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Autor: Esteban Beitze

¿Cómo lo podemos aplicar este “consumado es” al diario vivir? ¿Cómo lo podemos aplicar cada día? Lo podemos aplicar en el reconocimiento, en la obediencia, en una vida de victoria, en el amor, en la esperanza, en cumplir con aquello que el Señor nos ha encargado, en predicar el evangelio, en la esperanza viva que tenemos por medio de Cristo.


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PX04_PASCUA_2022 – Estudio Bíblico
Consumado es (4ª parte)



Consumado es

¿Qué tal queridos hermanos? Estamos llegando al final de nuestro estudio de la frase más significativa de la historia, dicha por el Señor Jesucristo allí en la cruz, cuando en Juan 19:30 dice “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”. Habíamos visto lo que significaba este “Consumado es”. Era la culminación de la ley; el cumplimiento de las profecías en segundo lugar. En tercer lugar, el cumplimiento de la tipología o los símbolos del Antiguo Testamento.  También habíamos visto que significaba la culminación de la revelación bíblica; y, su vez, en quinto lugar, el cumplimiento de la tarea encomendada; la culminación del amor de Jesús; en séptimo lugar la consumación de la salvación e incluso, también, la consumación de la victoria.

Ahora bien, este “consumado es”, ¿cómo lo podemos aplicar al diario vivir? ¿Cómo lo podemos aplicar cada día? Creo que en primer lugar deberíamos verlo aplicado a la conversión. Como primera medida, debemos aceptar, si aún no lo hemos hecho, la salvación que nos ofrece Jesucristo. Después de lo que uno sabe acerca de lo que significa el consumado es, solo nos queda extender una invitación y dar una advertencia. La invitación dice “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación” (Hebreos 3:15). ¿Hace cuánto escuchas la voz de Dios? ¿Cuántas veces Él te ha invitado a acercarte? Por favor, ¡ya no endurezcas tu corazón! Por otro lado, a advertencia es la siguiente: “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:3).

Quiero traerles un pequeño ejemplo: Hace un tiempo atrás falló el motor de un bote de pesca que navegaba por encima de las poderosas cataratas del Niágara. Al ver que el bote era arrastrado por la corriente, los dos pescadores saltaron al agua y nadaron en dirección a la orilla. Sin embargo, la corriente era tan fuerte que alcanzar la orilla resultaba imposible. Algunas personas que vieron el accedente llamaron al servicio de rescate, quienes los esperaban justo antes de la caída. Allí los rescatistas les tiraron a los náufragos un salvavidas atado a una cuerda, el cual cayó en medio de los dos hombres. Uno de ellos lo tomó de inmediato, pero el otro, viendo pasar un enorme tronco, se sujetó a este. Podemos imaginarnos el final de la historia. El primero fue rescatado, y el segundo murió.

Lamentablemente sucede algo similar en nuestra vida espiritual. Muchos consideran que puede arreglársela solos, creen que son capaces de encontrar la seguridad, la paz y la esperanza en las buenas obras, las ideologías, la doctrinas filosóficas o incluso en las religiones. Muchos otros intentan olvidar lo irremediable de su situación por medio de fiestas, licencias morales, las amistades o, incluso, en el alcohol o en las drogas. Pero solo hay un salvavidas: Jesucristo, el que dijo “consumado es”. El Señor mismo dice que existen en el hombre tan solo dos condiciones. En Juan 3:36 dice “El que cree en el Hijo…” o sea, el hijo de Dios, “…tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Por lo tanto, ¡toma por medio de la fe la mano extendida y traspasada del Salvador! Dios hace el llamado amoroso: “dame, hijo mío, tu corazón”. Es como si Cristo desde la cruz extendiera su brazo, nos llamara por nuestro nombre y nos dijera “Ven al Padre, yo te amo, estoy entregando mi vida por ti. Cree en mí y tendrás a Dios como Padre”. ¿Ya tomaste esta decisión? No la dejes para más tarde.

En segundo lugar, podemos aplicar el “consumado es” en el reconocimiento. Cada vez que hacemos memoria de la crucifixión, de la muerte, de la entrega del Señor, su sacrificio y resurrección, recordamos este “consumado es”. Quien fue salvo no olvida la obra del Señor y siempre da gracias al Salvador. Esto debería ser la realidad de cada uno de nosotros. Deberíamos agradecer una y otra vez al Señor, alabarlo y adorarlo. Esto, entre otras, cosas, es precisamente lo que hacemos cuando participamos de la cena del Señor. Allí recordamos de manera especial lo que él hizo por nosotros. El Señor nos ordena: “haced esto en memoria de mí” (1ª Cor. 11:24). Por lo tanto, adoremos una y otra vez al Señor Jesús por lo que él hizo, esta actitud debería ser una actitud cotidiana.

El “consumado es” también lo tenemos que aplicar a la obediencia. Cuando aplicamos la Palabra al igual que lo hizo el Señor Jesucristo al cumplir la voluntad del Padre. Esa es la mejor prueba de que realmente lo amamos, como dijo el Señor: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. ¿Realmente amamos al Señor? Entonces estamos cumpliendo sus mandamientos. De lo contrario, sería una mentira.

¿De qué otra forma podemos aplicar este “consumado es”? Lo podemos aplicar en una vida de victoria, al igual que Jesús logró la victoria. La victoria sobre el pecado, la muerte, el diablo, es ahora nuestra victoria. Podemos beneficiarnos de ella, como dice Pablo: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1ª Cor. 15:57).

El “consumado es” también lo podemos aplicar en el amor. Aplicamos el “consumado es” cuando experimentamos el amor del Señor Jesús. El mismo amor que le costó la vida es el que nos hace sentir seguros, aún en medio de los peores acontecimientos. El apóstol Pablo escribió lleno de júbilo que nada ni nadie podría separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Rom. 8:39). Este ejemplo de un amor tan poderoso debería llevarnos a obedecer luego lo dicho en Santiago 2:8 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Podemos aplicar también el “consumado es” en aquello que el Señor nos ha encargado hacer. El apóstol Pablo pudo decir en sus últimos días que había peleado la buena batalla, que había guardado la fe y que había acabado la carrera. Ahora, cuando nos toque el momento de partir de este mundo, ¿podremos decir lo mismo? ¿Estamos preocupados por cumplir con las obras que Dios ha preparado para que nosotros anduviéramos en ellas? Como dice Efesios 2:10, solo alcanzaremos una vida plena si estamos en el lugar que Dios quiere y haciendo lo que el Señor planificó para nosotros. Luego tendremos la recompensa, o la pérdida, en el Tribunal de Cristo.

Aplicamos también el “consumado es” cuando predicamos el evangelio. Si estamos compenetrados en la obra de Jesús como lo estaba Juan y los demás discípulos que decían a los que se lo querían prohibir: “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20). ¡Cuéntale a tu familia lo que Jesucristo significa para tu vida! ¡Testifica delante de tus amigos, conocidos y vecinos que Jesús es tu salvador y que podría ser el de ellos también! Haz como Pablo, que sin vergüenza del evangelio de Jesucristo lo predicaba. Porque el Señor tampoco tuvo vergüenza de sufrir y morir por cada uno de nosotros.

Y, para terminar, también podemos aplicar este “consumado es” en la esperanza. Las palabras de Hebreos 9:28, además de referirse a la obra redentora nos recuerdan algo más. Es nuestra esperanza y expectativa que “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”. El Señor murió para salvarnos. Pero creo que añora el momento en el que pueda llevar a sus hijos a la Patria Celestial, a la eterna habitación del Padre. Porque entonces la salvación estará completa en toda su plenitud. De seguro en este tiempo el victorioso grito del Gólgota sonará por la eternidad ¡“consumado es”! ¿Cómo será el día en el que, por primera vez, miremos al Señor Jesús a sus ojos, observemos las marcas en sus manos?

Muchas veces intento imaginarme este momento, pero creo que toda imaginación se quedará corta. Entonces alabaremos a Cristo eternamente. Así como está escrito en Apocalipsis, “al que está sentado en el trono y al cordero sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder por los siglos de los siglos”. Al final del apocalipsis dice “y sus siervos le verán”. Lo vamos a alabar, lo vamos a ver, lo vamos a adorar y le vamos a servir por la eternidad. El Señor exclamó, ¡“consumado es”! Que vivamos de acuerdo con esta preciosa verdad. Amén.

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