¿Qué acontecerá cuando venga Jesús? 2/3

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Titulo: ¿Quéacontecerá cuando venga Jesús? 2/3

Autor: WimMalgo 
Nº: PE1008

 

La profecía bíblica no nos dejó en la oscuridad en cuanto a lo que acontecerá cuando venga Jesús. ¡Seremos sorprendidos en sobremanera por nuestra transformación y nuestro arrebatamiento, porque el Señor vendrá a la hora que no pensamos, y entonces será grande la sorpresa!

 


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¿Quéacontecerá cuando venga Jesús? 2/3

En el programa pasado, estimado amigo, entre otros puntos hablábamos de que el hombre será transformado en el arrebatamiento. Dios nos ha elegido para esta transformación ya desde el acto de la creación. Dios quiere que la Palabra se una, en el hombre, con la fe. Sin tal unión, no hay crecimiento. Pero donde esto tiene lugar, allí hay transformación.

Pero esta concepción de Dios, la transformación del hombre en un cuerpo espiritual, no tuvo lugar, porque el primer hombre le desobedeció a la Palabra de Dios. Aconteció exactamente lo que Dios había advertido en Génesis 2:17: «Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás».

En vez de ser transformado, Adán murió en el plazo del día divino – un día de Dios es como mil años. Acerca de la muerte de Adán, se nos dice en Génesis 5:5: «Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió». Aún faltaban setenta años hasta el cumplimiento de los años. El número 70 es el número de la perfección divina o del cumplimiento.

Aparentemente, por su seducción al hombre, Satanás hizo fracasar la concepción de Dios, la transformación. Pero el Señor atenderá la oración del salmista: «Jehová cumplirá su propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; no desampares la obra de tus manos».

Con esto, Dios manifestó el cumplimiento de Su intención original: el arrebatamiento y la transformación en un estado de corporeidad espiritual. Esto también lo confirma Pablo en Filipenses 3:21: «El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas». ¡Dios prosigue Su camino, Su plan se cumplirá y nadie puede detenerle! Hoy, el cumplimiento de esa gran esperanza ha llegado a inmediata proximidad: la transformación de materia corruptible en el estado de incorrupción, o con otras palabras, la resurrección física de los muertos en Cristo y la transformación de los que viven y hayan quedado. ¿Qué, pues, significa esto? ¡Significa que Cristo, las primicias, tendrá hermanos, «para que él sea el primogénito entre muchos hermanos»! Así como El volvió al Padre en la integridad de Su existencia terrenal, con cuerpo, alma y espíritu, así, en la integridad de su existencia terrenal, irán al Padre también Sus hermanos nacidos después de El.

En el arrebatamiento, querido amigo, los movimientos de creación (la transformación de los creyentes vivos) y de resurrección (la resurrección de los muertos en Cristo) se realizarán en paralelo. Tendrá lugar una gran metamorfosis (reorganización, transformación) que significará un poderoso avance en el plan de salvación de Dios. Será causa de gozo, no solamente en la tierra, sino también en el cielo. ¿Qué aspecto tiene entonces el futuro para nosotros, desde el punto de vista recién mencionado? La profecía bíblica no nos dejó en la oscuridad en cuanto a lo que acontecerá cuando venga Jesús. ¡Seremos sorprendidos en sobremanera por nuestra transformación y nuestro arrebatamiento, porque el Señor vendrá a la hora que no pensamos, y entonces será grande la sorpresa! Para nosotros, los Suyos, esto significa prácticamente, que para toda la eternidad no saldremos más de nuestro asombro.

Alabaremos y ensalzaremos eternamente a Dios y al Cordero, nos postraremos delante de Su trono. Cantamos en un himno: «Cara a cara, ¡cuán glorioso ha de ser así vivir! ¡Ver el rostro de quien quiso nuestras almas redimir!» – Oh, querido amigo, ¿tienes tú el perdón de tus pecados? ¿Ya estás tú también en el camino hacia esa gloria indecible que resultará la sorpresa más grande de todos los tiempos? A saber: «…seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es»Y: «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman». Pero el hombre que no se convierte, que no tiene el perdón de los pecados, si bien tiene una vaga idea de una indeterminable gloria, no lo puede concebir. Hasta el gran filósofo del siglo 17, Pascal, dijo: «Cada uno trae en sí el prototipo de la hermosura cuya imagen está buscando en el vasto mundo…» Pero estaba equivocado, pues el prototipo de la hermosura no está en el hombre, no se encuentra en el vasto mundo, sino que el prototipo de la hermosura es el Dios eterno, revelado en Jesucristo.

La hermosura de Cristo deseo tener, de Su amor y pureza reflejo ser, así lo cantamos. ¡Solamente el que se dejó hallar por Jesucristo, ha hallado el prototipo de la eterna hermosura! Sí, por eso Dios mandó a Su Hijo, para devolvernos a ti y a mí el eterno prototipo de la hermosura que habíamos perdido por causa del pecado: ¡la imagen de Dios! Jesús dijo: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre». O en Romanos 8:29 leemos: «Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos».

Recibes toda la gloria del ser hecho conforme a Su imagen en el momento en que dices de todo corazón sí a Jesucristo. En el momento de tu conversión debe comenzar el imprescindible proceso de tu creciente santificación, como lo dice 2 Corintios 3:17-18 de forma muy magistral: «Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor».

Es verdad que a todos los que oyen este mensaje de Jesús, pero no lo aceptan, también les espera una sorpresa – una sorpresa terrible. Pertenecen a aquellos de los cuales dice II Corintios 4:4: «…en los cuales el Dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios». Si te cierras para la luz del Evangelio que alumbra tu oscuridad en estos días, sí, si desatiendes este resplandor, entonces Jesucristo queda para ti el gran desconocido. Entonces habrá una separación en el momento del arrebatamiento; te quedarás irrecusablemente atrás. En Mateo 24:40-42 leemos acerca de esa tragedia: «Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor».

El Señor vendrá de repente. El hecho de esa separación irrecusable y todas las señales de los tiempos postreros llaman en voz alta: ¡El viene pronto! Aún más claramente lo perciben hoy los creyentes en todo el mundo por medio del Espíritu Santo en sus corazones: ¡El Señor viene muy pronto!

Viendo ya lo Misterioso por la Fe

Ya hablamos mucho de las señales de los tiempos postreros, que son ópticamente visibles. Pero respecto a los grandes y misteriosos acontecimientos en la venida del Señor tendrán lugar cosas aún mucho más poderosas en el mundo invisible. Tenemos que apoyarnos en primer lugar en esto, en lo invisible. 2 Corintios 4:18 dice algo esencial al respecto: «No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas».

Existen mucho más cosas invisibles que visibles. Para poder ver lo invisible, andamos por fe, sin ver; pero por medio de esta fe concebimos las cosas invisibles como realidad palpable. Así lo dice Hebreos 11:1: «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve».

Hacemos como Moisés: «…porque se sostuvo como viendo al Invisible»

La verdadera fe en la Palabra profética nos capacita para ver los acontecimientos que se desarrollan en el mundo invisible, y para escuchar con corazón dispuesto lo que el Señor dice acerca de esto. Que sea así, estimado amigo, en tu vida, amén.

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