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Autor: Reinhold Federolf

Muchos denominan a Apocalipsis 12 como el capítulo más simbólico, del libro más simbólico, del Nuevo Testamento. Por esta razón, no es fácil, clasificar y comprender correctamente sus 17 versículos. La tendencia corriente es que apliquemos el texto a nosotros mismos como iglesia. Pero, notaremos que la interpretación meramente simbólica, que sólo se concentra en la iglesia, no solamente está equivocada, sino que oculta muchas informaciones importantes.

 


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PE2159 – Estudio Bíblico
La Huida (2ª parte)



Estimados amigos: Esa huida, a principios de la “Gran Tribulación” (segunda mitad del tiempo de la tribulación), también es un fuerte argumento a favor de que el arrebatamiento no puede tener lugar a la mitad de los siete años apocalípticos. Porque, ¿cómo explicamos esa cantidad de judíos creyentes que huirá a la mitad del tiempo de tribulación, y será protegido? Después de todo, esos judíos son “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (como lo menciona Ap. 12:17). ¡Ellos, como creyentes, sin lugar a dudas, habrían sido arrebatados también!

¿Por qué huye la mujer?

Porque a principios de la gran tribulación comienza un tiempo absolutamente terrible. En Daniel 12:1, leemos: “Y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces”. El Señor Jesús cita este versículo en Mateo 24:21. Mientras los piadosos en Israel se salvan subiendo a los montes y luego probablemente serán arrebatados, a un lugar de refugio seguro en el desierto, mientras aumentan los juicios apocalípticos. Los impíos de este mundo, más adelante, clamarán en gran desesperación a los montes y a las rocas, a la materia muerta, para que los escondan “de la ira del Cordero” (mencionada en Ap. 6:15 al 17, que es una cita de Is. 2:12 al 21). Este clamor a la materia muerta es fruto de la teoría de la evolución (o mejor: ¡teología de la evolución!), que actualmente es utilizada en todo el mundo como arma contra Dios, la Biblia, los cristianos y el sentido común. Éste es un callejón sin salida, con la siguiente consecuencia: la perdición de los seres humanos y el ser atropellado por el juicio de Dios.

¿De quién huye la mujer?

Con la reaparición del soberano del mundo, después de una herida mortal (que se menciona en Ap. 13), comienza la cuenta regresiva de Satanás. El pacto de paz de siete años con Israel es anulado y comienza la terrible persecución de judíos y nuevos cristianos (de la cual leemos en Ap. 13:7). El odio concentrado de Satanás, se derrama contra Israel durante la profanación del templo.

¿A dónde huye la mujer?

En los pasajes apocalípticos de los evangelios encontramos la información: quien se encuentre en Judea, debe huir a los montes (de alrededor). Además, notamos que las personas a quienes se les habla (mejor dicho: las personas que se dan por aludidas) deben huir prácticamente sin demorar, sólo con la ropa que tienen en el cuerpo (como podemos ver en Mt. 24 y en Mr. 13). Es interesante ver que en el evangelio de Juan no existe ningún capítulo con el discurso apocalíptico de Jesús. Eso es notable, ya que muchas décadas más tarde, el apóstol Juan recibiría la gran revelación, que llegó a ser el último libro del Nuevo Testamento. Allí leemos, en el vs. 6 del capítulo 12, que la mujer huirá al desierto. ¡Ella va a huir! En el versículo 14, descubrimos que la mujer volará al lugar que Dios le ha preparado. ¿Qué es, entonces? ¿Huir o volar? ¿O huir volando? Eso hoy no lo sabemos con exactitud. Pero, como se mencionan dos grandes (sobrenaturalmente grandes) alas de águila (en el v. 14), sabemos: que Dios protegerá y guiará a este gran grupo de judíos, en forma semejante a como lo hizo con el pueblo de Israel durante su éxodo de Egipto. De sumo interés, son las siguientes informaciones de Moisés en Dt. 29:5: “Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie”. En aquel tiempo, Dios simplemente hizo detener los procesos naturales de desintegración; y los calzados y las ropas no solamente les sirvieron todos esos 40 años, sino que ni siquiera se desgastaron. Los zapateros y las modistas estuvieron sin trabajo durante 40 largos años.

Como para Dios todas las cosas son posibles, también podemos considerar un arrebatamiento “horizontal”, de un lugar de la tierra a otro punto de la tierra. Durante la anunciada profanación del templo sucede la señal anunciada, y ése es el momento que se los llama a una rápida huida. Todos los que obedezcan las palabras de Jesús (incluso también las informaciones del libro de Daniel y las amonestaciones escuchadas de los dos Testigos durante los pasados tres años y medio, huirán como acto de obediencia, y formarán parte de esa mujer. Y ella, luego, será protegida y sustentada en un lugar especial.

La huida es una señal

Antes del éxodo de Egipto, los israelitas marcaban los postes de sus puertas con la sangre del cordero de Pascua, entonces el ángel de la muerte seguía de largo y no dañaba esa casa. El solo orar por protección, en esa situación concreta, no era suficiente. Dios quería la acción exactamente prescrita: la sangre en el marco de la puerta. Algo similar sucedió algún tiempo después, durante la peregrinación por el desierto. Testarudo e insatisfecho, el pueblo se rebeló contra Dios y contra Moisés (Lv. 21:4-9). Como castigo, Dios envió una plaga de serpientes “ardientes”. Esta palabra significa que eran serpientes venenosas, sumamente agresivas, cuya picadura, además, era terriblemente dolorosa. Después que muchas personas ya habían muerto por la plaga, los demás rogaron a Dios por misericordia. La respuesta fue el tener que mirar la imagen fundida que Moisés había fijado sobre una estaca, y que era visible desde lejos. También en este caso, la oración no era suficiente. Dios quería una clara reacción personal, señal de remordimiento y arrepentimiento: el mirar la serpiente de bronce.

Cuando Lot huyó de Sodoma, Dios le ordenó que no se diera vuelta por nada. Un simple movimiento, un momento de desobediencia, tuvo consecuencias terribles (como leemos en Gn. 19). O el ejemplo de la sanación del nacido ciego (en Jn. 9:7), a quien Jesús le untó los ojos y le envió a lavárselos en el estanque de Siloé. De modo que esta sanación especial recién tomó lugar durante el lavado activo. Del mismo modo, la huída de Israel descrita en Apocalipsis 12, al principio de la gran tribulación, será una señal personal que las personas le darán a Dios – ¡y Él inmediatamente cumplirá Su promesa y los protegerá!

Será un oasis en medio del quebranto apocalíptico

En el versículo que introduce la descripción de la huída, dice: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo” (Ap. 12:14). “De delante (o alejándola) del área de influencia de la serpiente”, así es como lo formulan otras traducciones. ¿Qué significa esto en un tiempo del control total, con una infinidad de equipos tecnológicos, medios de transporte y comunicación global instantánea? Quizás aquí nos pueda ayudar una formulación diferente: Dios retira el lugar de refugio en el desierto de la dimensión del anticristo. El lugar, humanamente hablando, simplemente ya no existe. Una mancha “blanca”, imposible de detectar en el mapa. ¡Eso es imponente! La mujer (Israel) en el desierto está protegida del alcance del diablo y del anticristo. Pero, la impaciencia, la falta de fe y las tentaciones pueden llevar a ser seducidos, y a salir de la protección. Por eso, la seria exhortación de “perseverar hasta el fin” (que encontramos en Mt. 10 y Mr. 13), y también las palabras de Dn. 12:12: “Bienaventurado el que espere, y llegue a 1.335 días”.

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