¿Quién controla tu computadora?

Se dice que el cerebro humano es el mayor milagro del cosmos. Sin duda, nuestro cerebro actúa como una supercomputadora con un sistema tan complejo del que incluso hoy en día se conoce muy poco. Es una masa de tejido gelatinoso gris de aproximadamente 1300 gramos. Contiene en su interior cerca de 100.000 millones de células conocidas como “neuronas”, que constituyen la unidad básica del sistema nervioso. Estas células se conectan entre sí a través de millones de ramificaciones y forman un muy complejo sistema con una función específica: procesar la información sensorial de nuestro cuerpo, tanto externa como interna. Si pensáramos en nuestro cerebro como una computadora, en un solo segundo estas células son capaces de procesar hasta 200.000 millones de bits de información. Para ello se valen de sus casi 100 trillones de interconexiones. (100.000.000.000.000.000.000). Difícil de imaginar, ¿verdad?

Quien estudia el cerebro humano, indudablemente se ve empujado a investigar sobre la memoria. Descubrirá así que es un proceso tan complejo como desconocido. Aún con todos los avances tecnológicos actuales no se ha podido comprender o conocer cómo hace el cerebro para almacenar y ordenar la memoria.

Se estima que a lo largo de 70 años, se almacenan más de 15 mil millones de experiencias individuales. Estarás de acuerdo en que son números que apenas podemos comprender.

Ahora imagínate: Dios en un solo instante tiene el poder de acceder a toda esa información y hacerla visible como si la proyectara en una pantalla. Y no solo de una persona, sino de cada ser humano en la tierra. Dios dice: “Yo conozco los pensamientos y deseos de todos, y a cada uno de ustedes lo trataré de acuerdo con sus obras”.

La Biblia nos enseña que un día, creas o no, tendrás que dar cuenta por las cosas que hiciste y pensaste. ¡Solo de imaginar que Dios recuerda cada mala palabra, mal pensamiento y mala actitud, debería darte escalofríos!

Seguramente te estarás preguntando si no se acordará de lo bueno. Déjame decirte que aunque tengas actos que reflejen bondad o misericordia, la Biblia nos asegura que no hay nadie bueno, ni uno solo. Todos han pecado y por tal razón están separados de la presencia de Dios, y cargan con un castigo eterno. En ese “todos” estás incluido tú. Por tanto, nada de lo que hagas valdrá como un acto “salvador” delante de Dios.

¿Eso quiere decir que todo está perdido?

NO, porque la Escritura dice que aunque eres un pecador, Dios te da la oportunidad de que cambies tu condición de “condenado” a “salvado”. Él te ama y por eso envió a Jesús (su Hijo) para que tomara sobre sí el castigo que merecías. Él pagó tu deuda. Sufrió y murió en tú lugar en aquella cruz.

Por tanto, solamente si reconoces esto y te arrepientes de tus pecados, obtendrás el perdón y gozarás de la esperanza de la vida eterna junto a tu Señor. No pierdas más tiempo, no sabes lo que pasará mañana. Hoy tienes la oportunidad de recibir la salvación. Ya no tienes excusa, eres responsable de aceptar o rechazar este mensaje. Recuerda que tu decisión tendrá consecuencias eternas