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28 agosto, 2017gracias
9 noviembre, 2017Sabemos por la Biblia que nuestro Señor viene pronto. ¿Es verdad que un fenómeno astronómico en septiembre de 2017 confirmará esta verdad? “Algo grande se está acercando. ¡El 23 de setiembre de 2017 el mundo visible será testigo de un fenómeno astronómico que solamente sucede cada 7000 años, y que coincide exactamente con la visión de Apocalipsis 12…!”. Por lo menos así lo anuncian a lo largo y ancho de la red los especialistas en profecía y cuestiones de tiempo final a través del portal YouTube. La mayoría de los adivinos de Internet mantienen silencio acerca de lo que exactamente acontecería en relación con esa gran señal en el cielo. Pero en cuanto a su importancia, todos los augures están de acuerdo. Los más concretos se refieren a un monje llamado Hepidanus, que vivió alrededor del año 1080 en la abadía de San Galo. Según se dice, él profetizó que una gran señal que aparecería en el cielo el 23 de setiembre de 2017 desencadenaría una guerra devastadora en el mundo.
La visión de Apocalipsis 12 que estos profetas toman como base de sus predicciones, es descrita como sigue: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono” (vv.1-5). Es realmente impresionante ver todo el material que juntaron los profetas de Internet en relación con estos versículos. Christopher M. Graney, profesor en física y astronomía en el Jefferson Community & Technical College de Louisville, Kentucky (EE.UU.), resume las especulaciones como sigue: “El 23 de setiembre de 2017 el sol estará en la constelación de Virgo, que significa ‘virgen’. Esto se ve como el cumplimiento de las palabras: ‘Una mujer vestida del sol’. La luna estará debajo de Virgo: ‘Con la luna debajo de sus pies’. Las nueve estrellas de la constelación de Leo y tres planetas (Mercurio, Venus y Marte) estarán sobre la cabeza de Virgo, lo que correspondería a la expresión: ‘Sobre su cabeza una corona de doce estrellas’. El planeta Júpiter estará en el centro de Virgo.
Después del 23 de setiembre, abandonará la constelación de Virgo hacia el este “pasando” al lado de sus pies, y los profetas ven en esto el nacimiento de un hijo: ‘Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento’. Júpiter es el mayor entre los planetas, llamado el ‘rey’ de los planetas, lo que se pone en relación con las palabras ‘y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones’. La pregunta que nos hacemos es: ¿Será efectivamente el fenómeno del 23 de septiembre una señal de ‘algo grande’ que sucederá, como lo aseveran las fuentes en Internet?”. Y la respuesta más directa, más sincera y más cristiana, es simplemente no. Por supuesto que puede pasar algo el 23 de septiembre. Casi todos los días pasa algo espectacular en el mundo. Estamos viviendo en el tiempo final, más precisamente, ya desde hace 2000 años. 1 Corintios 10:11 dice: “Estas cosas… están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (comp. también Hebreos 9:26 y 1 Pedro 1:19-20). Sin duda alguna, el tiempo final se va acabando. Leamos, por ejemplo, 2 Timoteo 3:1-9, que habla del carácter de los hombres en los postreros días, y nos daremos cuenta de ello. Y lamentablemente, tampoco es completamente desacertado el pronóstico de una guerra devastadora en un futuro cercano, ya que vivimos una época agitada.
El que hoy en día hace una nebulosa predicción de que “algo grande” acontecerá en cierto día, cuando llegue ese día seguramente tendrá suficientes titulares entre los cuales podrá elegir lo que mejor le parezca como supuesto “cumplimiento” de su profecía. El problema con las especulaciones sobre el 23 de setiembre es el siguiente: la teoría sobre el extraordinario fenómeno en el firmamento que, como se dice, se da solamente cada 7000 años (según otras fuentes, cada 6000 años), lisa y llanamente no es cierta; es falsa, una mentira. Es puro disparate, tal como aquel ominoso planeta X que supuestamente nos traería el fin del mundo en 2012, o la tétrada de la “luna de sangre” que supuestamente estaba relacionada con “algo grande”. Pero lo que más nos preocupa, es que muchos cristianos (y ante todo hermanos de nuestros círculos fundamentalistas) se subieron una vez más al tren de las falsas profecías, y ayudan a divulgar el cuento de la gran señal en el cielo y de los grandes sucesos del 23 de setiembre. Sin ningún reparo estos creyentes se están moviendo dentro de un área de esotérica y ocultismo, no tienen problema en citar a un rabino conocido por su odio a Cristo, se remiten a unos misteriosos monjes cuya existencia histórica es dudosa, y se creen los grandes intérpretes de las señales del tiempo. Muchas veces estos son los mismos cristianos que sí condenan la literatura de fantasía (que se define como tal), como El Señor de los Anillos, Harry Potter y Narnia, mientras que no tienen escrúpulos para obtener las referencias para sus teorías, de lo planteado por los mismos astrólogos y ocultistas.
Christopher M. Graney, que citamos más arriba, respetable científico y astrónomo, se tomó el trabajo de investigar el asunto a fondo. Por supuesto, lo podrán acusar de estar vinculado con un sistema interesado en ocultar la verdad; podrán decir que seguramente pertenece a los masones o a la secta de los Illuminati. Le podrán reprochar que es docente en una universidad católica, sugiriendo que los jesuitas le lavaron el cerebro. Pero estas acusaciones resultan muy infantiles; en vofoundation.org, el científico presenta hechos sólidos, que no dan lugar a planteos alternativos: Primero: a causa de la rotación de la Tierra, el sol va pasando por las doce constelaciones estelares. En otras palabras, cada mes de septiembre el sol “pasa” por la constelación de Virgo. Segundo: a lo largo de un mes también la luna hace su ciclo, “pasando” por cada constelación. Esto significa que cada año hay uno o dos días en los cuales el sol se ve “dentro” de Virgo y la luna al este de ella, de manera que parece que estuviera “debajo de sus pies”. Esto significa que la “mujer” celestial “vestida del sol y con la luna debajo de sus pies”, es un fenómeno tan común en setiembre como lo es el día de la Unidad Alemana en octubre; es decir, vuelve cada año. “Claro”, dicen ahora los profetas de la red, “esto ya lo sabemos. Pero ¿qué pasa con esta increíble corona de doce estrellas?”. Y aquí viene el gran problema para los astrólogos de Internet: esta corona no existe. En la constelación de Leo, que supuestamente ofrecería nueve de las doce estrellas de las cuales habla la Biblia, existen muchas más estrellas. Las nueve que les gustan a los profetas de YouTube, solamente son más claras que las otras, pero de ninguna manera son las únicas. Ahora la pregunta es: ¿quién determina a partir de cuándo una estrella ya no tiene la luminosidad necesaria para ser considerada? Es verdad que las nueve estrellas más luminosas frecuentemente se usan como puntos de posición para dibujar la constelación de Leo, pero esto es bastante arbitrario. Otras representaciones “oficiales” de la constelación de Leo usan, por ejemplo, diez estrellas como vértices, lo que transformaría la composición de la corona en 13 estrellas, o sea, diez estrellas y tres planetas.
La simple verdad es que “existe multitud de estrellas en Leo y alrededor de la ‘cabeza’ de Virgo”, explica Graney. Es decir, la mujer en el cielo ya está coronada con un gran número de estrellas, y la teoría de las nueve estrellas más tres planetas simplemente no se puede aceptar. A pesar de los hechos mencionados, lo que entusiasma a los profetas de Internet es la ubicación de los planetas. Es verdad que es algo poco frecuente ver varios planetas cerca de la cabeza de Virgo y al planeta Júpiter en su centro, mientras que al mismo tiempo la luna aparece debajo de sus pies. El problema del asunto, sin embargo, es que a causa de las muchas estrellas que “coronan” la cabeza de Virgo, esta aparición extraordinaria ya no tiene nada que ver con la imagen de Apocalipsis 12, si uno realmente cree que allí se describe un fenómeno astronómico. Con base en estos datos concluimos que efectivamente se observará un fenómeno llamativo el 23 de setiembre de 2017, pero por la concentración de estrellas alrededor de la cabeza de Virgo, no podemos relacionarlo con Apocalipsis 12. A esto se agrega que la aparición no es tan fuera de lo común como lo cuentan los sensacionalistas en YouTube. La aseveración de que esta constelación es única o que solamente se da cada 7000 años, es totalmente errónea.
El profesor Graney investigó un período de 1000 años, constatando que este mismo fenómeno se dio “en septiembre de 1827, en septiembre de 1483, en septiembre de 1293 y en septiembre de 1056”. Si hubiera regresado más en el tiempo, seguramente habría encontrado aún más casos del mismo fenómeno. Por supuesto que ahora alguien podría meterse en los libros de historia para buscar algunos sucesos sensacionales ocurridos en aquellos años, para sostener que el cielo de septiembre había predicho estos eventos. Y esta es precisamente la manera en que trabaja la astrología, explica Graney. Lo citamos: “Un hombre lee su horóscopo del día y se entera de que dice que hoy habrá impedimentos en su camino. Más tarde, la persona se acuerda de ello en los momentos en que queda trancado en el tránsito o tiene que esperar en una larga fila en el supermercado, y se dice: ‘¡Mira, el horóscopo tenía razón!’, aunque en realidad estas cosas se viven diariamente”. El Dr. Danny R. Faulkner, físico y astrónomo cristiano, que trabaja para la organización Answers in Genesis, llega a los mismos resultados sin estar en contacto con el profesor Graney. También Faulkner subraya que es una equivocación decir que hay nueve estrellas en la constelación de Leo. Además, llama la atención a lo que efectivamente se puede o no distinguir en el cielo. Escribe que continuamente se habla de los pies de Virgo, pero señala un problema: “Aunque conozco muy bien la constelación de Virgo, nunca he logrado distinguir a una mujer en el cielo, de manera de poder decir en qué lugar están sus pies. Y tengo mis serias dudas de que otra persona lo logre hacer”.
¿Por qué es importante esta observación? Porque Génesis 1:14 dice que Dios puso lumbreras en la expansión de los cielos, para que sirvan de señales; pero como señales tienen que ser claras. Sería necesario poder identificar perfectamente la figura de una mujer, y se deberían poder ver todas las partes mencionadas. Pero si el sol está dentro de la constelación de Virgo, citando a Faulkner, “prácticamente no se puede ver ninguna de sus estrellas”. El Dr. Faulkner sigue diciendo: “En ese día los tres planetas de la constelación de Leo serán visibles en las primeras horas del día, pero en el cielo sureste todos ellos estarán bajos. Venus es un planeta bastante brillante, de manera que se lo podrá distinguir con facilidad. Pero no es el caso de Marte y Mercurio, los cuales serán muy pálidos y no serán visibles. La luna se verá como una hoz fina y estará baja en el suroeste del firmamento nocturno. Júpiter teóricamente se podrá identificar cuando esté más bajo en el suroeste, pero será muy difícil verlo porque se pondrá antes de que termine el crepúsculo. Esto significa que no todas las partes de esta ‘señal’ serán visibles, y las partes que sí lo serán, no se verán todas al mismo tiempo. Este fenómeno quizás se ve muy lindo en una imagen virtual, pero Dios puso las lumbreras ‘en la expansión de los cielos’ (y no en las pantallas de computadora) para que sean una señal para nosotros”. El Dr. Faulkner opina con razón que la gente solamente ve en los fenómenos astronómicos lo que quiere ver (tal como pasa en los test psicoanalíticos de Rorschach). Así, por ejemplo, no tiene ni un milímetro de base bíblica el equiparar a Júpiter con un niño o incluso con el Mesías Jesucristo.
Además, hay algo que debería haber acabado desde el principio con esta teoría descabezada: en Apocalipsis 12 no se trata de fenómenos astronómicos de nuestro tiempo, sino que Juan ve una visión muy gráfica y rica en expresión con un mensaje acerca del pueblo de Dios, Israel, representado por la mujer perseguida por el diablo, la cual está con dolores de parto y da a luz al Mesías. ¡Esto ya aconteció! Sería una interpretación muy forzada querer ver en ello unas constelaciones estelares y concluir, sin ninguna razón lógica, que simboliza un fenómeno astronómico contemporáneo, que no tiene nada que ver con el contexto en Apocalipsis. Deberíamos tomar mucho más en serio la exhortación de los apóstoles de ceñir los lomos de nuestro entendimiento, ser sobrios y esperar “por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”, como dice Pedro en su primera carta, capítulo 1 verso 13. Solo Cristo debe ser objeto de nuestra espera y de nuestro anhelo diario. En la Biblia la profecía siempre está en relación con la exhortación o el estímulo a seguir al Señor, serle fiel y vivir con los ojos puestos en Él. No tenemos ningún llamado a especular sobre dudosas teorías y recurrir a los ocultistas, sino a andar en las pisadas de nuestro Señor. Con eso tenemos suficiente para hacer.
Maranata, nuestro Señor viene. Amén; ¡ven, Señor Jesús!
René Malgo
4 Comments
Deseo recbir información. Soy de Salta.Argentina
Argentina.Bs As . Hurlingham
Gracias
Confiamos en el retorno de nuestro Redentor. Bendiciones desde Guatemala.
Es una inmensa alegría saber de Uds. por este medio