Fieles al mensaje del Evangelio
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15 agosto, 2023“El tiempo apremia,
Oh hombre, sé sabio
Y redime la oportunidad.
Solo una vez harás este viaje,
Por eso, deja huellas de bondad».
Autor desconocido
Encontramos huellas por todas partes: huellas de personas, animales, pero también de catástrofes naturales que han dejado rastros de devastación.
Cuando alguien comete un delito, hace todo lo posible por borrar todas las huellas. Pero muchas veces la policía logra identificar al autor rastreando hasta las más pequeñas huellas en el lugar del crimen.
Si alguien de la familia no se quita los zapatos sucios en la entrada, llevará un rastro de suciedad hasta su habitación.
A veces se utiliza el término en referencia a los lugares geográficos donde una persona viajó o vivió. Decimos, por ejemplo, que vamos “tras las huellas del apóstol Pablo”; o cuando hacemos un viaje por Israel: “Seguimos las huellas de Jesús”.
Las huellas suelen ser reveladoras. Por ejemplo, una huella de pato nos indica no solo que pasó un animal por ese lugar, sino también de qué animal se trata. Seguramente conocemos la expresión “seguir los pasos” de alguien. Si el hijo elige la misma profesión que su padre, decimos que «siguió los pasos de su padre». En este sentido, seguir los pasos de alguien significa imitarlo, querer hacer lo mismo.
En la Biblia encontramos a menudo esta expresión, por ejemplo, en 2 Corintios 12:18 dice: “Rogué a Tito, y envié con él al hermano. ¿Os engañó acaso Tito? ¿No hemos procedido con el mismo espíritu y en las mismas pisadas?”. Y en 1 Pedro 2:21 leemos: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”.
El que se siente llamado a seguir las huellas de alguien debe tratar de estar a la altura de las expectativas asociadas a su ejemplo. El término “imitador” también se utiliza muchas veces en la Biblia:
“Por tanto, os ruego que me imitéis” (1 Co. 4:16).
“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1).
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Ef. 5:1).
“Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros” (Fil. 3:17).
“Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo” (1 Ts. 1:6).
“Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellos padecieron de los judíos” (1Ts. 2:14).
“¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?” (1 Pe. 3:13).
¿Qué impacto dejamos en nuestro entorno, nuestra familia, entre nuestros amigos, conocidos e hijos?
¿Son huellas destructivas o de bendición? Pensemos en alguien que compra plantas florales y las planta en su jardín. Cuando ya hizo todos los esfuerzos, los que pasen frente a su casa verán los frutos de su trabajo; pero entonces llega una persona que sin prestarle ninguna atención y pasa por en medio del jardín, pisoteando y destruyéndolo todo.
¿Has pensado alguna vez en la huella que dejas en este mundo? ¿Merece la pena que otros sigan tus pisadas, que te imiten? La mejor huella que puedes dejar en la vida es la que dejas cuando imitas a Cristo.
Albert Schweitzer dijo: “Lo único importante en la vida son las huellas de amor que quedan atrás cuando nos vamos”.
¿Qué huella dejas cuando miras hacia atrás?
Norbert Lieth