Yo trabajo acá en Uruguay con niños con parálisis, pero ellos son estimulados, y conocí a un par de chicos que estaban completamente atrofiados, postrados, y fue duro. Pero eso, más allá de que me daba angustia, me daba fuerzas para reponerme y darme cuenta de que era tanto lo que había para hacer. Recuerdo que cada día que iba una familia, había una mamá que caminaba 5 kilómetros, que las calles de allá no son como las nuestras, iba con su niño con hidrocefalia. Uno de estos chicos que conocí, que tenía tres años, pero parecía un bebé de 15 meses, con síndrome de Down, al año siguiente su hermano me escribió que ya había fallecido. Entonces en el poquito tiempo que estuve allí, intentar contarle a la mamá cómo hacer dentro de las posibilidades para alimentarlo, estimularlo, fue una experiencia quizás más para mí que para lo que ellos pueden haber cambiado. Uno de los alumnos, que yo había llevado muchas donaciones desde acá, llevé una mochila completa de útiles con muchas cosas que quizás allá no se encuentran, y la carita de ese niño, que tiene hidrocefalia, fue hermosa. Quizás ya no esté con vida, porque la operación aquí es algo normal, pero allá es casi un incierto para familias pobres. la carita de ese niño fue como una luz en su rostro, cuando vio esa mochila con tantas cosas. Y bueno, eso es un poco de lo que puedo compartir de mi experiencia. Cada vez que hablo no puedo evitar quebrarme, porque vienen a mi mente recuerdos de cosas que no puedo hacer con tan poquito, y sentir que fui tan útil con todo lo que el Señor me había dado, y yo pensaba que no podía hacer nada allá.

Victoria: Qué impactante esto que nos contás, Verónica, sobre cómo niños, por nacer con un problema de salud o una discapacidad diferente, están prácticamente condenados a la exclusión o a la misma muerte. Quería preguntarte, ¿cómo trató Dios tu vida a través de todo lo que viste y viviste allí?

Verónica: Cuando uno planifica un miniviaje misionero no siendo misionero va con la expectativa, pensando que va a hacer mucho. En ese tiempo el señor trabajó muchas cosas en mi corazón, yo dejaba a mi familia, a mi esposo a cargo del hogar, que fue una bendición contar con ese apoyo. Yo no sentó nunca que fui a dar, sino que a recibir. Todo ese tiempo Dios trabajó en mi corazón, en el contentamiento, lo bendecida que era al haber nacido en Uruguay y todas las cosas que una recibe de la mano de nuestro Dios. Cuando uno está allá siente que ha perdido mucho tiempo quejándose o no estando conforme con lo que Dios nos da a diario, en las cosas pequeñas. Eso es lo grande, y luego, uno siente que va preparado, yo soy maestra, estoy especializada en esto, en aquello, y llegó un momento en el que estaba frente a una familia y frente a Mariana, la misionera que ayudaba con la traducción, y pensaba: “yo no puedo Señor”. Me acuerdo de que lloré mucho y Mariana oró por mí porque yo veía a ese niño completamente arruinado, y yo pensaba en la gran diferencia social, en cómo había afectado su niñez. Y luego de pasar un tiempo me repuse y dije “Señor, de lo que tengo voy a dar”. Yo sabía que no iba a cambiar nada, pero sentía que me daba gozo poder dar un poquitito. Pero todo eso que yo traía, todo mi conocimiento y mi experiencia, quedó en nada. Ahí es donde uno aprende a depender de Dios, a decir “Señor, ahora se tú y no yo”. Eso es algo que el Señor también trabajó en mi corazón y que no es nuestra capacidad, ni cuanto nosotros nos sentimos aptos para algo, sino nuestra disposición a verlo, a ver, a través del sufrimiento, al Señor, y permitir que él nos use. Eso fue algo que me impactó en gran manera.

Victoria: Una cosa súper importante que quiero preguntarte es ¿cómo se puede colaborar desde nuestro lugar y hacer una pequeña diferencia en la vida o en el día a día de algún niño?

Verónica: Bueno, yo siempre quedé con el deseo de volver a visitar, si el Señor lo permite. Durante este tiempo de pandemia, en mi casa me puse a diseñar. Yo no soy diseñadora, pero sí diseñé un diario de oración. En mi vida, desde muy joven, siempre utilicé cuadernos de oración, así que pensé en editar uno, imprimirlo y venderlo para poder recaudar para el orfanato. Así lo hice, y mientras tanto había enviado para poder tener las credenciales del orfanato, de la ONG que los apoya a los misioneros a cargo de este orfanato, porque bueno, yo iba a utilizar el nombre en la contratapa diciendo que iba a ser recaudación para ese lugar. Y bueno, yo logré vender un par acá en Uruguay, no muchos conocen, los he vendido yo porque no he conseguido una editorial que me los haga a buen precio para tener un precio que me deje ganancia, ya que los costos son elevados. De todas maneras, el dinero que se recaudó es para eso. Pero bueno, la idea gustó, y la misionera que administra la ONG y también apadrina niños en todas partes del mundo me compartió el deseo de poder traducirlo al portugués e imprimirlo allá en Portugal para enviarlo a aquellos hermanos misioneros y padrinos de estos niños como un regalo.

A mí me enviaron uno el mes pasado como agradecimiento por este gesto. Y no es nada, es algo de lo mucho que uno puede hacer, y en realidad cuando uno piensa es muy poquito, pero bueno, de esta forma surgió la idea de poder comunicarnos y ellos están preparando material para traducirlo y poder yo compartirlo aquí y poder buscar a padrinos. Nosotros, con mi familia, en agosto del año pasado comenzamos a apadrinar a un niño con un poquito de costo, que no cambia nuestra economía, pero sí es de mucha bendición para otros niños que tienen tan poquito. Esa es más o menos la idea del orfanato y de algunos proyectos, si Dios permite y da fuerzas y ánimo, porque uno a veces siente que el trabajo no es conocido o no es valorado, porque sentimos que muchas veces nos tiramos abajo, pero bueno, orando para que se puedan utilizar estas ideas, canalizarlas y que sean de beneficio. Yo sé que hay muchas personas que sienten deseos de ayudar y a veces no saben cómo. Y bueno, yo sentí que al menos no estaba aquí mirando del otro lado del mundo a la gente que pasa mal, sino que era parte de esa ayuda, de esa pequeñita parte de ayuda.

Cuando surgió la idea de colaborar con el orfanato a través del diario de oración, yo en seguida me comuniqué con los responsables. Con la hermana misionera y esposa del pastor a cargo hicimos varias conferencias, conversamos y ellos me hablaron del apadrinamiento. Dicho sea de paso, ya están preparando el material para que yo pueda compartir en Uruguay y con los hermanos de habla hispana, para que también puedan ser parte. El apadrinamiento es que desde donde estemos, con los recursos que tenemos, que podamos colaborar. Ese dinero o lo que sea que llevemos es evocado a esos niños que actualmente son unos 40, a veces son 50, de acuerdo con las condiciones. Algunos permanecen más tiempo y otros menos, y ayudan al hogar, a la misionera, hay muchas carencias y hay muchos hermanos de todas partes que colaboran, es solo estar dispuestos. Cuando ella me envió lo que sería el apadrinamiento de un niño, yo pensaba que de acuerdo con la economía en Uruguay iba a ser muy costoso, pero ella me decía que, uniendo a varios hermanos, varias personas pueden apadrinar a un niño. Eso se hace a través de algo legal, hay una ONG que se encarga de recibir esas ofrendas, uno se compromete para poder colaborar y es un trabajo muy responsable, hay una página, hay un material precioso que ellos han preparado y que funciona hace varios años ya, así que sería una manera. Yendo también, quizás uno piensa que no, pero coordinando con tiempo y dando de lo que uno da puede pasar un tiempo allá, ayudando a la misionera, creo que se arman grupos coordinando los tiempos y las formas. Yo no he ido al hogar, pero es uno de mis deseos, y bueno, el Señor es el que produce todas las cosas y las habilita.

Yo he aprendido que a veces tenemos ese error de concepto, a veces es transmitido por donde hemos vivido y a veces simplemente lo evocamos nosotros mismos, de que yo no podría, no soy útil, o podría hacer muy poquito. A mí el Señor me ha enseñado que no importa lo poco, Él lo utiliza si estamos dispuestos. Y lo que a uno a veces le parece que es muy poco, es de utilidad para otros. Y con esto me refiero a todos nuestros recursos, aún nuestra propia vida. Yo, cuando escuché en la Conferencia Misionera a Juan y Adriana, la única profesión que no nombraron fue maestro, porque claro, era una clínica. Y durante mis oraciones yo decía “pero Señor, no es una necesidad”. Y cuando estaba allá, no quería volver, sentía que había tanto para hacer. A pesar de que tenía a mi familia acá y que los extrañaba, quería seguir. Cuando volví pensé: “de nada me sirve seguir preparándome tanto”, porque yo tengo varias especializaciones, pero yo dije “Señor, yo no quiero más esto, no quiero completar una carpeta y nada más. Quiero invertir mi tiempo para la eternidad”. Y eso es un desafío para cada uno de nosotros, nuestro pasar en la Tierra. Puede ser esto que, si es productivo, es bueno. Hoy estoy en un ordenamiento del país como docente, tengo mi trabajo efectivo, cosas que agradezco a Dios, bondades que me ha dado, pero sé que esto no es lo que deseo. Sin duda que los que son misioneros tienen mucho más para decir, porque yo solo estuve en una pequeña misión de dos meses, pero hay gente que dedica su vida a esto.

Victoria: Verónica, está siendo muy bueno compartir contigo y quiero proponerte estar en la próxima entrevista, acompañarnos en un próximo programa. Para nuestras amigas también va la invitación, las invitamos a que nos acompañen en el próximo programa. ¡Las esperamos!

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