Gozo, gran gozo
5 diciembre, 2017Navidad & Evangelísmo
5 diciembre, 2017La Navidad es el recuerdo de que el Hijo de Dios se hizo hombre. Vamos a echar una mirada a Su vida, para ver cuán diferente Él es.
Jesús no tenía ninguna otra prueba de Su legitimidad más que a Sí mismo. Él nunca escribió un libro, no comandó ningún ejército, no desempeñó ningún cargo público, y nunca tuvo posesiones privadas. Hace apenas 2.000 años atrás, Él se desplazó solo, en un radio de más o menos ciento cincuenta kilómetros, alrededor de Su aldea natal Nazaret, y aun así Su nombre es conocido hasta el día de hoy.
Jesús era absolutamente humilde, y aún así Él irradiaba una autoridad invencible. Muchos eruditos intentaron hacerlo caer a través de preguntas capciosas, pero Sus respuestas sencillas y Sus parábolas hablan de una amplia sabiduría de vida, una sabiduría que sobrepasa a la de todos Sus contemporáneos.
A Su disposición estaban todas las riquezas del mundo y Él renunció a ellas. Resistió firmemente todos los intentos de corrupción. Tampoco se dejó seducir por medio de homenajes y zalamerías. Como Creador del Universo, vivió humildemente como siervo de Sus criaturas.
Jesús no fundó ningún partido u organización, y aún así Sus ideas forman la base de incontables órdenes, universidades, instituciones de investigación e iglesias. Él se negó estrictamente a usar violencia o a hostigar a alguien, y conquistó los corazones de millones de personas.
No legó ningún tipo de libros filosóficos o de escritos autobiográficos, y aún así no existe ninguna persona, en toda la historia del mundo, sobre cuya vida más personas estén informadas que sobre la vida de Jesucristo. La historia de Su vida – los evangelios – es el texto más impreso de la historia mundial. Sobre ninguna otra persona se redactaron más disertaciones.
Jesucristo no pintó cuadros ni creó ningún nuevo género musical, y sin embargo inspiró como ningún otro a incontables artistas, músicos, pintores, arquitectos y escultores en sus obras. Como ninguna otra persona antes de Él, motivó a los científicos en sus investigaciones y descubrimientos.
Sus valores y medidas éticas hasta el día de hoy forman el fundamento de la educación y de la jurisdicción de la mayoría de los países del mundo. Nadie cambió la vida de tantas personas tan fundamentalmente como Jesús. De terroristas hizo personas pacíficas, de adictos hizo personajes estables, a los desesperados Él les dio esperanza, y con los fracasados edificó Su reino invisible sobre la tierra.
La genialidad de Jesucristo era aparente a todos los que Lo veían y escuchaban. La mayoría de los personajes significantes, con el tiempo palidecen en los libros de historia, Jesús por el contrario todavía es objeto de miles de libros y de incomparables controversias en los medios de comunicación. Gran parte de esas diferencias de opinión tienen que ver con las afirmaciones radicales que Jesús estableció acerca de Sí mismo – aseveraciones que sorprendieron tanto a Sus seguidores como también a Sus enemigos. Él dijo ser el Hijo de Dios, dominar la naturaleza y el mundo sobrenatural, así como poder erradicar enfermedades y perdonar pecados. Y todo eso lo pudo documentar en forma práctica y ante testigos.
“¿Y qué significa eso para nosotros? Declara que Dios nos ha dado vida eterna; y que esta vida la tenemos a través de su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” (1 Jn. 5:11-12).
Y justamente esas afirmaciones extraordinarias de Jesús, fueron la razón por la cual tanto las autoridades romanas como también la jerarquía judía lo percibieron como amenaza. Él fue ejecutado como blasfemo en una cruz, pero al tercer día resucitó de los muertos. “Él que nunca pecó es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Jn. 2:2). A pesar de su posición como marginado, sin ninguna legitimación o base política, en tan sólo tres años Jesús transformó el mundo por los próximos 20 siglos.
“De cierto, de cierto os digo”, explicó Jesucristo: “El que cree en mí, tiene vida eterna.” Y eso es válido hasta el día de hoy.
Michael Kotsch