La bendición de la soledad
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25 abril, 2024Por Norbert Lieth
Aquí en el hemisferio norte estamos en la época de invierno, los días son cortos, el ambiente es triste, melancólico y monótono.
Pero ¿realmente es así? – No necesariamente, pues ¡depende de dónde está puesta nuestra mirada!
Los cristianos tenemos motivos de sobra para estar alegres, incluso en tiempos oscuros y difíciles. Para decirlo con la Biblia: “Todos los días del afligido son difíciles; mas el de corazón contento tiene un banquete continuo” (Pr. 15:15).
¿Quién, si no el cristiano, tiene toda razón para estar de buen humor, para gozarse?
Y no estoy hablando de una alegría superficial, fuera de la realidad. Sabemos que también los que creemos en Jesús pasamos por valles de sufrimientos. En este sentido, no es diferente a las personas no creyentes, pero ante la misma adversidad la forma de transitarlo es diferente, porque el que ha puesto su fe en Cristo está sustentada en algo más grande. Posee un ancla con dos puntas profundamente metidas en el fondo del mar que sostienen su barco: el consuelo y la esperanza. Son bendiciones que Dios nos prometió y aseguró incluso con un juramento: “para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo” (He. 6:18-19).
Esta ancla no está sostenida en el fondo del mar de este mundo, sino en el mismo cielo, en la presencia de nuestro Señor Jesucristo. Él es nuestro Sustentador a través de todos los tiempos.
John Newton, el autor de la canción “Sublime Gracia”, dijo al final de su vida: “Mi memoria ya no funciona, pero recuerdo dos cosas: que soy un gran pecador y que Cristo es un gran Salvador”.
A pesar de los tiempos oscuros que vivimos a nivel mundial: ¡que esta verdad ilumine nuestros corazones!