La Guía de Dios (2ª Parte)

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La Guía de Dios 
(2ª parte)

Autor: William MacDonald

  La palabra discípulo ha sido por demás utilizada, y cada usuario le ha dado el significado de su conveniencia. El autor de este mensaje nos lleva a examinar la descripción de discipulado que presentó Jesús en sus enseñanzas, la cual se halla también en los escritos de los apóstoles, para que aprendamos y descubramos más acerca de este concepto.


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PE1888 – Estudio Bíblico  –  La Guía de Dios (2ª Parte)



¡Hola! ¿Cómo están estimados amigos oyentes? En el programa anterior, comenzamos a hablar de este tema. Dijimos que: El factor más importante para determinar la guía de Dios es la condición espiritual de la persona. Que uno debe estar cerca para poder oír. Porque, por ejemplo, fue al discípulo que estaba recostado sobre el regazo del Señor al que Dios le dio la Revelación (o el Apocalipsis) de Jesucristo. Y es a aquellos que permanecen en Cristo que Él les revela su mente y voluntad. Dijimos, también, que debemos desear fervientemente la voluntad de Dios.

Debemos reconocer que no sabemos qué camino tomar. Debemos confiar en el Señor completamente en todo asunto. Porque Él ha prometido revelar Su voluntad; entonces, crea que lo hará. Debemos entregarnos a Él sin reservas. Debemos confesar nuestro pecado tan pronto como seamos consciente del mismo en nuestra vida. Esto nos mantendrá limpios. Si estamos disponibles y limpios, entonces es responsabilidad de Dios mostrarnos Su voluntad.

Debemos orar continuamente por una revelación de Su voluntad.

Debemos colocarnos en el lugar correcto para recibir Su revelación, al pasar mucho tiempo con la Palabra de Dios. Si existen diferentes posibilidades, debemos obtener tanta información como nos sea posible. Cuanto más información tenemos, más fácil parecerá ser la guía del Señor.

Debemos buscar el consejo de ancianos piadosos o de otros creyentes maduros, cuyo juicio espiritual respetemos. Debemos resistir la tentación de elaborar nuestra propia guía.

Debemos estar dispuestos a esperar. A menudo ésta es la parte más difícil del proceso.

Y, por último, dijimos que: Mientras esperamos la guía, debemos mantenernos ocupados para Dios.

Esto ha sido un resumen de lo ya tratado. Ahora, vamos a una pausa musical y, luego, continuamos con el tema.

Avanzaremos ahora un paso más con la siguiente pregunta: ¿Cómo es que Dios nos guía?

En primer lugar, nos guía a través de la Biblia. Su voluntad general está establecida en las Sagradas Escrituras. Él nunca nos guiará en una forma que sea contraria a la Palabra. Pero, a menudo, habla a través de un pasaje o versículo específico de la Escritura. A medida que usted lea la Palabra, un versículo puede sobresalir como si Dios le estuviera hablando en forma oral. Puede que para otros no sea claro, pero para usted será una indicación definitiva de la voluntad del Señor.

En segundo lugar, Dios también nos guía a través del consejo de otros.“Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez”(nos dice Pr. 19:20). Generalmente, el mejor consejo viene a través de los santos que tienen una cierta estatura espiritual. Pero, no deje a un lado la posibilidad de que una persona no creyente, sin saber que usted está buscando una guía, pueda decir la palabra correcta que responda a su inquietud.

En cuanto a este punto, también, permítame advertirle que cuando el llamado de Dios viene a una persona, a menudo hay voces que nos ofrecen palabras desalentadoras. Cuando Dios llamó al campeón de cricket, C. T. Studd, algunos de sus amigos lo increparon: “Estás loco, vas a abandonar el cricket para ser un misionero. ¿No podrías esperar hasta que se acaben tus días en el cricket? ¿No tendrías más impacto para Dios como un jugador de cricket? ¿Por qué ir como misionero a un lugar donde nunca han escuchado del cricket?” Si Dios realmente le está hablando, debe tomar esas palabras como cosas que le apartan del camino.

En tercer lugar, Dios algunas veces habla a través de la maravillosa convergencia de las circunstancias (la llegada de una carta, o una llamada telefónica, por ejemplo).

En cuarto lugar, también nos habla a través del testimonio subjetivo del Espíritu Santo. Él puede obrar en su intelecto, en sus emociones, y en su voluntad, de modo tal que esté convencido que conoce Su voluntad. Debemos ser extremadamente cuidadosos cuando la guía es subjetiva. Sin embargo, permanece el hecho de que Dios puede hablar, y lo hace al moldear nuestros pensamientos y deseos, poniendo cargas en nuestro corazón.“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su buena voluntad”(afirma Fil. 2:13). Alguien dijo alguna vez: “Es tonto actuar cuando la paloma de la paz se ha ido volando del corazón”.

En quinto lugar, el Señor puede guiarnos a través de algunos impedimentos. ¡Preste atención a lo siguiente! Hechos 16:7 nos dice:… y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. ¿Qué tipo de guía es ésta? Fue una guía a través de los impedimentos. Fue una guía por medio de la prohibición. Fue el ministerio de la puerta cerrada. Le sucedió al apóstol lo que los amigos (cuáqueros) describirían como “un cartel de PARE en la mente”. Sus pensamientos eran resistidos y no tenían libertad. Sintió que su propósito recibía la oposición de una barrera invencible. En ciertas direcciones no sentía libertad espiritual y, por lo tanto, consideró que ese camino estaba bloqueado:“… el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo”.Creo que es muy útil enfatizar lo siguiente: Dios, algunas veces, nos guía a través de las negaciones. Una puerta cerrada es una indicación de Su voluntad. Intentamos tomar un camino, pero el Espíritu no nos lo permite.

En sexto lugar, finalmente, nos puede guiar por el ejemplo de Cristo. ¿Qué haría el Señor Jesús?

J. O. Sanders, dijo: “Dios nunca nos guiará por un camino que no sea apropiado al carácter y a la enseñanza de Cristo”.

Algunas personas están totalmente en contra de poner un vellón como lo hizo Gedeón (lo cual leemos en Jue. 6:37 al 40). Esto significa que le pedimos a Dios que nos guíe, cumpliendo, o no cumpliendo, alguna condición que hayamos establecido. Siempre existe el peligro que coloquemos un vellón para que lo que queremos se lleve a cabo. Sin embargo, si una persona está sujeta a la voluntad de Dios y está sinceramente dispuesta a cumplirla, no debería ponerle límites a Dios. Él puede amoldarse a nuestras debilidades.

Lo ha hecho por mí. Uno de los antiguos predicadores solía aconsejar a los jóvenes “colocar agua sobre el sacrificio”. Él se refería a los días en los cuales Elías pidió que descendiera fuego del cielo. Antes de hacerlo, le pidió a sus hombres que vertieran cuatro cántaros de agua sobre el sacrificio y la madera. Luego, les ordenó una segunda vez que lo hicieran. Luego, una tercera. Elías no quería que una chispa casual encendiera el sacrificio. Él acomodó las cosas de tal manera que, cuando el fuego cayera, sólo pudiera ser la obra de Jehová. Así que, al procurar la guía, deberíamos acomodar las cosas de tal forma que la misma sólo pueda provenir de la Palabra del Señor.

Algunas veces la guía es muy clara. Otras veces no lo es tanto.

Dios nos dirige un paso a la vez. No nos muestra todo el panorama. Pero, yo creo lo siguiente, nadie que verdaderamente esté desesperado por conocer la guía de Dios, dejará de conocerla.

Su voluntad es buena, agradable y perfecta. No es como algunos piensan, peligrosa, desagradable y precisamente lo que no queremos hacer.

 

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