El Mesías, esperanza para el futuro (parte 23).
21 febrero, 2008Autoengaño espiritual de la iglesia de los tiempos finales (parte 2).
21 febrero, 2008Titulo: “Autoengaño espiritual de la iglesia de los tiemposfinales”(parte 1).
Autor: Norbert Lieth
Nº: PE906
Engañar a otros es cosa grave y ser
engañado es doloroso. Pero, peor aún es
engañarnos a nosotros mismos.
Es muy interesante ver, como El Señor
supo utilizar las cuatro cosas cotidianas
principales de los moradores de
Laodicea (hacienda, manufactura textil,
colirio y abastecimiento de agua) para, en
Su sabiduría, crear un mensaje sobre su
estado.
Este mensaje también atañe al espíritu
de nuestros tiempos. ¿Cómo? Escúchelo
en este programa.
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«Autoengaño espiritual de la iglesia de los tiempos finales» (parte 1).
Estimado amigo, engañar a otros es cosa grave y ser engañado es doloroso. Pero, peor aún es engañarnos a nosotros mismos.
En Apocalipsis 3:14-22 leemos: «Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.»''
Laodicea (del griego Laodikeia) fue fundada en el año 253 A.C. por el rey sirio Antíoco II, quien gobernó entre los años 261 hasta 246 A.C. Antíoco llamó a la ciudad con el nombre de su esposa Laodike.
El evangelio tuvo gran impacto en Laodicea, formándose allí una iglesia. El apóstol Pablo y sus compañeros se preocuparon mucho por los creyentes en este lugar. Intercedieron a favor de ellos, los instruyeron y lucharon por ellos. Algo acerca de este trabajo en amor podemos leer en Colosenses 2:1; 4:13.15-16. Pero hoy, únicamente las ruinas de un viejo teatro y una placa de identificación recuerdan el antiguo auge y las riquezas de aquella ciudad.
Laodicea significa «justicia popular'' (del griego, laos = pueblo y dikaia = justicia). Este nombre también parecía reflejarse en el estado interno de la iglesia, a la cual Dios calificó como «tibia''. Sin lugar a dudas, el pueblo insistía demasiado en su derecho de intervención, y debido a eso las instrucciones de la Palabra de Dios quedaban cortas.
De las siete ciudades a las que fueron dirigidas las cartas a las iglesias de Apocalipsis 2-3, Laodicea, presuntamente, fue la de mayor auge y la más desarrollada. Sus pobladores tenían un estándar de vida fuera de lo común. Esta riqueza provenía de tres fuentes:
· La hacienda (bancos); en aquel entonces el oro era la moneda corriente
· la manufactura textil
· la producción de medicamentos, especialmente de un muy afamado colirio. En Laodicea se veneraba a Asclepios, dios de la medicina.
Sin embargo, a la ciudad le faltaba una provisión de agua natural. El agua caliente se traía por conductos desde las fuentes termales de la localidad de Hierápolis. El agua fría provenía de una cristalina corriente de montaña, ubicada cerca de la vecina ciudad de Colosas.
Como los habitantes de Laodicea no poseían ninguna reserva de agua y la tenían que conseguir de manera bastante incómoda, tenían un problema: Cuando recibían el agua fría y caliente, ya tan sólo era tibia. A pesar de toda su fortuna, esto una y otra vez era motivo de descontento, pues el agua tibia era tan repugnante que, por lo general, se terminaba escupiendo.
Laodicea se enorgullecía de ser un centro de la medicina. Los habitantes de la ciudad se jactaban tanto de sus riquezas, que tras un devastador terremoto en el año 60 D.C. se negaron a recibir ayuda de parte de los romanos. Antes bien, volvieron a reconstruir la ciudad por sus propios medios. «Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad.»''
El Señor supo utilizar las cuatro cosas cotidianas principales de los moradores de Laodicea (hacienda, manufactura textil, colirio y abastecimiento de agua) para, en Su sabiduría, crear un mensaje sobre su estado. Pero este mensaje también atañe al espíritu de nuestros tiempos. Es por este motivo que muchos comentaristas bíblicos entienden que Laodicea es una imagen del cristianismo de los tiempos finales.
El significado del mensaje de «caliente'', «frío'' y «tibio''
«¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.»'' Generalmente, este «Ojalá fueses frío…»'' se entiende como algo negativo y el «…o caliente…»'' como algo positivo, en el sentido de: ¡Ojalá fueses un cristiano ardiente, o no fueses ninguno! Pero si observamos textualmente todo el texto, podemos comprobar que el Señor Jesús no se refería a eso. A mi entender, tanto lo de «caliente'' como lo de «frío'' tiene que entenderse como algo positivo. Únicamente eso de «por cuanto eres tibio»'' repugna al Señor. Y digo esto por siete motivos, que son los siguientes:
1. El Señor mismo da el significado. Jesús no dice que ser «caliente'' sea bueno y que ser «frío'' sea malo. Volvamos a ver una vez más sus palabras: «Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.»'' El Señor presenta ambas opciones como deseables: «¡Ojalá fueses frío o caliente!»'' Sin embargo, destaca que lo abominable ante sus ojos es lo de ser «tibio»''.
2. En base al Nuevo Testamento, Dios no le desea la perdición a nadie. No leemos en ninguna parte del Nuevo Testamento que al Señor le sea indiferente que una persona se pierda. Todo lo contrario, él «quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad»'' (1 Timoteo 2:4). ¡Jesús murió por este deseo de Dios!
3. «Tibio»'' no puede ser peor que «frío''. Si la palabra «frío'' describiera la condición perdida de un hombre que no tiene ninguna conexión con Dios, en realidad sería peor que ser «tibio''. Pero aquí el Señor señala la «tibieza'' como lo peor que pudiera suceder, como algo insoportable.
4. En la Biblia, el agua fría es una imagen de lo verdaderamente refrescante. El Señor Jesús dijo en Mateo 10:42: «…cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa». Antes no se podía simplemente ir a una canilla, sostener el vaso debajo de ella, abrirla y dejar que el agua fluyera. No, esto de darle de beber «un vaso de agua fría'' a alguien implicaba un sacrificio. Se tenía que ir hasta un manantial fresco para poder ofrecer agua fría.
5. El agua fresca es figura de la obra del Espíritu Santo. Deducimos esto de las palabras del Señor en Juan 7:37 – 39: «En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado».
6. Agua viva representa la salvación. Es lo que el Señor le explica a aquella mujer samaritana en el pozo de Jacob: «Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna»'' (Juan 4:13-14).
7. El trasfondo histórico de Laodicea juega un papel decisivo. Como ya se ha mencionado, Laodicea era abastecida por dos fuentes: La fuente termal de Hierápolis y la fuente fría de Colosas. Tras tan larga distancia, tanto el agua caliente como el agua fría llegaban tibias. El Señor Jesús utiliza este hecho. Deseaba que la iglesia en Laodicea hubiera sido «fría'' o «caliente''. Unicamente condenaba el estado «tibio''.
Ahora, ¿cuál es el significado práctico de este mensaje?
Lo vamos a estudiar en el próximo programa, pero quiero anticipar uno de los puntos que vamos a tratar:
En una iglesia que funciona bien deberían existir ambas cosas: Un cristianismo ardiente y contagioso, y un cristianismo refrescante y reparador.