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Autor: Tom Short

Un recorrido por cinco preguntas básicas sobre la fe cristiana, que pocas veces son respondidas adecuadamente: evidencias de Dios, Biblia, propósito de Jesucristo, vida cristiana.


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PE2389 – Estudio Bíblico
Preguntas cruciales sobre el cristianismo (9ª parte)



¡Amigos! ¿Cómo se encuentran? Ya en el último programa de esta serie, y luego de haber intentado responder a unas cuantas preguntas acerca del cristianismo, quisiera en esta hora hacerle yo la pregunta más importante: ¿ha depositado su fe personal en Jesucristo como su Señor y Salvador?
Admito que se trata de una pregunta muy personal. Pero también creo que es la pregunta más importante que alguna vez enfrentará. Lo invito a ver qué significa esto, a la luz de los temas que hemos estado tocando en esta serie.

Debemos comenzar recordando que la Biblia enseña que Dios existe y que Él es, a la vez, real y personal. Nadie puede encontrar el verdadero sentido de la vida a menos que lo halle en la relación con Dios, nuestro Creador y Aquel que gobierna el universo.

Cada uno de nosotros ha pecado contra Dios. Si nos fijamos en los parámetros de Dios, descubrimos que hemos quebrantado la ley de Dios. Sobrevienen consecuencias por pecar contra Dios. En la Biblia está escrito en Isaías 59:2, «pues vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios». A pesar de tener la intención de disfrutar de una relación cercana y personal con Dios, en su lugar encontramos que nuestros pecados han roto esa relación. Por otra parte, la Biblia nos advierte en Romanos 6:23 que «la paga del pecado es muerte». Como resultado de nuestro pecado, no solo estamos separados de Dios hoy, sino que corremos el peligro de ser separados de Él un día por toda la eternidad en un lugar llamado infierno.
Jesucristo es mucho más que un simple maestro; Él es, de hecho, el Salvador. Como el Hijo de Dios, murió voluntariamente en la cruz para pagar por nuestros pecados. Dado que la paga del pecado es muerte, Cristo quiso morir por nuestros pecados (el justo murió por los injustos) con el fin de llevarnos a Dios. Ésta es la manifestación máxima del amor de Dios por nosotros: que siendo culpables y merecedores de juicio, Jesús tomó nuestro castigo sobre Sí mismo. Fue a la cruz en nuestro lugar y para nuestro beneficio, cargando nuestros pecados y el juicio que merecíamos. Jesús además demostró su posición exclusiva como el Hijo de Dios al resucitar de entre los muertos. A causa de su resurrección, no puede quedar ninguna duda de que Su muerte en la cruz pagó por completo el castigo que merecíamos por nuestros pecados. Él ha conquistado al enemigo de todos nosotros: ¡la muerte!

Pero ¿cómo puede todo esto cambiar su vida? Ahora que ha oído acerca de Cristo, puede optar entre tres posibles respuestas personales:
Puede rechazar a Cristo, decirle que no está interesado, que no siente que lo necesite, y que no quiere que sea su Salvador y Señor.
Usted puede descuidar a Cristo, postergar la toma de decisiones hasta otro momento en el futuro. Esta opción puede ser positiva si necesita más tiempo para considerar seriamente el impacto que tendrá su decisión y para asegurarse de que realmente sabe lo que está haciendo. Sin embargo, esta es una mala opción si está posponiendo tomar la decisión con la esperanza de que algún día Cristo se aleje. Para decirlo sin rodeos, no decidir aceptar a Cristo tiene el mismo efecto eterno que rechazarlo. Usted puede recibir a Cristo, mediante un simple acto de fe, aceptándolo como su Señor y Salvador personal.

La Biblia enseña que llegamos a Dios por la fe en Jesucristo. En lugar de confiar en nuestros propios esfuerzos buenos o actividades religiosas, como medio para «ganar» una relación con Dios, debemos creer y confiar en que Jesús, con Su muerte y resurrección, es el camino que nos puede reconciliar en una relación con Dios. El perdón y la reconciliación con Dios es el tesoro más grande que se puede obtener; que ha de ser recibido como un regalo por parte de un Dador que nos ama profundamente. Ese regalo pasa a ser nuestro si depositamos nuestra fe en Jesucristo. Pero la fe es mucho más que un simple ejercicio intelectual. La fe en Jesús como Salvador implica arrepentirse de lo que ha hecho y querer vivir una vida nueva y diferente en el futuro. La fe en Jesús como su Señor comprende el reconocimiento de quién es Él y el aceptar su posición legítima como el Dios de su vida. Aquellos que toman esta decisión de fe para recibir a Jesucristo inician mucho más que una simple religión, ¡comienzan una relación personal con Dios mismo! De una manera muy especial, cada uno se convierte en hijo amado de Dios.

¿Ha entablado esta relación? ¿Ha puesto personalmente su fe en Jesucristo como su Señor y Salvador?

Si no es así, lo animo a que lo haga ahora. La Biblia promete en Romanos 10:13 que «todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo». Puede recurrir a Él ahora mismo haciendo sinceramente una oración sencilla como la siguiente:
Querido Dios, te doy gracias por amarme y haber llegado a mí. Confieso que he pecado contra ti, y lo siento. Creo que Jesucristo murió por mis pecados. Ahora mismo, lo recibo como mi Señor y Salvador. Por favor, perdóname y ayúdame a seguirte desde hoy en adelante. Amén.
Espero que haya hecho esta oración y ahora esté confiando personalmente en Jesucristo como su Señor y Salvador. Si es así, puede estar seguro (basado en lo que Dios ha prometido en la Biblia) de que ¡sus pecados fueron perdonados y que ha comenzado una relación eterna y personal con Aquel que lo amó tanto que murió por usted!
Ahora le toca crecer. “¿Cómo es esto?”, se preguntará. Bien, existen muchas maneras para crecer plenamente en la experimentación de su nueva relación con Dios. En primer lugar, lo animo a comenzar a leer la Biblia como si Dios la hubiese escrito como una carta de amor personal para usted solo. Tal como sucede en cualquier relación en la que usted se acerca a una persona mediante la comunicación, asimismo también debe profundizar su relación con Dios, al hablar con Él a diario en oración y al compartirle lo que guarda en su corazón. Una de las cosas más importantes que puede hacer para crecer en su relación personal con Dios es pasar tiempo regularmente con otras personas que también buscan una relación cercana y personal con Él. Por tanto pídale a Dios que lo guíe a una iglesia que esté involucrada activamente en contarle a otros acerca de las «buenas nuevas» de Cristo y comience a asistir regularmente. Allí podrá encontrar personas muy valiosas para ayudarlo a crecer en su nueva relación con Dios!

Amigo, yo llegué a Cristo después de muchos años de creerme cristiano, sin serlo realmente. Fui a la iglesia hasta mi adolescencia, y conocía bien los hechos relacionados con la vida de Jesús. Pero nunca había puesto mi confianza en Él verdaderamente. ¡Nunca había leído siquiera le Nuevo Testamento! Un día decidí comenzar a leerlo, solo para decir que lo había hecho, pero encontré allí algo completamente nuevo. Pude ver mi pecado en los pasajes en los que Jesús habla sobre la hipocresía religiosa: ¡esa era mi vida! Por fuera parecía ser una persona correcta, pero Dios conocía mi corazón, mis pensamientos, mis deseos… Y ante él no tenía disfraz posible. Fue entonces que comprendí que el único capaz de librarme de mi culpa era el Señor Jesús. Y desde que puse mi confianza en Él, esta es mi experiencia, amigos: Jesucristo no me ha defraudado en los muchos años que lo he seguido. Ha cumplido sus promesas y ha demostrado ser muy real y personal.
Deseo de corazón que Dios lo bendiga, que se manifieste en su vida si aún no lo conoce, y que fortalezca su fe día tras día.

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