La gloria de la resurrección
31 mayo, 2018
¡Feliz Navidad!
21 diciembre, 2018
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por Norbert Lieth

Delante de su clase un maestro levanta un billete de 20 euros y pregunta: “¿Quién lo quiere?”. Por supuesto que todos los alumnos levantan la mano. Luego el maestro arruga el billete y pregunta: “¿Todavía lo quieren?”. Otra vez se levantan todas las manos. El maestro echa el billete arrugado en el suelo, lo pisotea y pregunta: “¿Y ahora, todavía lo quieren?”. Y otra vez todos los alumnos levantan las manos. Entonces el maestro dice: “¡Hoy han aprendido una lección importante! No importa lo que yo haga con este billete de 20 euros, ustedes igual lo van a querer porque su valor no ha cambiado; siempre valdrá 20 euros. En la vida varias veces ustedes serán rechazados por algunas personas, y sentirán que ya no valen nada. Pero no lo olviden nunca: no importa qué martirios tengan que pasar, cuántas personas los rechacen, cuán profundo caigan; ustedes nunca perderán su valor. El valor de nuestra vida no es medido por lo que hacemos, o nuestros contactos, sino por lo que somos. ¡Para Dios, quien los ama a ustedes, y para las otras personas que los aman, el valor de ustedes nunca cambiará!”.
Cuando Jesucristo vino al mundo Dios nos dijo con eso que Él nos ama así como somos y que nunca le seríamos indiferentes. La Biblia lo expresa de la siguiente manera: “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor…” (1 Jn. 4:16).

Cada ser humano se alegra cuando alguien le dice honestamente “te amo”, y también lo demuestra con los hechos. Navidad demuestra el amor sin límites que Dios ha derramado sobre el mundo entero a través de Jesucristo, y con eso también sobre ti. Alguien dijo: “El Dios todopoderoso inclina Su rostro hacia la tierra, se convierte en carne y en humano, en uno de nosotros… Eso no es material del cual se inventan leyendas y mitos. Ese es el amor inconmensurable de Dios hacia los humanos”.

Amor significa que Dios no se rinde.
Los primeros humanos, Adán y Eva, perdieron mucho cuando se dejaron seducir y comenzaron a ignorar a Dios. Cuando ellos quisieron tomar sus vidas en sus propias manos y decidir por cuenta propia, ellos ya no eran dueños de sí mismos, y la perdición tomó su rumbo. El pecado había entrado al mundo, y con él la muerte y todo lo malo que domina este planeta.

Mírese como se mire, la Palabra de Dios sigue teniendo la razón cuando dice: “El pecado es la deshonra de cualquier pueblo” (Prov. 14:34). El pecado nos separa de una vida con Dios, nos aparta de nuestro Creador y también de la humanidad. Es la razón de toda insensatez, toda codicia, todo egoísmo, toda mentira, toda discordia y toda crueldad.

Aún así el ser humano mantiene su valor y Dios hace todo para restaurar lo perdido. Antes de rendirse, está dispuesto a convertirse Él mismo en humano y tomar sobre sí toda la culpa y la muerte. Por eso los apóstoles de Jesús escriben en la Biblia: “Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este maravilloso mensaje de reconciliación” (2 Co. 5:19).
Amor significa que Dios quiere tu existencia.

Entre las obras de arte más famosas está la pintura de Miguel Ángel sobre la creación de Adán. En dicha pintura Dios extiende Su dedo hacia la mano flácida de Adán. Este toque despierta a Adán a lo que Dios había determinado para él.

Ninguno de nosotros es producto de una casualidad; Dios ha querido la existencia de cada ser humano.

Navidad significa que a través de Jesucristo Dios toca con Su vida a un mundo perdido, para despertar al ser humano y para tener comunión eterna y gloriosa con él.

Si recién dijimos que el pecado es la perdición de la humanidad, entonces con la venida de Jesús a este mundo podemos saber: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores…” (1 Ti. 1:15).

En Jesús Dios nos extiende la mano y nos toca. En Él Dios nos ofrece el perdón completo y nos vivifica para una vida nueva. Un doctor en teología, el pastor Dr. S.M. Lockridge, señaló lo siguiente sobre Jesucristo:
“Su vida es inigualable. Su bondad es ilimitada. Su gracia dura eternamente. Su amor es inalterable. Su Palabra y Su gracia son suficientes. Su dominio es justo. Su yugo es suave y Su carga liviana. Desearía poder describirlo para ustedes”.

Navidad significa que Dios ha dicho sí a ti. En todo esto no depende de si tú lo vales, de cómo te sientes o de lo mucho que la culpa pesa sobre ti.

Amor significa que tú lo necesitas.
“All you need is love” (“Todo lo que necesitas es amor”) en su tiempo llegó a ser un éxito mundial de Los Beatles. ¿No será que la canción se convirtió en un éxito mundial porque el amor expresa la añoranza más profunda de todos los seres humanos?

Pero ningún humano puede dar lo que Dios da. Por eso tenemos que decir: “¡Todo lo que necesitas es a Jesús!”. En Él se ha hecho realidad el amor de Dios, y eso en el establo en Belén, en Su vida, en Su evangelio, en Su muerte y en Su resurrección.

La venida de Jesucristo al mundo nos dice que Dios nos ama tal como somos. Dios ama de verdad e incondicionalmente. Él nos obsequia todo, a pesar de que no lo merecemos. Tú eres valioso para Él, porque Él te creó y quiso tu existencia.

Pero ¿de qué sirven todas las velas si sigue habiendo oscuridad en el corazón? Con Jesús vino a nosotros el visitante más importante de la historia del mundo, pero fueron pocos quienes le abrieron las puertas de su corazón. Por eso todo quedó oscuro, frío y vacío.

Deja que la Navidad se convierta en una fiesta en la que tú invites a Jesús a entrar tu corazón.

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