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Autor: Esteban Beitze

Atenas era una ciudad muy diversa, con multitud de ofertas, pero escondía una ignorancia que se exteriorizaba en ansiedad, excesos y vanidad. El sorprendente paralelismo con nuestra sociedad en una búsqueda que encuentra respuesta.


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PE3003 – Estudio Bíblico
El Dios ignorado y olvidado (1ª parte)



Nuestro tema es “El Dios ignorado y olvidado”.

Para ello quisiera invitarlos a leer una historia que sucedió hace casi dos milenios atrás, pero que tiene un paralelo impresionante para nuestros días.

Existen notables paralelismos entre la actualidad y el incidente de Pablo en el Areópago. A continuación, presentaremos un estudio acerca del significado de este momento histórico para nuestras vidas.

Leemos Hechos 17:16-23:

“Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto.  (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.) Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.”

El apóstol Pablo había llegado a Atenas. Mientras esperaba a sus colaboradores dio vueltas por la ciudad. Era una de las ciudades más importantes de este tiempo, sobre todo en lo que se refiere a cultura, deporte y religiosidad.

Pero, nadie es más infantil y supersticioso, más impío o más crédulo que algunas personas, consideradas eminentes por su saber y habilidad.

En el caso de Antenas, estaba totalmente entregada a la idolatría. Allí Pablo discutía con los judíos, piadosos, epicúreos y estoicos.  Los judíos tenían su religión y su ley de la cual estaban orgullosos pensando que eran algo especial y mejor que todos los demás, y que por guardar rituales conseguirían el favor de Dios.

También estaban dos corrientes filosóficas originarias de Atenas. Los epicúreos obtenían su nombre por ser seguidores de las enseñanzas del filósofo ateniense Epicuro. Era una filosofía que se enfocaba en poner al placer como objetivo central de la vida en contraposición con la sabiduría. Como dice MacArthur:

“La filosofía epicúrea enseñaba que el fin supremo del hombre consiste en evitar el dolor. Los epicúreos eran materialistas, y aunque no negaban la existencia de Dios, creían que Él no se involucraba en los asuntos humanos. Ellos creían que, al morir una persona, su cuerpo y su alma se desintegraban”.

O sea, básicamente vivían para el placer. En cambio, la filosofía estoica señalaba al conocimiento como el principal objetivo de la vida. En aquel entonces, Atenas era famosa por su refinada erudición, su filosofía y las bellas artes. La gente allí se destacaba por ser muy cultos. Casi podríamos decir, que se daba culto al conocimiento, a la sabiduría humana. Cualquiera que viniera con gran conocimiento y erudición sería recibido con los brazos abiertos. Eran especialistas en las discusiones filosóficas. De hecho, Pablo se encontraba en la cuna de la filosofía.

Los estoicos eran panteístas que creían que la sabiduría residía en quedar libres de toda emoción intensa, inmutables ante el gozo o el dolor, voluntariamente sumisos a la ley natural. Eran los que buscaban vivir honorablemente, estudiosos, se sentían personas excelentes, dignas, y por ello se sentían superiores a los demás. Eran los que se creían buenas personas.

1. CALLEJONES SIN SALIDA (LA HISTORIA SE REPITE)

Lo que vivía Pablo sigue existiendo hoy en día, quizás con algunas variaciones, pero con las mismas actitudes. En estos grupos podemos incluir gran parte de la actitud del mundo actual.

Los que siguen las novedades

En nuestro texto decía que la gente de Atenas se caracterizaba por buscar lo novedoso. Hoy en día, sucede algo similar. La gente busca en cualquier cosa o persona, creencia algo que le dé seguridad, paz, esperanza o bienestar. Como siempre hay algo novedoso que surge, van probando siempre algo nuevo.  Pero justamente esto también demuestra la falta de algo que realmente sea seguro y efectivo. Hoy vivimos en la época del relativismo de la verdad. Cada cual tiene su verdad, la cual pretende que sea respetada por el otro.

Pero esto nos indica algo muy serio. Si existen muchas verdades, que generalmente en algún punto son contradictorias, no existe la verdad absoluta. Por lo tanto, llegamos al punto que ya no hay verdad. Por eso muchos, con razón, denominan nuestro tiempo como el tiempo de la post verdad.

Pero, ¡qué tragedia para la humanidad cuando ya no existe la verdad absoluta, cuando ya no se puede creer en nada, cuando todo es relativo a la percepción o gusto personal! Esto trae una tremenda inseguridad al ser humano. No hay nada de lo cual se pueda aferrar y estar seguro que no le habrá de fallar.

Como aparente solución, el ser humano busca su inspiración, felicidad, seguridad y esperanza en diferentes cosas. Corre de un lado para el otro, siempre esperando encontrar el sentido de la vida. Pero esto sólo por un tiempo para luego frustrarse tras otra decepción.

Algunos incluso se acercan a las iglesias, simplemente por un motivo de curiosidad. Jesús es para ellos sólo un gran maestro, el iniciador de una nueva religión – una más entre tantas otras, un camino más. Algunos hasta se sienten a gusto con el amor que reciben, pero esto sólo hasta que aparezca algo más interesante, más entretenido o que parezca suplir mejor sus necesidades.

Vivir para el placer, materialistas

Están aquellos cuyo objetivo en la vida es pasarla bien al estilo de los epicúreos.  Se vive la vida siguiendo los placeres que se pueda encontrar. El slogan es: “Vive la vida; sólo hay una”. De ahí que muchos viven la vida en función del placer que pueda dar. El mundo se ha vuelto hedonista. De ahí que muchos siguen todo aquello que satisface sus deseos. Viven de acuerdo con la premisa que hay que vivir el ahora, porque después se terminó todo.

Las fiestas, las amistades, los hobbies, los entretenimientos, los viajes, el sexo, pero quizás también el alcohol, las drogas y muchas otras cosas más, son algunos de los medios que utilizan para lograr una supuesta felicidad. Pero ¡qué rápido se pasa! Por lo que pronto tiene que volver a lo mismo o a algo que dé un poco más de placer para volver al mismo resultado.

Esto está muy asociado al materialismo. El que tiene mucho se considera algo, pero el que no tiene no es. De ahí la búsqueda constante de más bienes materiales. Nos hemos vuelto una sociedad de consumo, porque muchos creen encontrar en ello su felicidad.

Pero ¡qué rápido se puede perder lo que se consiguió! Y aún el auto más nuevo y rápido, la casa nueva o el viaje a Tailandia no llena el vacío. Además, siempre habrá otro que tiene algo más y mejor. Esto vuelve a producir frustración y desesperación por más. Se vuelve un círculo vicioso que no encuentra la paz.

Frente a estas realidades, frente a esta búsqueda infructuosa, frente a la falta de seguridad en UNA verdad, ¡acude a Cristo! Él afirmó ser: “el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Jn.14:6).

Respecto la búsqueda de satisfacción en el materialismo, la Biblia dice: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1Jn.2:16-17).

¿Cuál es la elección que vas a tomar? ¡No sigas sin rumbo, ven a Cristo!

¡Él te quiere salvar!

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