El Mesías, esperanza para el futuro (parte 10).
21 febrero, 2008El Mesías, esperanza para el futuro (parte 12).
21 febrero, 2008Titulo: “El Mesías, esperanza para el futuro” (parte 11).
Autor: Hal Lindsey
Nº: PE891
Dos roles distintos de lo que el Mesías haría en su venida fueron profetizados:
– uno era el llevar los pecados del hombre y reconciliarlo con Dios
– y otro, traer el reino de Dios, el tan esperado tiempo de paz y prosperidad, para Israel y para el mundo.
Ambas cosas serían cumplidas por la misma persona, el rey Mesías, pero no al mismo tiempo.
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«El Mesías, esperanza para el futuro» (parte 11).
Estimado amigo, para estudiar el tema de la presentación oficial del Mesías, leemos primero dos citas bíblicas, la primera es la profecía de Zacarías 9:9 en el Antiguo Testamento:
«Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti,justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.»
La segunda, es el cumplimiento de esta profecía, y Mateo lo relató con las siguientes palabras:
«Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, ypusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa,tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!»
MATEO 21:6-9
La entrada de Jesús en Jerusalén, con sus seguidores proclamándolo como el rey Mesías, es, generalmente, considerada por los teólogos cristianos como «La entrada triunfal». Fue un triunfo y, sin embargo, fue muy breve, porque después de una semana estaría colgando, muerto en una cruz, en los alrededores de la misma ciudad de Jerusalén.
¿Qué había salido mal en la expectativa de los discípulos de que Jesús, como Mesías, estaba a punto de establecer el reino de Dios y de liberar a los judíos de la tiranía de Roma?
Nada había salido mal en lo que a los planes de Dios respecta. El problema era que nadie había atendido, realmente, a las cosas que Jesús había estado diciendo acerca del por qué de su venida. Por ejemplo, Jesús le había dicho a sus discípulos que él había venido para buscar y salvar a los perdidos y, con eso, se refería a aquellos que eran pecadores (Lucas 19:10). Pero, más tarde, cuando estaba intentando preparar a sus discípulos para los eventos de la crucifixión, cuando cumpliría su plan de salvar a los pecadores, les dijo que tendría que ir a Jerusalén y sufrir mucho por causa de los líderes religiosos y ser muerto, pero que resucitaría al tercer día. Entonces Pedro, hablando por el grupo y manifestando total falta de entendimiento acerca de lo que Jesús acababa de decir, tomándolo aparte comenzó a reprenderlo diciendo: «¡Que Dios no lo permita, Señor! Esto nunca debe acontecerte».
Las Piezas Comienzan a Encajar en su Lugar
No fue sino hasta después de la muerte y resurrección de Jesús que sus seguidores comenzaron a juntar las piezas y vieron lo que él había estado tratando de decirles durante todo el tiempo. Habían dos roles distintos que profetizaban lo que el Mesías haría en su venida: uno era el llevar los pecados del hombre y reconciliarlo con Dios y el otro era traer el reino de Dios, el tan esperado tiempo de paz y prosperidad, para Israel y para el mundo. Ambas cosas serían cumplidas por la misma persona, el rey Mesías, peronoal mismo tiempo.Primero, el Mesías debería lidiar con la raíz del problema del hombre, una naturaleza y un corazón de rebelión y pecado y,entonces, podría establecer un reino donde todos los hombres estuvieran preparados para vivir en paz consigo mismos, sus familias y sus vecinos. Pero hasta que lo primero no fuera cumplido, lo segundo sería tan sólo un sueño, nunca una realidad.
Desafortunadamente, a los hombres nos les gusta que se les recuerde que son pecadores. Cuando esto se tornó el énfasis de la enseñanza de Jesús, en vez de ir armando un ejército y haciendo planes para derribar el gobierno y tomar el trono de David, muchas personas que veían en él un candidato para Mesías se desilusionaron. Como ellos no quisieron admitir que sumotivaciónpecaminosa era tan mala como susaccionespecaminosas, comenzaron a resentirse por el énfasis continuo que Jesús ponía en la necesidad de arrepentirse y llegar a él para encontrar perdón.
El Rompecabezas de los 2 Retratos del Mesías
En un sentido, es fácil ver por qué ellos estaban confundidos con respecto a Jesús y su proclamación de ser el Mesías. El Antiguo Testamento parecía predecir dos imágenes muy contradictorias del Mesías. Una lo mostraba como el que venía de la familia del rey David, surgiendo del anonimato a la prominencia nacional, destruyendo a todos los enemigos de Israel y estableciendo un reino de paz universal, tanto político como espiritual. Los judíos serían elegidos como líderes políticos y espirituales en este reino. Esta imagen cabía muy bien dentro de la esperanza nacionalista de los judíos, quienes sufrían bajo el puño opresor del imperio romano.
La otra imagen del Mesías, que emergía de las profecías del Antiguo Testamento, era la de un siervo gentil y humilde que enseñaba pacientemente, pero que sufriría y moriría por los pecados de su gente. El sería rechazado por sus propios compatriotas así como, también, sería odiado por otros pueblos. Esta imagen del Mesías es llamada algunas veces «El Mesías Sufridor» e Isaías habla mucho acerca de él.
Antes de que Jesús viniera a esta tierra, las dos imágenes eran confusas para los estudiosos de las profecías. Ellos entendían los dos roles del Mesías con claridad, pero la conexión entre ellos se le escapaba hasta al más brillante de los intérpretes. ¿Cómo podía ser que un hombre poseyera aspectos tan contradictorios? La mayoría de los profesores judíos simplemente dejaba este problema, de cómo armonizar estos dos roles, como algo que sería resuelto por algún futuro profeta que podría venir.
Otros comentaristas inventaron la teoría de que quizás eran dos los Mesías que vendrían. El rey conquistador sería el hijo de David y el manso y sufriente sería, de acuerdo a la tradición de José, el muchacho judío que habiendo sufrido muchísimo en las manos de sus hermanos al ser vendido como esclavo en Egipto, llegó a tener allí la preeminencia. Este Mesías comenzó a ser llamado Mesías ben José.
Lo que estos hombres entendidos no pudieron ver fue quetodaslas predicciones sobre el Mesías, ambos conceptos acerca de él, serían cumplidos en un hombre, pero no al mismo tiempo. Debería transcurrir un período de tiempo entre estos dos roles y eso conllevaría a que él apareciera en la tierra en dos momentos diferentes. Los profetas mismos que escribieron estas predicciones, aparentemente contradictorias, tampoco entendieron el concepto. Para ellos, al mirar por el túnel del tiempo, la venida del Mesías en estos dos roles era como dos grandes cumbres montañosas vistas a la distancia. Lo que ellos no podían ver sin embargo, era que entre estas dos cumbres había un valle – un valle de tiempo que ha durado casi 2000 años. La primera cumbre representaba laprimeravenida del Mesías como el cordero de Dios y salvador de las almas de los hombres, mientras que la segunda representaba susegundavenida como el león de Judá para establecer el reino de Dios en la tierra.
La Verdadera «Entrada Triunfal» de Jesús
Cuando Jesús entró en Jerusalén montado en un pollino, él estaba plenamente consciente de que éste era el cumplimiento de la predicción de Zacarías de lo que el Mesías haría. Zacarías le había dicho a la gente que cuando el Mesías viniera a ellos, montando un pollino, ellos se alegrarían mucho y darían voces de júbilo porque su rey estaba viniendo como salvador (9:9). Jesús también sabía que los gritos de entusiasmo se apagarían rápidamente cuando sucediera lo que era necesario para que la salvación de ellos fuera una realidad. Sin embargo, cuando los enfurecidos y temerosos líderes religiosos vieron la entusiasmada multitud siguiendo a Jesús con hojas de palma, listos para coronarlo rey allí mismo, le gritaron a Jesús para que reprendiera a sus discípulos y pararan con todo aquel comportamiento.
Pero la respuesta que Jesús les dio es una de las frases más clásicas de la Palabra de Dios en su plenitud. El les dijo: «Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían» (Lucas 19:40).
Jesús pronunció esa asombrosa declaración de que las piedras clamarían porque él estaba consciente de que una profecía increíble, hecha por el profeta Daniel en el capítulo 9, versos 24-27 se estaba cumpliendo ese mismo día.