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Autor: Esteban Beitze

Aprendemos a vivir en pos de Cristo. buscarlo a él y sufrir el menosprecio que él sufrió, pero vivir consagrados a él. Esto sí es una vida ganada. Uno puede tener mucho, pero si pierde lo más importante, que es una vida consagrada a Dios, perdió su vida.


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PE2790- Estudio Bíblico
Elías: El ejemplo de un siervo de Dios (11ª parte)



El ejemplo de un siervo de Dios

¿Qué tal queridos hermanos? Vamos a seguir en nuestro estudio de la vida del profeta Elías, y hoy nos toca ver un personaje lateral a la vida de él, al servicio de él. Este hombre se llama Abdías, y esta historia la encontramos en 1ª Reyes 18:1-16.

Ahí leemos: “Pasados muchos días, vino palabra de Jehová a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra. Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. Y el hambre era grave en Samaria”. Recordamos que había una hambruna de ya más de 3 años y medio por la idolatría del pueblo de Israel, y este juicio había sido anticipado y enviado por Dios por medio de Elías.

Sigue nuestra historia en el versículo 3: “Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso de Jehová. Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua. Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias.

Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino, y Abdías fue separadamente por otro. Y yendo Abdías por el camino, se encontró con Elías; y cuando lo reconoció, se postró sobre su rostro y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías? Y él respondió: Yo soy; ve, di a tu amo: Aquí está Elías. Pero él dijo: ¿En qué he pecado, para que entregues a tu siervo en mano de Acab para que me mate? Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí; y a reinos y a naciones él ha hecho jurar que no te han hallado. ¿Y ahora tú dices: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías? Acontecerá que luego que yo me haya ido, el Espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa, y al venir yo y dar las nuevas a Acab, al no hallarte él, me matará; y tu siervo teme a Jehová desde su juventud.

¿No ha sido dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová; que escondí a cien varones de los profetas de Jehová de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve con pan y agua? ¿Y ahora dices tú: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías; para que él me mate? Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostraré a él. Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, y le dio el aviso; y Acab vino a encontrarse con Elías”.

Entonces vamos a observar una figura lateral de la historia de Elías. Casi pasa desapercibida, pero fue un gran personaje. No tiene nada que ver con el libro del profeta Abdías que encontramos en el Antiguo Testamento. Vamos a ver algunos aspectos de la vida de este hombre y lo que nos puede enseñar para la actualidad. Vivimos en una situación similar a la que vivía este hombre, un mundo marcado por la inmoralidad, la maldad, el engaño la violencia. Este hombre tenía que enfrentar todo esto. ¿cómo lo encaró? ¿Cómo lo vivió? Vamos a aprender algunas cualidades de él que podríamos aplicar también para nosotros.

La primera de ellas es que era Temeroso de Dios. La virtud más sobresaliente de este hombre fue que “era en gran manera temeroso de Jehová” (v.3). Era una de las pocas personas que se diferenciaba en esta sociedad marcada por el pecado. ¿A qué se debe su firmeza en medio de un entorno completamente corrupto, sanguinario, idólatra y depravado? Podemos suponer que se crio en un hogar temeroso de Dios. Tenemos dos razones para suponer esto: En primer lugar, su nombre. Su nombre significa siervo de Jehová. Sabemos que en la antigüedad se le daba mucha importancia al significado de los nombres. Muchas veces con el nombre iba revelado el deseo o la situación personal de los padres. ¡Qué deseo más precioso que tenían los padres de Abdías! Sus oraciones eran que su hijo fuera un siervo del Señor. Esto se cumplió de una forma maravillosa. Ahí quisiera preguntarle a los que ya somos padres. ¿Cuál es el deseo que tenemos para nuestros hijos? ¿Que sean grandes frente a la sociedad? ¿Que tengan títulos? ¿Que sean reconocidos? ¿Que sean ricos? ¿O que sean siervos de Dios? ¿Cuál es nuestro anhelo? Acá tenemos, evidentemente, un matrimonio que deseaba que su hijo fuera temeorso de Jehová, un siervo de Dios, y sus oraciones y su deseo se complió.

Además, tenemos el testimonio personal de Abdías. Allí dice …tu siervo teme a Jehová desde su juventud” (v.12b) Evidentemente sus padres lo encaminaron en amar, en servir y temer a Dios. Entonces ya de joven él se decidió por los caminos del Señor, esto, influenciado por sus padres. Entonces los que fuimos criados en hogares cristianos no deberíamos olvidarnos nunca de dar gracias a Dios por esta enorme bendición. Generalmente no lo apreciamos lo suficiente. Los que sí lo apreciarían son aquellos que no lo tuvieron. Ellos se dan cuenta de la abismal diferencia que significa criarse en un hogar marcado por el pecado en sus más variadas formas y crecer ya con el pecado aceptado y practicado en muchas esferas. Muy distinto es saber de chico lo que es lo correcto, saber que existe Dios y que nos ama, que un día lo vamos a encontrar, que tendremos que rendir cuentas, pero también dónde encontrar ayuda frente a circunstancias difíciles y ser resguardado en cierta forma de muchos pecados.

Entonces si tienes o vienes de un hogar cristiano, no olvides de darle las gracias a Dios por esta bendición, y si todavía tienes a tus padres, honralos. Dios te guardó así de muchas cosas dañinas. Por otro lado, si no lo tuviste, sabés muy bien el gran valor que tiene este hecho. Por lo tanto, ora y busca formar o mantener un hogar que honre a Dios, de manera que tus hijos, si el Señor te los permite tener, puedan ser como Abdías, siervos del Señor.

Y como padres, tenemos la gran tarea de encaminar a nuestros hijos en los caminos de Dios. Sigue muy vigente el principio de Proverbios, tan conocido: “Instruye al niño en su camino, y aunque fuere viejo, no se apartará de él”. Abdías fue instruido por sus padres, y aún en el peor entorno se mantuvo fiel. Algo muy similar tenemos con Moisés. Pocos años estuvo con sus padres y luego terminó en el palacio del faraón, lleno de idolatría y maldad, pero él se mantuvo fiel. Algo similar con el pequeño Samuel en un entorno corrupto e inmoral. ¿Vemos la importancia de la influencia de los padres?

Pero volvamos a esta expresión “tu siervo teme a Jehová desde su juventud”, también nos enseña otra cosa. Hubo un momento en la vida de Abdías, y fue en su juventud, que él decidió seguir a Dios. Era un tiempo en el cual ya había empezado la decadencia espiritual y la idolatría en Israel. Muchos de sus amigos, con seguridad, no les interesaba seguir a Dios. Pero Abdías se diferenció. Él tomó la decisión de seguir al Señor, en contra de lo que muchos hicieran o pensaran. Esto trajo grandes bendiciones para su vida. Sin lugar a duda, Dios lo recompensó grandemente.

Entonces, si eres joven, ¿ya dedicaste tu juventud al Señor? ¿Temes al Señor desde tu juventud? Abdías actuó de acuerdo con un conocido dicho del rey Salomón que se encuentra en Eclesiastés 12:1 “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento”, haciendo referencia allí a la vejez. Entonces, si eres joven, vive para el Señor. Consagra tu vida al Señor. Se un siervo del Señor. Ahora, aun si no fueras joven, Dios nos pide nuestra vida sobre el altar, nuestra consagración, como dice Romanos 12:1 y 2. Sólo una vida entregada al Señor es una vida ganada. Así lo dijo el Señor Jesús mismo: “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará” (Mt.10:39).

Esto lo dijo en el contexto de que cada uno lleve su cruz. O sea, vivir en pos de Cristo. Buscarlo a él y sufrir el menosprecio que él sufrió, pero vivir consagrados a él. Esto sí es una vida ganada. Uno puede tener mucho, ser famoso, tener honra, poder, y cumplir todos sus deseos y anhelos materiales, físicos, terrenales. Pero si pierde lo más importante, que es una vida consagrada a Dios, perdió su vida. La vida no tiene el valor que Dios le quisiera dar. En cambio, si andamos en las obras preparadas por Dios, entonces sí vamos a tener una vida que honre a Dios y seremos honrados por Él. Que esta sea nuestra actitud. Imitemos el ejemplo de Abdías, un siervo de Dios. Amén.

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