Cuando Jesús vio la luz del mundo en Belén, la “casa del pan”, se convirtió en el cumplimiento literal de ese nombre. Miqueas 4 y 5 nos habla de esta ciudad en Judá que cambió al mundo y de lo que Cristo hará a favor de Su pueblo durante su reinado.
Cuando Jesús vio la luz del mundo en Belén, la “casa del pan”, se convirtió en el cumplimiento literal de ese nombre. Miqueas 4 y 5 nos habla de esta ciudad en Judá que cambió al mundo y de lo que Cristo hará a favor de Su pueblo durante su reinado.
Cuando Jesús vio la luz del mundo en Belén, la “casa del pan”, se convirtió en el cumplimiento literal de ese nombre. Miqueas 4 y 5 nos habla de esta ciudad en Judá que cambió al mundo y de lo que Cristo hará a favor de Su pueblo durante su reinado.
Cuando Jesús vio la luz del mundo en Belén, la “casa del pan”, se convirtió en el cumplimiento literal de ese nombre. Miqueas 4 y 5 nos habla de esta ciudad en Judá que cambió al mundo y de lo que Cristo hará a favor de Su pueblo durante su reinado.
El mensaje de los profetas no siempre es fácil de leer. Predicaban, según el caso, gracia para los creyentes o juicio para los incrédulos. El pueblo de Dios recibía juicio por apartarse, mientras que las naciones lo recibían por despreciar a Dios.
El mensaje de los profetas no siempre es fácil de leer. Predicaban, según el caso, gracia para los creyentes o juicio para los incrédulos. El pueblo de Dios recibía juicio por apartarse, mientras que las naciones lo recibían por despreciar a Dios.
El mensaje de los profetas no siempre es fácil de leer. Predicaban, según el caso, gracia para los creyentes o juicio para los incrédulos. El pueblo de Dios recibía juicio por apartarse, mientras que las naciones lo recibían por despreciar a Dios.
El mensaje de los profetas no siempre es fácil de leer. Predicaban, según el caso, gracia para los creyentes o juicio para los incrédulos. El pueblo de Dios recibía juicio por apartarse, mientras que las naciones lo recibían por despreciar a Dios.
Aunque a veces tenemos que luchar y nos sentimos solos, ¡Él siempre está con nosotros! ¡Dios no nos ha abandonado! Acerquémonos a Él “con corazón sincero, en plena certidumbre de fe”, pues aún es tiempo de gracia.
Todo lo bueno viene del Señor. “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.” ¡Esa es la firme confianza de cada hijo de Dios!
¿Qué nos espera en la etapa final? ¿Para qué deben estar preparados los cristianos? Son preguntas importantes que buscaremos responder en este artículo.