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Alejandra Valli nos cuenta sobre sus experiencias con personas musulmanas en Uruguay y en Jordania. Hablamos sobre la importancia del respeto y la amabilidad, pero sobre todo de mostrar el amor de Cristo a través de nuestras acciones. Alejandra nos cuenta testimonios muy especiales de familias a las que ha podido evangelizar y nos da consejos para animarnos a hacerlo nosotros mismos. ¡No te los pierdas!


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EA0925 – Entre Amigas –
Alcanzando a las naciones desde casa



Entrevista a Alejandra Valli

Victoria: Queridas amigas, es un gusto estar compartiendo el momento de la entrevista con ustedes nuevamente. Hoy nos acompaña Alejandra Valli, una querida compañera de muchos años y una nueva amiga que se suma para conversar con nosotros en Entre Amigas. Ale, ¿cómo estás? Es un gusto tenerte con nosotras.

Alejandra: Es un gusto, Victoria, un placer poder acompañarte y tener esta charla en Entre Amigas contigo y con la audiencia que va a escuchar este programa también. Así que en primer lugar gracias por la invitación.

Victoria: Ale, contanos un poquito acera de vos. ¿Qué edad tenés? ¿A qué te dedicás? Hoy vamos a empezar a hablar de un área muy importante y que te apasiona mucho en tu vida, que es el tema de las misiones y de vincularte con culturas distintas a la tuya. Contanos un poquito de esto.

Alejandra: Bueno, mi nombre es Alejandra y soy del interior de Uruguay, pero hace casi 10 años que estoy viviendo en Montevideo. Me vine acá a estudiar y ahora estoy trabajando en un organismo público. Gracias a Dios, desde que me vine acá hace 10 años comencé a involucrarme en la iglesia y en lo que es misiones especialmente. Desde ese momento creció ese deseo, ese interés de compartir el mensaje del evangelio, no solamente con nuestra cultura sino que también con culturas vecinas. Así comenzó esa inquietud, hace algunos años.

Victoria: Vivimos en un mundo globalizado, en el que ya sea a través de la tecnología o a la vuelta de la casa de uno encontramos a personas que vienen de culturas completamente distintas a trabajar, buscando un nuevo futuro o con situaciones mucho más difíciles como puede ser el tema de los refugiados, con los que tuviste algún vínculo, pero vamos a hablar sobre eso más adelante. Contanos, ¿cómo comienza todo este tema de relacionarte, desde acá, con otra cultura?

Alejandra: Bueno, específicamente con la cultura árabe comenzó en el 2017. Recuerdo que estábamos en un congreso en nuestra iglesia, un congreso que hacemos hace muchos años. En esa oportunidad teníamos la visita del pastor y cantante Daniel Calveti, que iba a estar compartiendo en esos días con nosotros. Recuerdo que en esa instancia él se estaba hospedando frente a la Plaza Independencia, en Montevideo, y a la noche cuando tuvimos la reunión el dijo que sentía la carga de visitar a una familia que había visto en la Plaza Independencia, una familia de refugiados. Esto fue un sábado en la noche, y él dijo: “yo mañana temprano los voy a ir a visitar. Aquellos que me quieran acompañar son bienvenidos”. Así lanzó la invitación, así que el domingo tempranito fuimos con un grupo de hermanos de la iglesia, y lo tomamos como parte del congreso. Si bien yo trabajaba en frente a la Plaza Independencia, no sabía que esta familia estaba ahí, nunca los había visto. Pero fuimos, llevamos una guitarra, llevamos alimentos para compartir con ellos, y llegamos así no más, dijimos “hola, vinimos a visitarlos”. Nosotros no conocíamos su idioma y ellos hablaban muy poco español, entonces la comunicación era prácticamente imposible, pero sin duda que estuvo la mano de Dios ahí, no fuimos nosotros sino que fue el Espíritu Santo el que obró allí. Terminamos todos abrazados, llorando, orando. Fue una experiencia hermosa porque surgió de la noche a la mañana, y desde esa fecha hasta el día de hoy, gracias a Dios, pude entablar una amistad con esta familia que fue creciendo a lo largo de los años, sobre todo con sus hijas, que son como mis hermanas. Fue una experiencia muy linda, algo que realmente creo que se gestó en el corazón de Dios y que pudimos ser parte de ese plan que Dios tenía con ellos en Uruguay.

Victoria: Hablábamos de la Plaza Independencia, a quienes nos escuchan les decimos que es la plaza más importante en Montevideo, la capital de Uruguay, y siempre se ve gente por allí, pero normalmente no hay gente en situación de calle. En otras plazas sí, pero en esta particularmente no es tan común. ¿De qué nacionalidad son ellos?

Alejandra: Ellos son sirios.

Victoria: Y llegó un grupo bastante grande de sirios a Uruguay.

Alejandra: Sí.

Victoria: ¿Cómo continúa todo esto? ¿Entendieron todo lo que ustedes les estaban diciendo? ¿Preguntaron? ¿O simplemente recibieron ese cariño, ese contacto de parte de ustedes?

Alejandra: Lo que hicimos fue contarles que éramos cristianos, que queríamos conocerlos, escucharlos, hablar con ellos. Porque para ellos algo muy valioso es la amistad. Nosotros como cristianos tenemos que reflejar el amor de Dios, y una de las formas de reflejarlo es siendo amistosos con las personas. No fuimos disfrazados, no fuimos ocultos ni nada de eso, simplemente les dijimos que veníamos en representación de Jesús a traerles lo que teníamos. No sabíamos qué necesitaban, no los conocíamos, pero queríamos hacer lo posible. Tampoco podíamos darles muchas explicaciones porque era tanta la emoción que tenían ellos que era imposible. Ellos lloraban, entonces lo que podíamos hacer en ese momento era abrazarlos y escucharlos, escuchar sus necesidades. Ellos se desahogaron con nosotros y nosotros les prestamos nuestros oídos y nuestros brazos. Después seguimos en el congreso y en la tarde fuimos a visitarlos nuevamente y los invitamos para una reunión que íbamos a tener el otro día. Nosotros nos preguntábamos si iban a ir, y si no se lo iban a tomar a mal.

Victoria: O incluso que llegaran a tener algún problema.

Alejandra: Exactamente, porque como cristianos somos como los enemigos, los infieles. Entonces no sabíamos cómo iban a reaccionar, con qué nos íbamos a encontrar. Pero el padre de la familia dijo: “Sí, nosotros queremos ir. Vamos todos”. Y le dijimos: “Bueno, mañana a tal hora venimos a buscarlos, estén prontos”. Y fue así. Al otro día los fuimos a buscar, la iglesia estaba llena porque era el último día del congreso, y aparecen ellos. Y cuando el padre de familia abrió la puerta y entró a la iglesia, empezó a llorar, y empezó a decir “amor, amor, mucho amor”. Eso para nosotros fue increíble, no lo podíamos creer porque nosotros no habíamos hecho nada más que ir a buscarlos e invitarles a compartir con nosotros. Pero sin duda que Dios se encargó de tocarles, de hablar a sus corazones. A partir de esa fecha, mientras ellos estuvieron en Montevideo, porque después viajaron a Salto porque se fueron a vivir con su familia, venían a las reuniones. Venían y compartían con nosotros, se quedaban conversando, entablamos una muy linda amistad y hasta el día de hoy nosotros tratamos de ir una vez por año a Salto, a llevarles cosas y a recordarles que estamos ahí y que si bien no podemos ir seguido porque estamos lejos, sí pueden contar con nosotros. Por eso hemos ido varias veces e incluso el padre de la familia ha venido exclusivamente a la iglesia a saludarnos cuando viene a Montevideo. Gracias a Dios pudimos entablar ese vínculo con ellos.

Victoria: Hay que estar atentos a lo que se puede hacer, ¿no? Viendo si hay necesidad o si hay algo para hacer por los demás. A veces pensamos que no tenemos nada que dar pero hay mucho que podemos hacer otros. ¿Cómo fue el tema cultural? Porque más allá de que esta familia estaba acá en Uruguay, seguramente el tema de las costumbres o cosas como el papel de la mujer, por ejemplo, o cómo se alimentaban, en esos intercambios que tenían con ellos se veían. Contanos un poco de esto.

Alejandra: Al comienzo tengo que confesar que teníamos un poco de temor porque si bien yo conocía algo de la cultura porque había leído y estudiado del tema, la mayoría de las personas que iban no teníamos mucha idea. Y yo tenía una idea pero no sabía exactamente cómo era su cultura. Entonces al comienzo le decíamos al Señor que no queríamos echar a perder esta oportunidad que Él nos había dado por una actitud o algo que obviamente iba a ser sin intención pero podía ofender. Esa era una de nuestras oraciones, que el Señor nos ayudara a ser prudentes, a prestar atención, a ser cuidadosos. En el tema de la mujer sobre todo, ellos son muy cuidadosos en el tema del saludo también, entonces intentamos ser lo más cautelosos posible. Para contarte una anécdota, recuerdo que en uno de los viajes en los que fuimos a visitarlos nosotros habíamos planeado pasar el día con ellos, comprar pizzas, llevar refrescos, hacer una fiesta con ellos, agasajarlos. Cuando íbamos en el viaje nos enteramos de que estaban en Ramadán, pero ya teníamos todo planeado. Para los que no saben, ellos ayunan en Ramadán. Y bueno, fuimos todo el viaje pensando cómo podíamos hacer. La cuestión es que llegamos allá con todos los comestibles, todo, y le pedimos a las hijas que le explicaran al padre de familia que nosotros no sabíamos, que nuestra intención había sido agasajarlos, compartir con ellos un tiempo, pero no nos dimos cuenta de que ellos estaban Ramadán. Y el padre, sonriendo, nos dice: “no se preocupen, no hay problema”. La cuestión es que terminamos comiendo todos, el padre, los hermanos, la única que cumplió fue la madre. Pero el padre comió de todo, y es más, nos quedamos ese fin de semana para visitarlos al otro día y nos estaban esperando con un cordero. Habían matado a un cordero para nosotros. Y nosotros pensábamos: “esto solamente Dios lo puede hacer”. Sin duda que fue Él quien tocó sus corazones. Aparte nosotros llegamos y no sabíamos cómo proceder, porque en algunos lugares se descalzan para entrar, pero nosotros llegamos, pusimos todo arriba de la alfombra, ni nos descalzamos, todo lo que era el pequeño comedor de ellos lo llenamos de cosas, o sea que si había reglas nosotros las rompimos a todas, pero ellos, cada vez que nosotros decíamos o hacíamos algo que culturalmente no estaba bien, se reían, porque se daban cuenta de que nosotros no lo hacíamos con una mala intención. Y terminamos todos riéndonos, todos contentos. La verdad que fue muy lindo conocer la cultura de ellos y compartir ese tiempo. Y las comidas que nos preparaban eran riquísimas.

Victoria: Alejandra, ¿te ha pasado en estos intercambios de pensar cómo te sentirías si vos estuvieras en el lugar de ellos? Si tuvieras que estar en una cultura completamente distinta, desarraigada de la familia, en el caso de Siria con tantos años de guerra encima, ¿Qué te ha pasado al estar en un contacto tan directo con personas que no son simplemente números, que no son cifras, sino que son personas en carne y hueso, son niños, mujeres, familias con historias?

Alejandra: La verdad es que es un impacto, es un choque. Si bien compartí con esta familia y ellos me han contado lo que han vivido, igual ellos no han tenido que pasar, gracias a Dios, por tantas pérdidas humanas cercanas a ellos. Ellos salieron para prever. Pero recuerdo que cuando tuve la oportunidad de ir a Jordania en este año sí estuve en contacto con personas que perdieron a sus hijos, que perdieron a sus esposos, que de un día para otro lo perdieron todo. Uno lo ve en la televisión y parece algo muy lejano, parece como un cuento. Pero cuando vos estás con la persona y sentís el dolor y la desesperanza, más que nada, es otra cosa. Vos sentís que esa persona ya no tiene más esperanza, ya no ven un futuro, para ellos ya se terminó todo. Y si sos mujer y sos viuda es peor todavía. Es muy terrible, porque no tenés valor, tiene más valor un objeto que vos. Yo creo que Dios permite que tengamos ese contacto directo con las personas para sensibilizarnos, para ponernos en su lugar. En primer lugar, es muy chocante. Uno tiene que ir preparado, pidiéndole al Señor la fuerza. Yo soy una persona bastante sensible, entonces tengo miedo a veces de, en vez de ayudar, ponerme mal y hacer lo contrario. Pero yo creo que Dios ve el corazón, prepara todas las cosas y nos fortalece y nos ayuda para que nosotros podamos ayudar a otros. Esta oportunidad que tuvimos, no solo allá en Jordania sino acá también, de acercarnos a esas personas y poder ser los brazos, los pies, la voz de Dios, para uno es una satisfacción. Si bien uno va a bendecir, sale más bendecido todavía.

Victoria: Y sin duda, es hermoso que puedan conocer a Jesús a través de las vidas de las personas y no solo como un personaje histórico o, peor aún, como un enemigo. ¿Cuál sería tu consejo, tu palabra para aquellas amigas que nos están escuchando? Muchas veces tenemos tantas cosas para dar pero no aprovechamos las oportunidades que tenemos, en lugar de eso nos pasamos quejándonos. ¿Qué tenés para aconsejar?

Alejandra: Yo creo que una de las cosas que aprendí con todo esto es a valorar lo que tenemos, a valorar el país, a valorar las cosas que Dios nos ha dado, los pequeños detalles que tenemos todos los días: la familia, los amigos, la iglesia, todos esos detalles que a veces se nos vuelven tan comunes y nos olvidamos de lo privilegiado que somos. Yo creo que cuando uno habla con personas que han vivido estas cosas se da cuenta de lo afortunado, de lo bendecido que es. En caso de que tengan la oportunidad de hablar con personas de esta cultura musulmana, hay una de las cosas que siempre les digo, que es que a veces nosotros salimos frustrados porque queremos que se conviertan ya, queremos que ya acepten a Cristo, que ya cambien, que ya dejen sus costumbres, pero lo importante es pedirle al Espíritu Santo que él sea el que se revele a sus vidas, porque si no salimos frustrados.

Victoria: Y qué cantidad de testimonios que hay de conversiones en las que otras personas no tuvieron nada que ver, sino que fue directamente un trato de Dios con ellos.

Alejandra: Exactamente. Yo recuerdo que las primeras veces yo pensaba “¿qué estoy haciendo mal? ¿en qué estaré fallando?”, hasta que entendí que el más interesado en que le conozcan es Jesús, y es el Espíritu Santo quien hace la obra. Que esa sea nuestra oración, que se les revele el Espíritu Santo. Otra cosa importante es el acercarnos a ellos con sinceridad, demostrar verdadero interés por ellos. No acercarnos a ellos por curiosidad, para ver cómo son, ni encubriendo nada, sino siendo completamente sinceros, genuinos. Vamos a presentarles lo que Jesús nos ha enseñado, a compartirles de ese amor. Porque se dan cuenta cuando uno va simplemente por ir y cuando uno va realmente con sinceridad. Otro consejo o recomendación es siempre mantener la paz con ellos, ellos son personas de paz. Si bien a veces se los cataloga con otras cosas, ellos son personas pacificadoras. Por eso es importante la armonía, la comprensión mutua. No atacarlos y decirles todo aquello en lo que no estamos de acuerdo, sino intercambiar ideas, intentar llegar a un acuerdo, pero siempre con respeto, entablando una buena amistad. Yo creo que esas son cosas claves para ganar a una persona para Cristo.

Victoria: Alejandra, ha sido un gusto conversar contigo, te agradecemos mucho y esperamos que puedas seguir fortaleciendo este vínculo con estas personas, y también que muchos más podamos animarnos a acercarnos porque antes se iba a las naciones y ahora muchas naciones están viniendo a nuestros países. Gracias. A ustedes amigas, las invitamos a que sigan con nosotras y no se pierdan el próximo programa. ¡Hasta la próxima!

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