“El encuentro con el Señor” (1 de 4)
30 mayo, 2009“El encuentro con el Señor” (3 de 4)
30 mayo, 2009Título: «El encuentro con el Señor»
Autor: Norbert Lieth
NºPE1361
La vida de Jacob, en cierto sentido, es un aviso previo de la historia de sus descendientes. Hubo tres puntos culminantes en la vida de Jacob en los cuales tuvo un encuentro especial con el Señor. En este programa vamos a poner nuestra atención en el primer encuentro: Bet-el, que nos muestra verdades importante de la salvación
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Estimado amigo, en la vida de Jacob hubo tres puntos culminantes en los cuales tuvo un encuentro especial con el Señor. El primer encuentro en Bet-el nos muestra, proféticamente, algunas verdades acerca de la salvación.
El segundo punto queremos estudiar en continuación el cual es:
«Por medio de la escalera celestial se aclara lo que es Israel».
En Génesis 28:16-18 leemos: «Jacob despertó de su sueño y dijo: — ¡Ciertamente Jehovah está presente en este lugar, y yo no lo sabía! El tuvo miedo y dijo: — ¡Cuán temible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo. Jacob se levantó muy de mañana, tomó la piedra que había puesto como cabecera, la puso como memorial y derramó aceite sobre ella.»
Esta piedra nos recuerda la resurrección de Jesús: «Y he aquí, hubo un gran terremoto; porque el ángel del Señor descendió del cielo, y al llegar removió la piedra y se sentó sobre ella» (Mateo 28:2). Y en el caso del aceite que Jacob derramó sobre la piedra, pensamos en Pentecostés (Hechos 2:1 y ss).
Israel es y seguirá siendo el lugar de revelación de Dios a este mundo. Ningún otro pueblo sobre la tierra ha recibido revelaciones divinas tan hermosas como el pueblo judío: «Dios ha colmado de regalos a Israel, por ser el pueblo por El escogido. El se ha revelado a este pueblo en Su poder y gloria. Vez tras vez hizo pactos con él y le dio sus mandamientos. En sus cultos Dios está presente, y para ellos son Sus promesas. Abraham, Isaac y Jacob son sus padres, y Cristo mismo proviene de este pueblo. A Él, quien como Dios reina sobre todo, adoramos por toda la eternidad. Amén.» (Rom.9:4-5) ¿No fue, justamente, en el caso de la escalera celestial que quedó claro que Él reina sobre todas las cosas?
Esta escalera celestial nos muestra, en forma especial, al Señor Jesucristo. Es un símbolo divino de cinco verdades de encuentro de la historia de la salvación:
a) La encarnación de Jesús.
Hablando figurativamente esa escalera es Jesús, quien baja del cielo a la tierra para que Dios pueda encontrarse con nosotros: «Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones y encomendándonos a nosotros la palabra de la reconciliación» (2 Corintios 5:19).
Jacob tenía solamente una piedra para usarla como almohada (Gén. 28:1), y así también dice de la primera venida de Jesús: «Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza» (Mateo 8:20). El Hijo del Hombre, quien toma la posición de la escalera, es el eslabón de Dios con el mundo y viceversa.
b) Esta escalera simboliza también la cruz de Jesús y, de esta manera, la muerte de Jesús.
El es la escalera celestial a través de la cual se llega al cielo para encontrarse con Dios. Dios, en cierta forma, llegó a la tierra a través de la escalera y, de esta forma, a nosotros, los seres humanos. ¿Cómo podemos ahora, nosotros, encontrarnos con Dios? Justamente por medio de esta escalera. El Señor Jesús dijo: «De cierto, de cierto os digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida» (Juan 5:24).
c) La escalera celestial, además, es una imagen de la ascención de Jesús.
Después de su resurrección El se fue al cielo y ahora está sentado a la diestra del Padre. Como Sumo Sacerdote, El intercedió ante el Padre por Su Iglesia. En sentido espiritual El ya llevó a Su Iglesia Consigo al cielo, ya que está escrito: «Nuestra ciudadanía está en los cielos…» (Filipenses 3:20), es decir en Jesucristo: «Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Colosenses 3:3).
d) La escalera celestial también indica el arrebatamiento de la Iglesia, a la cual el Señor llevar al cielo para encontrarse con El.
Así leemos en 1 Tesalonicenses 4:17: «Luego nosotros, los que vivimos y habremos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, para el encuentro con el Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor.» Lo que nos sucederá en la gloria, es imposible describirlo con palabras humanas. El apóstol Pablo, una vez, fue arrebatado al tercer cielo, y luego escribió a los corintios sobre esta experiencia según la cual «escuchó cosas inefables que al hombre no le es permitido expresar» (2 Cor.12:4).
e) Y, finalmente, la escalera celestial también es imagen de la venida de Jesucristo en poder y gloria para el encuentro visible con el mundo y para establecer el reino milenial.
Cuando en Génesis 28:12 dice: «Entonces soñó, y he aquí una escalera puesta en la tierra, cuya parte superior alcanzaba el cielo. He aquí que los ángeles de Dios subían y descendían por ella,» así también el Señor le dice más adelante a Natanael (una figura de Israel) estas palabras proféticas: «De cierto, de cierto os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre» (Juan 1:51). ¿Cuándo? En el milenio. ¡Ese es el futuro de Israel! El Señor aquí se refiere a la «escalera de Jacob». El indica aquí el tiempo cuando El regresará para reinar aquí sobre la tierra. Ese día el cielo estará abierto y los ángeles de Dios servirán al Hijo del Hombre, quien desde Jerusalén gobernará al mundo entero.
Esta conexión de Dios al mundo, la «escalera» de Jesús, está en Israel, «porque la salvación procede de los judíos» (Juan 4:22b). Y este Israel tomará nuevamente un papel central en el reino milenial.
¿Cuándo sucederá esto?
Jacob mismo, quien aquí se convierte en una figura profética de la historia de su pueblo, indica el tiempo. Dice en Génesis 28:20b – 21:
«Si Dios está conmigo…y yo vuelvo en paz a la casa de mi padre, Jehová será mi Dios».
Estas palabras, al leerlas me atraviesan hasta los huesos los tuétanos. ¿No es conmovedor ya a la vez profético?
Es típico en Jacob que él ponga una condición al Señor quien, a su vez, ya le prometió sin condiciones, que lo traería de nuevo a su tierra. » He aquí que yo estoy contigo; yo te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta que haya hecho lo que te he dicho» (v15). Pero creo que, justamente, éste es el carácter profético de esta declaración con respecto a su pueblo. «Si Dios está conmigo… y yo vuelvo en paz a la casa de mi padre, Jehová será mi Dios».
¿No regresó Israel después de una larga dispersión y no teniendo patria? Los profetas, en muchas partes, dicen con claridad que ése será el tiempo en el cual el Señor regresará por Su pueblo para encontrarse con él. Nosotros, entonces, podemos decir que hoy hemos llegado a este tiempo – porque ya hace cinco décadas que los judíos han vuelto a ser un pueblo.
Estimado amigo, la venida del Señor está cerca. «Prepárate para venir al encuentro de tu Dios».