El Dios ignorado y olvidado (3ª parte)
5 mayo, 2024
El Dios ignorado y olvidado (5ª parte)
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5 mayo, 2024
El Dios ignorado y olvidado (5ª parte)
5 mayo, 2024

Autor: Esteban Beitze

Atenas era una ciudad muy diversa, con multitud de ofertas, pero escondía una ignorancia que se exteriorizaba en ansiedad, excesos y vanidad. El sorprendente paralelismo con nuestra sociedad en una búsqueda que encuentra respuesta.


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PE3006 – Estudio Bíblico
El Dios ignorado y olvidado (4ª parte)



En el libro de los Hechos encontramos la historia en la cual el apóstol Pablo es confrontado por los filósofos atenienses y les presenta el mensaje de Dios. Ahí les decía: “porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;”

La búsqueda del Dios perdido

La Biblia nos presenta al ser humano como extraviado, perdido y que no encuentra el camino a Dios (Is.53:6). Decía el versículo 27a: “para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle,..”. Dios quiere que todos lo busquen. Pero en general, los hombres no quieren acercarse a Dios.

Siguiendo con el razonamiento de Pablo, este Dios “ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (27b). Él es tan grande que lo abarca todo, pero a su vez quiere tener comunión con cada uno de nosotros. Pero no hay nada que el hombre pueda hacer para que lo represente. De ahí la inutilidad de las imágenes que son veneradas. Un Dios tan grande no puede ser un pedazo de piedra, yeso o lienzo.

Ahora bien, Dios fue paciente por mucho tiempo respecto al desconocimiento e ignorancia de la gente. Pero lo que Él busca ahora es que “todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”.

Arrepentirse significa cambiar de rumbo 180°. Se caminaba en una dirección y luego se va en la opuesta. Si nunca hubo este cambio radical en tu vida, todavía no eres salvo. Puedes ser muy religioso, pero si todavía no hubo este cambio de rumbo y de dueño, sigues desconociendo realmente a Dios.

Alguien podría preguntar, por qué o de qué nos tendríamos que arrepentir. Es que tenemos un problema. Dios había hecho al hombre a Su semejanza y tenía plena comunión con él. Pero el hombre se creyó más sabio que Dios, quería prescindir de Él, tomar sus propios caminos, pero esto lo hizo pecar, o como lo entiende la Biblia, errar al propósito divino. Ahora bien, como Dios es santo no puede tener comunión con un ser que ha pecado. La Biblia dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro.3:23).  Es más, como Dios es justo también tiene que juzgar al pecador por medio de Jesucristo Su Hijo (v.31). Por esto Dios exige el arrepentimiento. No existe otra forma en que podamos ser salvos. El hombre es muy orgulloso pensando que puede vivir sin Dios. Necesitamos ser humildes. El orgullo, el creerse dueño de la verdad y la sabiduría es uno de los mayores impedimentos para la salvación. Hay tantos, tan sabios, pero que no quieren reconocer esta seria verdad. Es que, si somos honestos, a nadie de nosotros nos gusta que nos vengan a decir lo que debemos hacer, y menos, que estamos equivocados.

Pero el verdadero sabio, reconoce que “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Pr.1:7). Estas palabras nos las dijo cualquier hombre, sino el más sabio que existió sobre la tierra – el rey Salomón.

Recién cuando reconocemos que Dios existe, que lo que dice es verdad y que para ser salvos nos tenemos que arrepentir y venir a Él, entonces sí vamos a demostrar verdadera sabiduría. ¿Eres una persona verdaderamente sabia?

El camino a Dios

Pablo siguió su predicación mostrando el único camino para la salvación. Les había reconocido su religiosidad, pero un total desconocimiento de Dios. Esto sigue sucediendo hoy en día. Muchos dicen que creen en Dios. Algunos hasta dicen creer en Jesús y que se arrepintieron de sus pecados. Pero simplemente es una religión. No tienen una relación verdadera, profunda con Dios. Creen en Dios como creen en el amor, el odio o su cuenta bancaria. La Biblia dice que el único camino para ser salvo es tener un sustituto por nuestra condición pecaminosa. Les habló de Jesús, el que murió y resucitó (v.31).

La única solución para ser absueltos de culpa, para que nuestros pecados sean perdonados es que alguien pague por ellos. Pero esta deuda ningún ser humano la puede pagar, porque todos somos culpables. Por eso tuvo que venir Jesucristo a este mundo a cargar nuestro pecado. El justo e inocente murió en la cruz para sufrir el castigo que nosotros merecíamos. Dios cargó nuestra culpa en Él.

Pero Jesús también resucitó. Con esto demostró su poder sobre la muerte física y eterna. Es por medio de Él y sólo por Él que el hombre obtiene la vida plena acá y acceso a la vida eterna con Dios en el cielo.

En Romanos 5:1 es apóstol Pablo señala una verdad fundamental: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. El ser declarado justos únicamente se da por medio de la fe en Jesucristo. La cuestión es cuál o cómo se manifiesta esta fe.

La Palabra de Dios enfatiza un hecho fundamental para lograr la salvación. Está escrito en Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

Nos damos cuenta de que la salvación sólo es posible por medio de Jesús.

Frente a la realidad de una infinidad de supuestos caminos que ofrece este mundo e inventa el ser humano, pero que todos terminan en un callejón sin salida; a pesar de vivir en una sociedad donde la verdad es relativa a cada uno, Jesús afirmó categóricamente: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn.14:6). El apóstol Juan en el evangelio de su autoría, muestra lo vacío que es el hombre a pesar de todo su conocimiento y sus esfuerzos de encontrar la verdadera paz y seguridad. Pero señala que al creer en Jesús se encuentra la verdadera vida, porque Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn.10:10).

En el versículo 28 se nos presenta que Dios es vivo. Por lo tanto, es el único capaz de impartir vida. No sólo biológica sino espiritual y eterna. Nadie puede encontrar el verdadero sentido de la vida a menos que lo halle en la relación con Dios.

Vimos varias opciones que sigue el ser humano, pero todas se pueden resumir en dos: o es una vida desconociendo o ignorando a Dios o es una vida de identificación plena con Dios por la obra de Cristo en la cruz. En otro lugar Jesús señala la realidad de toda persona en este mundo. Existen sólo dos caminos y cualquiera de nosotros se encuentra en uno de ellos. Pero tengamos en cuenta también, el final de cada uno.

Jesús dijo: «Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan» (Mt. 7:13,14).

Hay dos caminos, y cómo suele suceder, donde hay un camino, también hay una meta, un lugar a donde se llega. Jesús fue muy claro advirtiendo del peligro de ir por el camino equivocado, el camino sin Cristo, que lleva a la condenación eterna, el infierno. Como decía Pablo en Atenas: “por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó” o sea el Señor Jesucristo. Pero también está el camino por medio de creer y aceptar a Jesús, al cielo, a la vida eterna. Pero la decisión es personal. ¿Por cuál de los caminos vas? ¿Por cuál te conviene ir? ¿Qué decisión tomas?

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