El llamado de Eliseo (13ª parte)

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Autor: Esteban Beitze

Seguramente ya has pasado por situaciones adversas, crisis en tu vida, injusticias y dolor. ¿Qué han producido estas circunstancias? ¿Te han amargado, desesperado, endurecido y alejado de Dios, o han ablandado tu corazón y dirigido al único que tiene la verdadera solución y ayuda?


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PE2916 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (13ª parte)



2. UNA BÚSQUEDA DIVINA

Estamos analizando la vida y obra del profeta Eliseo, y ahora estamos estudiando una alianza entre el rey Joram de Israel, Josafat de Judá y el rey de Edom para combatir el rey de Moab que se había revelado. Después de haber tomado una serie de decisiones en la independencia de Dios, estos tres reyes, llegaron al punto de poner en riesgo de vida a sus propios hombres. Después de 7 días en el desierto, este gran pueblo, estaba a punto de perder la vida por falta de agua. Pero, ahora, después de tomar tantas decisiones equivocadas, toman una decisión apropiada.

A. Una decisión apropiada

Frente a esta realidad hubo dos actitudes que observamos en 2ª Reyes 3:10 al 12: “Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! que ha llamado Jehová a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas Mas Josafat dijo: ¿No hay aquí profeta de Jehová, para que consultemos a Jehová por medio de él? Y uno de los siervos del rey de Israel respondió y dijo: Aquí está Eliseo hijo de Safat, que servía a Elías. Y Josafat dijo: Este tendrá palabra de Jehová. Y descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Edom”.

La exclamación del rey impío de Israel muestra toda la impotencia y desesperación de alguien al que se le acabaron las opciones (v.10). Todas las decisiones habían sido tomadas en la independencia de Dios, y ahora hasta acusa a Dios de querer matarlos.

Así sucede muchas veces con los impíos. Cuando se encuentran sin soluciones humanas, o cuando estas fallaron rotundamente, se entregan a la desesperación, acusan a otros y hasta llegan a tener pensamientos suicidas. No pocos intentan ahogar su desesperación en el alcohol o las drogas. Muchas veces echan la culpa a todos los demás, incluso a Dios. Personas que nunca les importó Dios, luego cuestionan con odio: “¿Por qué Dios permite esto?” Y, no pocos echan mano de una decisión aún más radical buscando poner fin a su vida.

¡Qué diferencia vemos en la reacción de Josafat! Él busca consejo divino. Lamentablemente recién ahora se acuerda de buscar a Dios, pero al menos lo hace. En la crisis, se recuerda y vuelve a Dios.

¡Es impresionante observar cómo la misma necesidad afecta de diferente forma a las personas! Uno actúa con desesperación, se endurece, se vuelve rencoroso buscando a quién acusar de su estado, mientras que el otro busca la presencia y el consejo divino. Esto se encuentra en directa relación con la cercanía a Dios o no que se tenga con el Señor. Seguramente ya has pasado por situaciones adversas, crisis en tu vida, injusticias y dolor. ¿Qué han producido estas circunstancias? ¿Te han amargado, desesperado, endurecido y alejado de Dios, o han ablandado tu corazón y dirigido al único que tiene la verdadera solución y ayuda? ¿Fue tu reacción como la del salmista? “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra” (Sl.121:1,2).

Es interesante que luego de estas palabras, es uno de los siervos del rey Joram que propone ir a ver al profeta Eliseo. Sabía hasta donde vivía, y por lo visto, no quedaba tan lejos tampoco. Uno se pregunta, ¿y por qué no lo buscó antes? A Joram no le quedó oculto el traspaso de ministerio del profeta Elías a Eliseo. Con toda seguridad se enteró de las señales y el juicio sobre los 42 muchachos que marcaron el inicio del ministerio bendecido de este hombre. Pero como era impío, prefería no tener contacto con él. Recién ahora, en el momento de mayor necesidad acude a él.

¡Cuántas veces sucede que, aunque las personas sepan todo acerca de Dios, conozcan el lugar en donde buscar la solución a sus problemas, no lo buscan inmediatamente! Recién cuando ya no encuentran otra salida, algunos se acuerdan de los creyentes o de una iglesia o claman a Dios en su desesperación.

Lo triste es que esto sucede incluso con creyentes. Viven su vida, toman decisiones sin tener en cuenta a Dios. Cuando de repente se encuentran en un callejón sin salida, ahí se acuerdan de Dios. Muchas veces sucede cuando ya hay consecuencias de malas decisiones que resultan irreversibles. Que nuestra oración constante sea: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hch.9:6). Con esta actitud constante nos ahorraremos mucho dolor de cabeza, frustración, consecuencias negativas e incluso mal testimonio.

Otro aspecto que podemos destacar de Josafat es la expresión: “Este tendrá palabra de Jehová” haciendo referencia al profeta Eliseo. Basándose en este testimonio, los tres reyes acuden al varón de Dios.

En un mundo tan lleno de engaño, pecado, oscuridad, con esperanzas que desvanecen como agua en el desierto, ¿dónde se encontrará la guía? Sólo en aquellos que “tienen la palabra de Dios”. ¿Dónde buscamos consejo? ¿Qué parámetro seguimos para la elección de una iglesia donde congregarnos? ¿Será la amistad, la distancia, la comodidad, lo atractivo del edificio o sus programas? A la larga, lo que cada uno de nosotros necesita es estar en contacto con aquellos que “tienen la palabra de Dios”. ¡Y ojalá, seamos de éstos para otros!

B. Una recepción inesperada

Debe haber sido impresionante como de repente aparecieron 3 reyes frente a la casa del otrora campesino. Allí vienen para consultar a Dios por lo que tienen que hacer. Pero en lugar de recibirlos con todo honor y reverencia sucede que: “Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo contigo? Vé a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondió: No; porque Jehová ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas. Y Eliseo dijo: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti, ni te viera”.

¿El profeta Eliseo se habrá sentido impresionado por la presencia de estos tres reyes? Antes de ser profeta había sido campesino, y ahora estaba en la presencia de reyes, o mejor todavía, ellos buscaron la suya. Pero vemos que esto no impresionó a Eliseo en lo más mínimo. Es que él vivía en la presencia del Rey de reyes, o como él mismo lo dice: “Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy”. Frente a esta majestad suprema, ¿quiénes son los reyes de Israel, Judá y Edom? Por esta razón también puede tratar de forma tan dura al impío rey de Israel. Si no fuera porque valoraba mucho el testimonio y la obra de Josafat, el rey de Judá, ni hubiera recibido al rey de Israel. Le dice a éste que vaya a buscar la ayuda en los ídolos que consultaban sus padres. Él no ve al rey de Israel como un rey sino como un adorador de ídolos. Su celo por la santidad de Dios hacía que enfrentara el pecado en forma muy directa sin diplomacia barata.

Alguien podría cuestionar estas palabras de Eliseo; podría haber estado contento de que Joram al fin lo buscara. Quizá podría ser el indicio de un nuevo comienzo. Pero el profeta veía sus intenciones. El rey no buscaba a Dios, sino buscaba agua, y de última, la victoria sobre sus enemigos y un beneficio material. Por eso Eliseo lo trata con tanta dureza.

¡Ah, sí Joram realmente hubiera buscado a Dios! Sin lugar a duda, Eliseo lo habría tratado de otra forma. Allí hubiera sido muy bienvenido.

Creo que esto también es una lección para nosotros. Muchas veces los creyentes solemos buscar y hasta disfrutar de la comunión de inconversos, sobre todo, si son famosos, ricos o nos pueden ser beneficiosos de alguna forma. Frente a su forma impía de vivir, muchas veces se procura ser diplomático, no chocar, no mostrarles su estado pecaminoso en forma directa. Es que se piensa que “se podrían ofender”. Podemos aprender de Eliseo de no hacer concesiones con el pecado, sino enfrentarlo sin ningún tipo de miramiento. A los inconversos los tenemos que tratar con respeto y cariño, pero con firmeza y honestidad señalando su estado perdido. Si no lo hacemos, no van a sentir necesidad en arrepentirse, y seguirán viviendo como están. Esto suele darse si nos hacemos amigos de los inconversos. Allí se suele evitar confrontarlo con su estado pecaminoso para no perder su amistad.

Aprendamos de Eliseo, no dejarnos encandilar por apariencia y brillo exterior. Tengamos presente, el alto valor que tienen los creyentes frente a Dios, no por mérito propio, sino por el valor del sacrificio realizado por el Señor en la cruz a nuestro favor. Si tenemos presente esta realidad exclamaremos admirados con profunda adoración con las palabras del apóstol Juan: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (Fil.3:1).

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