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Título: «DEl Cordero de Pascua al Cordero de Dios»

Autor: Fredy Winkler
PE1284

Jesucristo no vino en primer lugar a esta tierra para librarnos del mal en esta vida – aunque también quiere hacerlo – sino que quiere salvarnos de algo mucho peor, es decir, de la muerte eterna por el pecado.

Con la resurrección de Lázaro quiso revelar que tenía el poder para hacerlo y justamente este extraordinario acto de poder y amor ilimitado fue la causa de que los envidiosos enemigos decidieran matarlo


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Hola! ¿Cómo está usted estimado amigo? Aquí estamos nuevamente en este encuentro, a través de las ondas radiales, en el que podremos aprovechar los siguientes 15 minutos para aprender algo más de la Palabra de Dios.

Y lo haremos a través del estudio bíblico titulado: 

«Del Cordero de Pascua al Cordero de Dios».

Es sumamente interesante observar las imágenes proféticas del Antiguo Testamento, que nos indican lo que hizo Jesucristo para la humanidad entera con Su muerte en la cruz.

Algunos ejemplos son el cordero de Pascua en Egipto, o el carnero que Abraham sacrificó en lugar de su hijo Isaac. Aclaran, de manera gráfica, que la obra de salvación estaba incluida en el plan de Dios para la humanidad, desde antes de la fundación del mundo.

Vamos a la primera pausa musical, y después al estudio bíblico de Fredi Winkler en la voz del Pastor Herman Hartwich.

El inocente Cordero de Dios

Estimado amigo, Jesucristo no vino en primer lugar a esta tierra para librarnos del mal en esta vida – aunque también quiere hacerlo – sino que quiere salvarnos de algo mucho peor, es decir, de la muerte eterna por el pecado. Por la resurrección de Lázaro quería revelar que tenía el poder para hacerlo y por eso ha dicho a Marta, que lloraba la muerte de su hermano Lázaro: 

„Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?»

Justamente este extraordinario acto de poder y amor ilimitados fue la causa de que los enemigos y envidiosos decidieran matarlo. En Juan 11:47-53 leemos lo siguiente al respecto: „Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Así que, desde aquel día acordaron matarle».

Es increíble que el sumo sacerdote que estaba en función en aquel entonces, justificara el plan de matar a Jesús con el argumento de que era mejor que muriera uno solo que dejar que perezca todo el pueblo. Con esto, la muerte sustitutiva de Jesús ya había sido decidida por el mismo sumo sacerdote y el concilio judío. Pero lo que ellos no sabían era que, de esta manera, ellos se habían convertido en el „órgano ejecutivo» de lo que Dios había previsto en Su Plan de Salvación para la humanidad. Él quería entregar a Su amado Hijo como sacrificio de expiación por el pecado del mundo para abolir la separación entre Dios y los hombres, tal como Pedro lo escribe en su carta: „Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios…» (1 P.3:18).

Jesús, el verdadero Cordero de Pascua

Pero Jesús no tenía que morir durante la fiesta de Pascua. En esto estaban de acuerdo el sumo sacerdote y el concilio judío. Sin embargo, aconteció exactamente lo que ellos querían evitar, pues estaba previsto en el Plan de Dios que Jesucristo diera Su vida en sacrificio expiatorio por la humanidad en la fiesta de Pascua. La inesperada disposición de Judas para traicionar a su maestro aceleró el desarrollo del asunto, ya que el concilio se vio obligado a actuar. Contrariamente a lo que habían pensado, Jesús vino a Jerusalén para la fiesta. Pero cuando Él estuvo en el Templo durante el día, ellos no se atrevieron a detenerlo por temor a los peregrinos que conocían y veneraban a Jesús. Por eso necesitaban a alguien que supiera dónde Él pasaba la noche, pues era imposible encontrar a una persona entre los centenares de miles de peregrinos cuando vino el inesperado ofrecimiento de Judas.

Los enemigos de Jesús quisieron aprovechar la oportunidad. Dejaron atrás su temor por la fiesta, preocupados más bien por la posibilidad de que Jesús pudiera irse luego de Jerusalén juntamente con los peregrinos. Por eso querían detenerlo antes. Los relatos de los Evangelios nos muestran que Él fue condenado en un juicio rápido, para que Su ejecución tuviera lugar aún antes del comienzo de las festividades.

Sin que Sus enemigos lo quisieran, Jesús murió en la cruz justamente en el día de preparación para la Pascua, a la hora novena (15 h.), exactamente en el momento en que se comenzaba a sacrificar el cordero de Pascua en el Templo. Con esto Dios estableció de una manera maravillosa una relación de tiempo entre la muerte del cordero de Pascua y la muerte del Cordero de Dios. Por otro lado, este simbolismo tenía que demostrar una vez más, a todo el pueblo, el verdadero significado de la muerte de Jesús. Quería mostrar a las personas que Jesús era el verdadero Cordero de Pascua, que fue inmolado por ellos.

Además, Dios subrayó el significado universal de la muerte de Jesús por la oscuridad que reinó desde las 12 horas del mediodía hasta las 15 horas (comp. Mt.27:45). Con el terremoto en el momento de la muerte, Dios expresó que la muerte de Su Hijo tenía un significado trascendental, sacudiendo incluso los fundamentos de la Tierra pues Satanás, el príncipe de este mundo, perdió por la muerte de Jesús su posición de poder sobre los muertos. Y cuando se rompió la cortina en el Templo desde arriba hacia abajo, Dios quería mostrar claramente a Su pueblo Israel que la separación entre Dios y el hombre había sido abolida y que en Jesucristo se había reabierto el acceso a Dios (Mt.27: 51).

El hecho liberador de la resurrección

Estos acontecimientos en la cruz del Gólgota, tan maravillosos y decisivos para la salvación de los hombres, no les causaron gozo a los discípulos de Jesús, sino todo lo contrario. Estaban totalmente deprimidos, porque la muerte de su Señor había aniquilado todas sus esperanzas. Recién cuando sucedió la resurrección de Jesús los discípulos comenzaron a comprender bien el significado universal de Su muerte en la cruz y a convertirse en mensajeros de la salvación. Llevaron al mundo entero las Buenas Nuevas (el Evangelio) de la liberación de la esclavitud del pecado por la muerte del Cordero de Dios, Jesucristo, tal como el Señor resucitado se los había ordenado.

No fue la muerte de Jesucristo la que trajo al mundo el mensaje libertador sino recién la resurrección, que sucedió el día después del sábado, el primer día de la semana (domingo de Pascua). Recién en este día se manifestó el eternamente válido mensaje de victoria por la resurrección. Por eso, la Pascua, la fiesta de la resurrección, tendría que ser la fiesta más importante en el calendario cristiano, más que la Navidad.

Apropiándose personalmente de la salvación en Jesucristo

Sin embargo, el mero conocimiento de los extraordinarios acontecimientos de aquel entonces no nos trae la salvación de la muerte eterna. Antes bien, el hombre tiene que apropiarse personalmente, por la fe, de la obra de salvación de Jesús en la cruz del Gólgota. Así lo expresa el autor de la carta a los hebreos: „Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo»(He.4:2-3).

A la fe pertenece también la obediencia. Como dijimos al principio de este estudio bíblico, los israelitas en Egipto tenían que creer lo que Moisés les decía y actuar de forma correspondiente. También Jesús, como leemos en la carta a los hebreos, fue obediente hasta la muerte en la cruz, creando así el fundamento para la salvación del poder de la muerte. „Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen»(He.5:7-9).

Estas palabras muestran claramente que solamente podemos apropiarnos de la salvación en Jesucristo obedeciéndole a Él. Entre otras cosas, tenemos que permanecer en Él, así como los israelitas permanecieron dentro de las casas, detrás de las puertas rociadas con sangre. Por eso, en la última noche antes de Su sufrimiento y muerte (Jn.15), Jesucristo habló encarecidamente de lo que significa permanecer en Él. Si permanecemos en Él, Su sangre es la señal que nos protege del destructor. De esta manera, Jesús ha llegado a ser el verdadero Cordero de Pascua para todos los que creen en Él y permanecen en Él. El juicio pasa al lado de ellos, tal como pasó el destructor sin tocar a los israelitas en Egipto. Esto se lo deben todo a Él. ¡A Él sea el agradecimiento y la honra por eso para toda la eternidad

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