Amor: Lo que nos falta todavía para el Arrebatamiento (3ª parte)

Autor: Norbert Lieth

¿Qué quiere decir el Señor Jesús cuando dice a los creyentes de la iglesia de Éfeso que tiene en su contra el haber perdido su primer amor? ¿Habla del entusiasmo emocional inicial de la conversión? ¿O de algo más? En este programa hablamos sobre el juicio del amor.

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PE2513- Estudio Bíblico
Amor: Lo que nos falta todavía para el Arrebatamiento (3ª parte)

El amor y el jucio

Amigo, ¿Piensa usted que el amor tiene algún tipo de juicio sobre nosotros?

En Apocalipsis 2:1-5 leemos “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: el que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”.

Los mensajes a las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3 están estrechamente ligados con la venida de Jesús. Y otra vez, el amor es un punto esencial. De todos ellos rescatamos que quien deja el primer amor tiene al Señor contra él y pierde el brillo (esto quiere decir, la fuerza del testimonio por Jesús a esto se refiere el versículo 5 del capítulo 2 cuando dice: “Quitaré tu candelero de su lugar”.

Lo que Jesús advertía aquí se convertiría más tarde en una amarga realidad en Éfeso. La ciudad se encuentra hoy en Turquía, pero solo las ruinas aún nos la recuerdan. El islam domina política y religiosamente en aquella región. Con su renuncia al primer amor y su negación al arrepentimiento, la iglesia en la cual habían trabajado Pablo, Juan y Timoteo, lo perdió todo.

¿Qué es el primer amor? ¿Se trata del amor que tenemos por Jesús en el comienzo de nuestra vida cristiana, poco después de nuestra conversión? ¿Del amor emocional y del empeño del primer tiempo? Jesús reconoce el empeño de los efesios, lo que demuestra que la expresión “primer amor” no se refiere al amor emocional de la conversión. ¿Por qué no? Porque claramente existían en la iglesia de Éfeso el empeño, el esfuerzo, la acción, el trabajo y la constancia: “Y … no has desmayado”, dice el Señor en el mensaje dirigido a ésta iglesia en Apocalipsis.

Desde la perspectiva espiritual, sabemos que es posible amar más al Señor después de treinta años de servicio. Si bien no lo amamos de la misma manera emocional como poco después de la conversión, no por eso lo amamos menos. Cuando pensamos en las relaciones interpersonales, pasa lo mismo: un matrimonio que funciona bien, después de 20 años de matrimonio no ama menos que al comienzo, sino que de otra manera. El amor se muestra de manera diferente, con los años se expresa de otro modo que en el primer tiempo.

¿Se trata entonces del lugar que ocupa el amor en la escala de valores? ¿Debe el amor por Jesús estar en el primer lugar, por encima de todo lo que amamos? Ciertamente, es de suma importancia el lugar que el amor ocupa en la vida. El amor a Jesús tiene que estar en el primer lugar. Jesús dijo en Mateo 10:37: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”. Pero el mensaje a la iglesia no indica que los efesios hubieran perdido esta prioridad. Al contrario, está escrito que todo lo que ellos hacían, lo hacían “por amor a mi nombre”. Por lo tanto, en todas sus actividades, su motivación era Jesús. La prioridad era correcta.

Parece que el primer amor aquí se refiere a algo diferente, pero ¿a qué? ¿Dónde encontramos una posible respuesta? Al respecto, es muy revelador observar la relación entre el primer amor y las primeras obras. Por lo visto, ambos van unidos: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor… arrepiéntete y ¡haz las primeras obras!” leemos en los versos 4 y 5. ¿Cuáles son entonces las primeras obras en relación con el primer amor? Las primeras obras se podían observar, como es lógico, en el primer tiempo de la cristiandad. Por eso, si queremos responder esta pregunta, debemos regresar al inicio de la Iglesia.

Después de que Pedro había negado tres veces al Señor y luego se había arrepentido llorando amargamente, el Señor lo restauró espiritualmente haciéndole tres preguntas y dándoles tres órdenes, y cada vez se trataba de una combinación entre amor y obras. En primer lugar, leemos en Juan 21:15: “Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?” podemos ver que el tema es el amor. A continuación Pedro “Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos” señalando las obras.

Podemos ver el mismo patrón en los versículos 16 y 17. Más tarde, Pedro fue nombrado obispo de la primera iglesia. Él fue la figura clave en la fundación de la iglesia en Pentecostés. Él fue, juntamente con Juan, el instrumento para que los creyentes en Samaria recibieran al Espíritu Santo como leemos en Hechos 8:14 al 17. Y finalmente, a través de él, Cornelio conoció el evangelio, una señal de que Dios también llamaba a los gentiles a Su Iglesia. Cada vez, era Pedro la primera persona y el que realizaba la primera obra. Él inauguraba, por así decirlo, las primeras obras en el tiempo inicial del cristianismo.

• Pedro era el líder de la primera iglesia.
• Él era el predicador y el representante de la iglesia
• Él vigilaba como obispo sobre la unidad de la primera iglesia (vea por ejemplo los episodios con Ananías y Safira en Hechos 5 o con el mago Simón en Hechos 8:20).
• Él también viajaba para atender las primeras congregaciones de creyentes fuera de Jerusalén como por ejemplo en Lida, relato que encontramos en Hechos 9:32.

¿Cuáles eran las primeras obras en la Iglesia, en las cuales Pedro jugaba un papel clave? La Iglesia se reunía, los miembros oraban juntos y los unos por los otros. Intercedían por Pedro, anunciaban el nombre de Jesús, se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, permanecían unidos, se preocupaban los unos por los otros y repartían sus bienes entre los necesitados. Bernabé, el “hijo de consolación”, era un hombre que se había destacado desde la primera hora, el cual se ocupaba ejemplarmente de los otros. Cuando la Iglesia creció, nombraron diáconos para la asistencia diaria.

El apóstol Pablo describió más tarde en Hechos 20:17-38, con respecto precisamente a los efesios, cómo él, durante su estancia de tres años entre ellos, había cuidado de los creyentes, enseñando casa por casa y día y noche. Y en su despedida, exhortó a los ancianos de la iglesia con estas palabras del versículo 28: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”.
¿No nos parece escuchar aquí a Jesús diciendo: “¿Me amas? Entonces, pastorea mis ovejas”? La primera Iglesia demostró el primer amor en las primeras obras que hizo.

Cuando Jesús amonesta a los efesios de que han abandonado su primer amor y les dice que se arrepientan y hagan las primeras obras, ¿no alude a la época de la fundación de la Iglesia? La Biblia Jubileo 2000 traduce:
“Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor, la caridad”. El primer amor en relación a las primeras obras, significa el cuidado de la Iglesia, estar el uno para el otro, el prestarse atención el uno al otro, el sostenerse recíprocamente y el esforzarse el uno por el otro. Los primeros capítulos del libro de Hechos nos dan un grandioso testimonio de ello. El primer amor de la primera Iglesia se demostró en estas primeras obras, y justamente esto fue lo que se perdió más tarde.

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Amor

Autor: Norbert Lieth

Llama la atención con cuánta frecuencia y énfasis la Biblia relaciona el amor con el regreso de Jesús. Este libro se refiere a algunos de esos pasajes y los aplica a nuestra vida, con el propósito de que el lector sea contagiado por el amor de Dios.

Formato: • 13,5×19,5cm   • 76 págs.

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