Dios se mostrará glorioso en Jerusalén

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Autor: Norbert Lieth

¡El mensaje del ángel del Señor a Zacarías! Un mensaje que continúa resonando hasta nuestros días, y que se cumple gloriosamente.


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PE2155 – Estudio Bíblico
Dios se mostrará glorioso en Jerusalén



Estimados amigos : En Zacarías 2:1 al 13, leemos así: “Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir. Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud. Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella. Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella. Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová. Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me envió. Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti. Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén. Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada”.

¡Qué mensaje debía dar el ángel del Señor a Zacarías! Un mensaje que continúa resonando hasta nuestros días, y que se cumple gloriosamente. El mensaje de Jerusalén. ¿Y por qué justamente de Jerusalén? Porque Dios ha escogido a Jerusalén, y es justamente por eso que esta ciudad ejerce un extraño poder de atracción sobre los hijos de Dios, ya que en todas sus áreas demuestra la verdad de la elección del Señor. Él mismo morará allí, como dice en Zacarías 2:10. La trinidad Jesucristo, Jerusalén e Israel, será decisiva para el futuro de la salvación del mundo. Nosotros, como iglesia de Jesús, tenemos la maravillosa esperanza del arrebatamiento, cuando el Señor Jesús venga en las nubes del cielo y nosotros podamos ir a su encuentro como la iglesia novia. Aquí en la tierra entonces comenzará la gran tribulación, y luego vendrá el Señor Jesús con Sus miles de santos. ¿A dónde regresará? ¡A Jerusalén! “Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos…” (así leemos en Zac. 14:4).

¿Y qué dice el mensaje del ángel más fuerte, el que retiene al primer ángel y lo envía de regreso a Zacarías? El ángel más poderoso, sin lugar a dudas, estuvo nuevamente subordinado al varón. Él actuaba por orden del varón con el cordel de medir. Su mensaje tenía que ver con el futuro de Jerusalén. En aquel tiempo, la ciudad, por segunda vez, estaba en aprietos. Después de setenta años de exilio de sus habitantes, la ciudad era un montón de escombros. El templo estaba destruido. En tiempos de Esdras y Nehemías, sólo unos pocos de los hijos de Israel habían regresado del exilio babilónico. Si bien ellos intentaron reconstruir Jerusalén, fueron oprimidos sobremanera, y tuvieron dificultades internas y externas. Estuvieron a punto de rendirse. Y, repentinamente, llegó el mensaje prometedor del futuro de Jerusalén.

Según la promesa de Dios, Jerusalén ya no necesitaría de protección humana, como leemos en Zacarías 2:4. Ése es el maravilloso consuelo de Jerusalén para su futuro. Hasta la fecha, sin embargo, su existencia ha tenido una apariencia diferente. Aparte de Jerusalén, en toda la historia no ha existido ninguna ciudad que haya tenido que vérselas con tantos enemigos, y enemigos tan obstinados. Ninguna otra ciudad ha sido combatida y destruida con tanta frecuencia en su larga historia, como la Ciudad de David.

Dios está en proceso de cumplir Su promesa con respecto a esta ciudad. Pero, la realización del mensaje profético de Zacarías aún está a la puerta. El cumplimiento del futuro de Jerusalén, de Zacarías 2:5, que ya ha comenzado, aún se desplegará en toda su extensión: “Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.” Si el Señor afirma esto, Él también lo hará, a pesar de romanos, árabes, turcos o ingleses. Zacarías 2:5 es una profecía con respecto a la Jerusalén terrenal en el reino de mil años.

¡Cuánto más gloriosa es ya la existencia de la iglesia de Jesús, la cual, a través de Él está rodeada por un muro de fuego en el cual el Señor quiere mostrarse en Su gloria! ¡Qué posibilidades ilimitadas tiene Dios cuando nos entregamos totalmente a Él! Necio es el creyente que renguea de ambos lados, ya que, cuanto más necesitado, cuanto más ignorado, cuanto más despreciado, cuanto más débil usted sea en sí mismo, tanto más glorioso puede mostrarse el Señor en su vida. En eso, Jerusalén también es un ejemplo para nosotros.

Gigantescas asociaciones en contra de esta ciudad están a la orden del día en la actualidad. Eso, no obstante, no se traduce en palabras y son pocas las personas que lo notan. Aun en la política mundial apenas se le da expresión, pero sabemos, según las Escrituras, que las diversas agrupaciones, como la UE, la OTAN, el movimiento ecuménico, todos se pondrán en contra de Jerusalén. En Zacarías 12:2 dice: “He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.” Lo mismo leemos también dos capítulos más adelante, en Zacarías 14:2: “Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén…” Ésta es la razón del celo de Dios por Jerusalén. El Señor dice: “Yo seré para ella, … muro de fuego en derredor…” Cuando el mundo entero arme alboroto contra esta ciudad escogida, Jerusalén, Él mismo será un muro de fuego a su alrededor para mostrar Su gloria.

¿Habrá alguna prueba de que eso realmente es así? Sí, tenemos una prueba muy obvia: los hijos de Israel están en el proceso de regreso a la tierra de sus padres. “Para gloria estaré en medio de ella”, dice el Señor. Eso lo vemos actualmente con nuestros propios ojos. El hecho del regreso de los judíos de entre las naciones del mundo entero, también coincide con lo que el profeta Isaías predice en forma tan conmovedora, en el cap. 56, vs. 8: “Dice Jehová el Señor, el que reúne a los dispersos de Israel: Aún juntaré sobre él a sus congregados”.

Las consecuencias de esto para Israel y para la iglesia de Jesucristo, como resultado de esa visión, son proclamados por Zacarías como un llamado enfático, ya que en el capítulo 2:6 dice: “Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová.” En otras palabras: ¡Reúnanse! ¡Regresen a Israel! A través del salmista, el Señor dice en Salmos 50:5: “Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio.” En el pueblo del pacto antiguo, eso es lo que actualmente está sucediendo: Israel se reúne. ¡Cuánto más, no obstante, es válido esto para el pueblo del nuevo pacto, para la iglesia de Jesucristo! Si nosotros actualmente somos incapaces de reunirnos alrededor del sacrificio que el Señor realizó; si hoy, como hijos de Dios nacidos de nuevo, no formamos una unidad orgánica; si hoy nos despedazamos unos a otros, entonces seremos pasados de largo por Israel. Es una imperiosa necesidad que nos reconciliemos entre nosotros y nos pidamos perdón, para poder estar reunidos alrededor el sacrificio del Gólgota. Sólo así, en lugar de una unidad organizacional, surgirá una unidad orgánica, el verdadero cuerpo de Jesucristo. Israel tiene que reunirse, porque Dios así lo determinó. Voluntaria o involuntariamente, los judíos provenientes de los cuatro puntos cardinales regresan a Jerusalén, a Israel. Eso sucede como ejemplo para nosotros, para que también nosotros nos unamos, para que como hijos de Dios, por fin, ya no nos conozcamos según la carne, sino que seamos uno en el valioso nombre del Señor Jesucristo.

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