500 años | Luz y Sombras
20 julio, 2017Reforma Protestante
18 agosto, 2017Una muchacha, con una enfermedad terminal, a través del proceso del congelamiento, espera en la vida eterna. Su añoranza, muestra lo importante que es el mensaje de la resurrección de la fe cristiana.
La noticia el pasado año se propagó a nivel internacional: una adolescente británica dispuso que, después de su muerte, se congelara su cuerpo – con la esperanza de ser resucitada a la vida cuando se haya encontrado un tratamiento adecuado para su enfermedad. Su padre estaba en contra, pero ella fue a juicio y el tribunal decidió a su favor.
En una carta, ella escribió: “Sólo tengo 14 años, y no quiero morir. Pero sé que moriré. Creo que la conservación a través del congelamiento me da la posibilidad de ser sanada y resucitada. Aún cuando sea en cientos de años. Deseo tener esa oportunidad. Ése es mi deseo.”
Bárbara Reye comentó esto para el TagesAnzeiger: “El hecho de que un cuerpo congelado alguna vez pueda volver a ser irrigado con sangre y ser completamente reanimado, en este momento es algo muy incierto. ‘Ni siquiera logramos congelar órganos por un corto tiempo’, dijo el médico Franz Immer de Swiss-transplant. Tan sólo hacer volver un cerebro ultracongelado de la rigidez del congelamiento, momentáneamente es algo totalmente utópico. Y hacer eso con un cadáver entero prácticamente es ciencia ficción. […] Aún así, muchas personas añoran la vida eterna y desean iniciar un viaje en el tiempo hacia lo incierto.”
¿Será que nadie le contó a ella que ya existe la vida eterna? ¿Qué la muerte no es la última estación, sino la resurrección? ¿Qué al viernes le sigue el domingo? ¿No había nadie allá que le pudiera decir que el Señor Jesús, en Su resurrección, ya procuró la vida eterna para los que creen en Él?
Está escrito que Jesús es la primicia, que resucitó de los muertos y que nunca más murió. “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Co. 15:20). La palabra “primicia” originalmente se refería a la primera presentación de la cosecha, las primicias. A ésta le seguía, en el mismo campo, la cosecha principal, y a veces una rebusca; todo esto iba al mismo granero.
Jesucristo fue resucitado de los muertos como el primero de los fallecidos (1 Co. 15:20). Esta expresión deja claro que la resurrección de Cristo no es algo cerrado en sí mismo, sino que se extiende a aquellos que están en Cristo. Todo eso es parte de la primera cosecha y pertenece a ella. La resurrección del Señor tiene eso como consecuencia. De modo que la resurrección de Jesucristo ya incluye la resurrección de todos los que creen en Él:
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos… Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Co. 15:21,23).
La resurrección de Jesús, es la garantía divina de la resurrección a la vida eterna. Así como a una cosecha principal le sigue la cosecha de primicias, y es parte de la misma cosecha, así también sucede con la resurrección. Entre el huerto del Edén, en el cual, a causa del pecado de los primeros humanos, entró la muerte, y el huerto del cielo, para los seres humanos redimidos, se encuentra el huerto de Getsemaní, donde Jesús luchó para alcanzar la obediencia, y el huerto de Su sepulcro, donde Él resucitó.
El hecho de ser congelado y ser descongelado es un asunto sumamente dudoso. Pero, aún si eso resultara, el ser humano seguiría estando sujeto a la muerte. Por eso, solamente la resurrección de
Jesús es segura y es la garantía para la resurrección de aquellos que están en Él.
Nos encontramos en el Año de Lutero, 500 años de Reforma. Dicen que en el escudo de Lutero hay una palabra en latín, con solamente cinco mayúsculas: VIVIT, que significa “¡Él vive!” Ésa puede llegar a ser la esperanza de todo ser humano: “Jesús vive, y con Él también yo vivo.” Con esta seguridad, podemos pasar por tiempos difíciles, y también, precisamente, esos tiempos cuando nos enfrentamos a la muerte. ¡No ponemos nuestra mirada en un conducto helado, sino que miramos, a través de la muerte, a Jesucristo, que vive!! ¡El mensaje de la resurrección es una esperanza viva, y tiene que ser proclamado!
Norbert Lieth