¿Está bien adaptar la opinión por amor a la paz y para quedar bien?
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20 febrero, 2008
La Biblia no nos enseña así. Leemos, por ejemplo, en Juan, que el Señor Jesucristo, hablando con Nicodemo, le dice que le es necesario nacer del Espíritu, y en 1 Corintios 12:13 leemos que nos hemos convertido por un solo Espíritu: "Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu." Fuimos bautizados por el Espíritu Santo el día que nos convertimos, y de esta manera fuimos hechos partícipes del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. De la misma manera también lo encontramos en Efesios 1:13: "En él (Cristo) también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria." Aquí vemos que cuando nos convertimos, cuando escuchamos el Evangelio y pusimos nuestra fe en el Señor Jesucristo, fuimos sellados con el Espíritu Santo. Dice el versículo 14 que Él es las arras, quiere decir, es como una seña que Dios nos ha dado, una seguridad de la salvación, la seguridad de la vida eterna. Cada uno que acepta al Señor Jesucristo, recibe el Espíritu Santo. Dice Pablo en Romanos que el que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él. No hay creyente que no tenga el Espíritu Santo, porque si no lo tiene, no es creyente. La prueba de tener el Espíritu Santo no es el hablar en lenguas, aunque en Hechos muchas veces estas dos cosas iban juntas, sino que es el fruto del Espíritu. Este fruto es según Gálatas 5:22 – amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Si en una persona estas cosas se hacen visibles, es una prueba de que realmente está viviendo según el Espíritu de Dios que está en ella. El fruto es un producto natural de la comunión con el Espíritu Santo. Sin embargo, los dones de Dios son regalos de Dios. Uno lo podría comparar con un árbol de Navidad. Un árbol, por ser árbol, tiene que llevar fruto, tiene que tener piñas, pero nadie le va a reprochar a un pino que no tenga en sus ramos regalitos de Navidad. Pues estos los colgamos nosotros, los hombres, poco antes de Navidad, ¿verdad? Así también, nadie te puede reprochar que no hables en lenguas, pero sí cuando no haya amor en tu vida, cuando no haya paz, cuando no haya paciencia. Esto también era lo que Pablo quería subrayar en su carta a los corintios, donde todos estaban buscando arduamente los dones del Espíritu y sobre todo el hablar en lenguas. Pues entonces, al hablar de los dones en los capítulos 12 y 14, el apóstol intercala ahí el capítulo 13 sobre el amor, que es mucho más sublime. Dice que las lenguas acabarán, pero permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor. Ellos son fruto del Espíritu, ellos son lo que realmente tiene valor, y tienen valor eterno. Otra prueba de que el Espíritu Santo está viviendo en nosotros es que mientras crecemos en la fe, cada vez más se hace visible en nosotros el Señor Jesucristo, y este es el deseo del Espíritu Santo. Dice el Señor en Juan 16:14: "Él (el Espíritu) me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber." El Espíritu Santo hace que el Señor Jesucristo sea visible, sea glorificado por nuestras vidas, y es una lástima que en muchos lugares donde los dones del Espíritu están en el primer plano, el Dador de los dones, el Señor Jesucristo, ocupe el segundo lugar. Una vez más quiero enfatizar que el hablar en lenguas y el tener visiones no son ninguna prueba de espiritualidad, pues también los mormones y los hindúes hablan en lenguas y tienen visiones, y ellos seguramente no creen en el Señor Jesucristo como nos lo enseña la Biblia. Es mi deseo que realmente sea lleno del Espíritu Santo, esto quiere decir, que cada vez más sea visible el Señor Jesucristo en su vida y que cada vez más pueda renunciar a su propio yo. Esto es lo que nos dice Pablo en Gálatas 2:20: "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí." |
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1 Comment
correcto .El hablar en lenguas es un don de los tantos que el E S reparte y no toods tiene el ismo don,sino loq ue Dios le da a uno