Paciente y Grande es el Señor (1ª parte)

Celo divino y Gran Fidelidad
21 marzo, 2018
Paciente y Grande es el Señor (2ª parte)
21 marzo, 2018
Celo divino y Gran Fidelidad
21 marzo, 2018
Paciente y Grande es el Señor (2ª parte)
21 marzo, 2018

Autor: William MacDonald

Dios ha soportado la maldad del hombre con maravillosa paciencia. ¡El hecho de que nosotros mismos estemos aquí para narrar la historia es un tributo a la paciencia de Dios!
“Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia”, nos dice Números 14:18. ¿Cuál es el pensamiento más grande que puede ocupar la mente humana?: La contemplación de Dios. El intelecto humano no puede encontrar tema más alto y digno que éste. No hay tema que se le compare. ¡Grande es el Señor!


DESCARGARLO AQUÍ
PE2272 – Estudio Bíblico
Paciente y Grande es el Señor (1ª parte)



Hola amigos, ¿cómo están? Vamos a comenzar viendo que Dios es lento en perder la paciencia. En Números 14:18, leemos: “Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia”.

La paciencia de Dios es Su deseo y habilidad de mostrar autocontrol y contenerse, al tratar con el pecado humano, la provocación y la rebelión. Él podría castigar el pecado instantáneamente, y, en casos aislados, sí que lo ha hecho. Un ejemplo del Antiguo Testamento es Uza (lo encontramos en 2 Samuel 6:6 al 9). Y en el Nuevo Testamento tenemos los ejemplos de Ananías y Safira (en Hechos 5:1 al 11). De todas formas, generalmente Él ha soportado la maldad del hombre con maravillosa paciencia. ¡El hecho de que nosotros mismos estemos aquí para narrar la historia, es un tributo a la paciencia de Dios!

En Éxodo 34:6, Jehová proclamó a Moisés: “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad”.

Nahúm dijo, hablando de el Señor: “tardo para la ira y grande en poder” (capítulo 1, versículo 3).

En Romanos 2:4, Pablo pregunta a los moralistas, que son justos en su propia opinión: “¿Menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?”

Y en Romanos 9:22, Pablo habla del Señor, diciendo que soportó “con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción”.

En respuesta a la cuestión de por qué no trata Dios con los pecadores repentinamente, Pedro escribe en 2 Pedro 3:9: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.

Podría considerarse como un hecho justificable el que Dios castigase todo el pecado al momento. Pero Él no se deleita en la muerte del impío. Quiere que las personas se arrepientan y vivan. Por tanto, Él sufre con paciencia la insolencia y la hostilidad de los hombres. Retrasa el día del juicio para que hombres y mujeres, niños y niñas puedan ir a los pies heridos de Cristo Jesús y reconocerle como Señor y Salvador.

No es necesario decir que Él quiere ver este mismo rasgo Suyo reproducido en nosotros, Su pueblo. Quiere vernos soportando paciente y triunfantemente los agravios de la vida. Esto significa que no debemos ser de genio vivo; que no nos tenemos que salir de las casillas. No debemos perder los estribos con facilidad. No debemos buscar el desquitarnos. Al contrario, debemos mostrar una paciencia conquistadora ante el insulto y el maltrato.

Hay un incidente en uno de los libros de Corrie ten Boom, que ilustra esto mismo de una manera hermosa. Ella y su hermana Betsie se hallaban en un campo de concentración, sufriendo dolor e indignidad indescriptibles. Aun así, Betsie le decía a Corrie que cuando salieran, tendrían que hacer algo para ayudar a esa gente. Naturalmente, Corrie pensó que se estaba refiriendo a sus compañeros de prisión. Pero Betsie no se estaba refiriendo a ellos en absoluto. ¡Se estaba refiriendo a los guardias, a sus perseguidores!

Corrie escribió: “Y me pregunté, por primera vez, qué clase de persona era Betsie, esta hermana mía… ¿Por qué clase de senda transitaba ella mientras yo marchaba penosamente en aquel mundo de sólidas realidades?” Corrie veía a Betsie transitando en un camino celestial mientras ella vivía tan sólo una vida natural, sin poder ir más allá de la carne y la sangre. La verdad es, por supuesto, que tanto Betsie como Corrie estaban recorriendo la senda de la paciencia, a pesar de la negación de Corrie.

Las historias de los mártires cristianos, al igual los de la antigüedad como los de ahora, está llena de ejemplos casi increíbles de paciencia y longanimidad. Nos maravillamos, no sólo porque fueron capaces de soportar torturas extremas, sino también porque oraron por sus culpables agresores y asesinos.

La mayoría de nosotros nunca hemos sido llamados a soportar dolor físico por causa de Jesús. Nuestra paciencia se limita a cosas más pequeñas como humillaciones, insultos, ridículo y críticas. De todos modos, debemos dar gracias al Señor que nos tiene por dignos de sufrir de alguna manera por causa de Su nombre.

El himnólogo Edward Denny ensalza al longánimo Salvador con estas palabras:
Podrán Tus enemigos odiar y desechar,
Y Tus amigos infieles resultar;
Sigues sin cansarte aún de perdonar,
Tu corazón tan sólo pudo amar.

Lo segundo que vamos a ver es que el Señor es grande:

En Job 36:26, dice: “He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos, ni se puede seguir la huella de sus años”.

Y en el capítulo 37, versículo 5: “Él hace grandes cosas, que nosotros no entendemos”.

Pregunto, ¿cuál es el pensamiento más grande que pueda ocupar la mente humana?: La contemplación de Dios. El intelecto humano no puede encontrar tema más alto y digno que éste. No hay tema que se le compare. Pensar en Dios es la mayor ocupación, el ejercicio más sublime de nuestras facultades mentales.

¡Cuán agradecidos debemos estar de que Dios nos haya dado mentes capaces de considerar Su conocimiento, santidad, amor, poder y sabiduría! Es cierto, vemos a través de espejo, oscuramente. Pero, ¡no importa! Sigue siendo un tremendo privilegio, el agrandar nuestras mentes al límite, contemplando Sus atributos divinos.

Pienso a menudo en los grandes científicos y filósofos del mundo, y en las tremendas cuestiones con las que se han enfrentado. Pero muchos de ellos jamás han luchado con la mayor cuestión de todas –el Dios eterno. Parece una enorme degradación del intelecto humano, el vivir y morir sin siquiera pararse a pensar con profundidad y seriedad en el Creador y Señor.

Habiendo pasado algún tiempo en la contemplación de Dios, ahora debemos darnos cuenta de que el asunto es demasiado grande para que nuestras mentes puedan asimilarlo completamente. Somos como niños con sus pequeños cubos a la orilla del océano. Podemos llenar los cubos, pero el océano no disminuye. No tiene por qué molestarnos el que no podamos entender por completo a Dios. Si pudiésemos, seríamos tan grandes como Él. Aun por toda la eternidad estaremos aprendiendo incesantemente las maravillas de Su persona y obra. Novaciano, un mártir cristiano del siglo III, escribió: “Dios es más grande que la mente misma. Es imposible concebir Su grandeza, porque si pudiésemos llegar a concebir Su grandeza, Él sería menor a la mente humana que pudo llegar a concebirla. Él es más grande que todo lenguaje y no hay declaración que pueda expresarlo. De hecho, si hubiese declaración capaz de expresarlo, Él sería menor al lenguaje humano, que por medio de tal declaración pudiera haber comprendido y reunido lo que Él es. Todos nuestros pensamientos acerca de Él serán menores que Él, y lo más alto que podamos pronunciar serán trivialidades al compararse con Él”.

Ahora, resumiendo los atributos de Dios, pensemos en Su grandeza tal como es desplegada en la Biblia. Al leer distintos pasajes de las Escrituras, nos daremos cuenta de que las palabras parecen ceder bajo el peso de las ideas. El Espíritu de Dios aprovecha el lenguaje humano para que podamos entender mejor. Asigna forma y personalidad humana a Dios, para que sea posible comprender mejor. Agota el vocabulario para expresar lo inexpresable.

Vayamos en primer lugar a Job 26:14. En los versículos precedentes, Job ha dado una descripción maravillosa del Señor. Es uno de los retratos de Dios más asombrosos del Antiguo Testamento, mostrando Su sabiduría y poder en la creación.

Cuando Job termina, dice:
“He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;
¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!
Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?”

En otras palabras, Dios es tan grande, que nosotros tan sólo vemos los bordes de Sus caminos y oímos sólo un susurro de Su poder. Si los bordes son tan pavorosos, ¿cuál será la plenitud? Y si el susurro es tan ensordecedor, ¿cómo será el trueno? Al ir al Salmo 104:32, podemos captar algo más de la grandeza de Dios. Dice así: “Él mira la tierra, y ella tiembla; toca los montes, y humean”. Un vistazo de Dios puede provocar un terremoto, y Su tacto puede causar erupciones volcánicas. ¡Eso sí que es poder!

Una simple mirada del Todopoderoso hace que los cimientos de la tierra se sacudan con violencia, y el delicado toque de Su mano provoca al Vesubio a vomitar toneladas de lava. Si impulsos tan pequeños causan tales cataclismos aplastantes, ¿qué se produciría si fuese desatado por completo el poder de Dios?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Elija su moneda
UYU Peso uruguayo