Cuando el Señor Jesús vino como “humilde siervo del Eterno”, sólo encontró desprecio. Solo unos pocos reconocieron su gloria. Esto ya había sido anunciado 700 años antes. Gracias a Dios, nuestro Salvador es: “Un Mesías que no se rinde”.
Cuando el Señor Jesús vino como “humilde siervo del Eterno”, sólo encontró desprecio. Solo unos pocos reconocieron su gloria. Esto ya había sido anunciado 700 años antes. Gracias a Dios, nuestro Salvador es: “Un Mesías que no se rinde”.