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Titulo: “El Mesías, esperanza para el futuro” (parte 20).

Autor: Hal Lindsey
Nº: PE902

Un principio que es absolutamente necesario entender para interpretar las profecías, es la llamada «La ley del doble cumplimiento».

Esto abarca dos o más eventos que fueron profetizados, y que están ampliamente separados en cuanto a su tiempo de cumplimiento, pero están puestos juntos dentro del radio de una sola profecía. De esta manera el primer cumplimiento “parcial”, llega a ser una garantía mayor de un segundo cumplimiento más completo.


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«El Mesías, esperanza para el futuro» (parte 20).

LA ASCENSION

Este es el tema de hoy, estimado amigo, y antes de desarrollarlo quiero compartir tres lecturas bíblicas: 

Primero, en el Salmo 110:1-2: 

«Jehová dijo a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; domina en medio de tus enemigos.«

También Mateo 28:18: 

«Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.«

Y Hechos 1:9

«Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.«

La remarcable profecía del Salmo 110 fue escrita por el rey David, alrededor del año 1000 A.C. A pesar de que algunos estudiosos contemporáneos la han desacreditado como mesiánica, casi todos los estudiosos bíblicos anteriores a los días de Jesús reconocían que este Salmo se refería al Mesías. Esto es evidente debido a la conversación que Jesús tuvo con algunos fariseos de su época. Estos líderes religiosos de Israel estaban contendiendo con él acerca de su proclamación de ser el Mesías así que él les hizo la siguiente pregunta: «¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?»

Sin siquiera pestañear, ellos respondieron inmediatamente «De David». No había duda en ese aspecto. Era claramente entendido que cuando el Mesías viniera sería el Hijo más importante de David, del cual el profeta Natán había predicho que gobernaría sobre el trono de Dios para siempre (1 Crónicas 17:11-14).

Admitir que el Mesías sería el Hijo de David, sin embargo, no era lo mismo que proclamar que sería divino o igual a Dios, a pesar de que ellos sabían que él reinaría sobre el trono de David para siempre. Hubieron en el pasado algunos rabinos que enseñaron que el Mesías sería divino, pero otros pensaban que tan solo sería un gran ser humano con extraordinaria sabiduría y poder.

Pero, ¡Jesús les Hace Enfrentar el Hecho!

Una vez que Jesús hizo que los fariseos admitieran que el Mesías sería hijo de David, entonces les planteó la siguiente pregunta: «¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor?», y luego cita a David en el Salmo 110:1: «Dijo el Señor (Jehová) a«mi Señor«, siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?.» Ellos se dieron cuenta, sin ninguna duda, que lo que él les estaba diciendo era que si David mismo le llamaba 'su Señor,' este 'hijo' de David era más que tan solamente un hombre y, como no tuvieron argumento, se marcharon en silencio.

¿Qué había en este Salmo que hizo callar a los críticos de Jesús?

Es que ellos no tuvieron respuesta a las tres importantes preguntas que se formularon concernientes al Mesías. La primera era ¿cómo David podía llamar al Mesías «Señor» si era su hijo? Ya hemos visto, a través de las instigadoras preguntas de Jesús, que la respuesta era que el Mesías debía ser«más» que un simple hombre. El se sentaría a la diestra de Jehová, colocándole por lo tanto en un nivel igual a Jehová el Dios de Israel.

La segunda pregunta para la cual no tuvieron respuesta fue por qué David dijo que el Mesías debía sentarse en el cielo a la diestra de Dios,«antes» de que viniera a reinar sobre sus enemigos. Dios, en este pasaje, le ordena al Mesías que se siente con él en el«cielo» («no» en la tierra), por un período no especificado de tiempo«hasta» que el Mesías comience a reinar y subordinar a sus enemigos. El enigma de este «Gran Retraso» confrontó a los fariseos cara a cara y ellos no tuvieron respuesta para él.

Los fariseos estaban de acuerdo en que llegaría el día en que Dios sujetaría a él, por la fuerza, a los enemigos del Mesías. Pero ¿cómo el Mesías fue a parar al cielo y por qué tenía que esperar allí antes de venir? En segundo lugar, ¿dónde se hizo el Mesías todos estos enemigos, si de hecho no había estado en la tierra antes?

Este Salmo no deja lugar a otra conclusión lógica que no sea la de que el Mesías«antes» de ascender al cielo para sentarse a la diestra de Dios debía haber vivido y hecho enemigos en la tierra. Este «Gran Retraso» en la aparición del Mesías se extiende como un abismo ante aquellos que, no viendo la necesidad de que el Mesías venga dos veces, intentan descifrar el significado de la profecía acerca del curso de su vida.

¿Cuál es la Razón Para el «Gran Retraso»?

Cuando Jesús fue crucificado todos sus discípulos, excepto Juan, le dejaron, desanimados y descorazonados, en parte debido a que sus sueños de ver el reino de Dios en la tierra se había desvanecido. Tres días después, cuando la tumba se halló vacía y Jesús se apareció con vida a sus seguidores, sus esperanzas de que se estableciera el reino de Dios fueron reavivadas. Apenas un poco antes de dejarles, para regresar en forma corporal al cielo, les reunió para darles las últimas palabras. Entonces, ellos le preguntaron si estaba por establecer el prometido reino davínico, destruir a sus enemigos y tomar su posición de «Mesías Gobernante», una vez que había pasado por su rol de «Mesías sufridor» (Hechos 1:6-11).

Jesús les dijo que Dios había establecido un tiempo futuro en el cual regresaría a ocupar ese rol pero que, mientras tanto, ellos debían testificar acerca del significado de su sufrimiento por los pecados de los hombres. Entonces, a plena vista de todos sus discípulos, ascendió y desapareció para sentarse a la diestra de Dios hasta que Dios pusiera por estrado de sus pies a todos sus enemigos. Esto dio comienzo al «Gran Retraso», a su venida en el rol del rey conquistador.

Un Sacerdote «Eterno»

La tercer pregunta enigmática del Salmo 110 radica en el juramento solemne que Jehová Dios hizo al Mesías, en el versículo 4: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec». David dice aquí que el Mesías ha sido escogido como sacerdote eterno. Ahora, un sacerdote es aquel que ministra delante del Señor en representación del pueblo así que, obviamente, esto significa que el Mesías sentado a la diestra de Dios está ministrando delante de Dios a favor de la humanidad,«mientras» está en el «Gran Retraso», esperando para venir a la tierra a establecer el reino de Dios.

Pero la pregunta es: ¿por qué la nación de Israel necesitaría otro sacerdote, que no fuera de la línea sacerdotal aarónica, si estos sacerdotes estaban habilitados para hacer su trabajo de forma efectiva en la tierra? La respuesta, lógicamente, es que los sacerdotes debían ser inadecuados por alguna razón. Los sacerdotes de Israel no podían erradicar adecuadamente los efectos del mal y el pecado de los hombres porque ellos, para tratar con el problema, tenían un sistema de sacrificios de animales de resultado no permanente. Se necesitaba una solución permanente y entonces Jesús, el cordero de Dios, fue el sacrificio culminante ofrecido por los pecados de los hombres.

La última pregunta que nos queda por formular es: «¿Por qué existe un Gran Retraso?» ¿Por qué Dios no envió al Mesías de nuevo, inmediatamente, trayendo el prometido reino de paz y formando el mundo nuevo que había planeado? Esta última respuesta descansa en otra predicción mesiánica, Isaías 49:1-12. En este pasaje, el Mesías, llamado el siervo del Señor, relata brevemente su futuro sobre la tierra de los gentiles y dice por qué ellos tendrán la oportunidad de aprender sobre lo que él hizo.

El siervo, primeramente, dice que Dios le comisionó, originalmente, para traer a la nación de Israel a una buena relación con Dios. Pero luego lamenta que todo su trabajo en ese sentido haya sido un aparente fracaso. El dice: «Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas.»

Entonces el siervo expresa la manera en la que Dios le dijo: «Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.»

¡Por fin aquí está la respuesta! Es muy insignificante para el Mesías la recompensa de ser el gobernador sobre Israel tan sólo. Como recompensa por su sufrimiento, él extenderá su salvación a los millones de gentiles. Pero será necesario un largo tiempo para anunciar a los gentiles acerca del Mesías y de lo que él hizo por ellos. Durante este tiempo, muchos gentiles y judíos creerán en él como Mesías y salvador. Pero deben ser alcanzados durante el Gran Retraso porque, en su segunda venida, el Mesías viene en juicio y el tiempo del perdón se habrá acabado.

Jesús mismo, al ascender a las nubes en el Monte de los Olivos, dio este último mandamiento a sus discípulos. Les ordenó que fueran a toda nación y que dijeran lo que había sido hecho por ellos a través de su muerte. Los gentiles y los judíos aprenderían de esa forma que hay un sacerdote permanente, a la diestra de Dios, el cual perdona los pecados durante el período del Gran Retraso.

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