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Autor: William MacDonald

Muchas veces dado que el estudio requiere un esfuerzo e intención no solemos asociarlo con el disfrute. Sin embargo estamos ante la Palabra Eterna, la Palabra del Creador para nosotros debiera ser un momento deseado y valorado. Pero en la práctica muchas veces no es así. William MacDonald en su libro “Disfrute su Biblia” nos da no sólo motivos sino herramientas para hacer del estudio de la Palabra un tiempo de deleite y comunión diaria con el Señor.


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PE2520- Estudio Bíblico
Comience a disfrutar de su Biblia (1ª parte)


 


Las palabras disfrutar y estudiar usadas juntas en la idea de este estudio pueden parecer una contradicción para muchas personas, pero para un cristiano, estudiar la Palabra de Dios debería llegar a ser un deleite, algo placentero y disfrutable. Creo que el estudio bíblico comienza en la etapa del “trigo molido”, seco pero nutritivo’, pero a medida que usted va progresando, se irá convirtiendo en un pastel de chocolate.

El estudio con que comenzamos hoy es para ayudarle a planificar sus propias aventuras a través de los vastos mares de la Palabra escrita de Dios.
Además de desearle un “Buen Viaje”, queremos darle aquí el consejo de que disfrute del estudio.

Comencemos entonces. Si alguna vez viera un libro titulado El Estudio Bíblico Fácil, ¡no vaya a comprarlo! Pues no existe una manera fácil de estudiar la Palabra de Dios. Es un ejercicio que demanda disciplina y perseverancia. Estudiar la Biblia también requiere de motivación. Generalmente, en la vida encontramos tiempo para hacer lo que realmente queremos hacer. Si verdaderamente nos diéramos cuenta del valor de la Palabra de Dios, querríamos estudiarla más detenidamente. Pero para poder ver su valor, debemos mirar a través de los ojos de la fe. De otra manera, un partido de fútbol o un programa de TV se volverán más atractivos y excitantes que la Biblia. La fe nos permite ver el valor eterno de las Escrituras, en contraste con el valor transitorio y pasajero del puntaje final de un juego.

Otra gran ayuda para motivarnos es hacernos responsables de un grupo de estudio bíblico, o una clase de Escuela Dominical. Esto ejerce cierta presión en la persona, que la hace predisponerse a estudiar para preparar la clase. No existe el “mejor” método de estudio bíblico. Generalmente, lo que resulta mejor para un creyente puede que no lo sea para otro. Todo lo que puedo hacer es sugerirle un método que consiste en ciertos pasos que, en lo personal, han probado ser de ayuda.

Primeramente, ore para que el Señor le haga una persona enseñable por Su Espíritu Santo. Reconocer nuestra propia ignorancia nos coloca en el camino de la bendición. Luego, escoja en oración el libro de la Biblia que va a estudiar. Probablemente el evangelio de Juan sea el elegido con mayor asiduidad. La carta del apóstol Pablo a los Romanos probablemente sea la que le siga en frecuencia.

Mi siguiente consejo es que comience con una sección corta. Su meta, más adelante, será estudiar toda la Biblia. Pero por ahora, el sólo hecho de pensar en semejante trabajo puede resultar abrumador. Recuerde que una gran tarea se logra a través de varias tareas pequeñas. No puede estudiar la Biblia entera de una sola vez, ni siquiera un libro, pero sí puede estudiar algunos versículos. Así es como se comienza.

Mi siguiente sugerencia es que escriba en un cuaderno, a modo de pregunta, todas sus dudas sobre el pasaje. Cuando la gente me pregunta cómo estudio la Biblia, siempre les contesto, “Con un signo de interrogación en la mente”. Eso no significa que esté cuestionando la inspiración o la infalibilidad de la Palabra. ¡Ni por un segundo! Pero enfrento los problemas honestamente y me pregunto, “¿Qué quiere decir?”. También léalo en tantas versiones reconocidas de la Biblia como le sea posible. Aun las versiones parafraseadas pueden ser útiles para dar significado a un versículo. Aquí hay unos versículos de la Versión Reina-Valera, comparados con los mismos versículos de una versión parafraseada:

Colosenses 1:28-29, de Reina Valera 1960 dice:
A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.

La Traducción en lenguaje actual dice:
Nosotros anunciamos a Cristo, y con toda sabiduría aconsejamos y enseñamos a todos, para que lleguen a ser perfectos como Cristo. Para esto trabajo y lucho con la fuerza y el poder que Cristo me da.

En Colosenses 2:8, versión Reina Valera 1960 leemos:
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.

En la Traducción en lenguaje actual encontramos:
Tengan cuidado. No presten atención a los que quieren engañarlos con ideas y razonamientos que parecen sabios, pero que sólo son enseñanzas humanas. Esa gente obedece a los espíritus poderosos de este mundo y no a Cristo.

Puede realizar usted mismo éste ejercicio con diferentes pasajes. También le sugiero que lea tantos buenos comentarios bíblicos como pueda encontrar. Sea como una red de pescar, sacando toda la ayuda que pueda obtener. Sin embargo, deberá cuidarse de permitir que los comentarios ocupen el lugar de la propia Biblia. Y, por supuesto, debe leerlos con discernimiento, probando todas las enseñanzas con la Biblia y apropiándose sólo de aquellos que sean fieles. Como a menudo se dice, se come la naranja y se apartan las semillas, o se come el pollo y se dejan los huesos.

Conozco algunos cristianos devotos que insisten en que debemos leer sólo la Biblia. Ellos parecen enorgullecerse de ser independientes de cualquier tipo de ayuda externa, y aparentemente, se supone que eso garantiza la pureza de su doctrina. Yo siempre tengo temores y dudas respecto a las personas que adoptan esta actitud. Primero, porque pasan por alto el hecho de que Dios ha provisto a la iglesia de maestros, y por tener un don de Dios, no deberían ser menospreciados. Su ministerio puede ser oral o escrito, pero los beneficios son los mismos.

También existe tremendo valor en la comunión con otros estudiosos de la Palabra y en comparar interpretaciones. Esto nos ayuda a no volvernos parciales o extremistas. Con frecuencia, ayuda a no terminar teniendo puntos de vista raros, o incluso heréticos.

Los creyentes jóvenes deben buscar un mentor, una persona que combine la espiritualidad con el conocimiento de las Escrituras. Compartir preguntas y problemas con tales personas se convierte en una tremenda ayuda para crecer en la gracia y el conocimiento. Haga apuntes de explicaciones útiles, de ilustraciones, y exposiciones. Puede que en el momento piense que después lo recordará, pero lo más probable es que no lo haga. Una actividad muy importante es el intercambio de ideas con otros cristianos para intentar conseguir respuestas. Es maravilloso cómo el Señor provee respuestas satisfactorias como resultado del estudio diligente de años.

En mi humilde experiencia debemos continuar buscando hasta que podamos dar una explicación simple y concisa del pasaje a alguien más. No hemos aprendido realmente de un pasaje mientras no podamos explicarlo de manera clara y simple. Las explicaciones que son largas y rebuscadas, generalmente ocultan una falla en la comprensión de lo que la Palabra está diciendo en realidad.

Además de intercambiar ideas es muy importante que comparta con otros lo que ha aprendido. Esto ayuda a asimilar los conceptos en su propia mente, y debería ayudar y estimular a quienes los reciben. Al mencionar el próximo consejo, puede que sea combinado con el primero. Querido amigo, por favor, ore y estudie con la intención de obedecer lo que está leyendo. No evada las enseñanzas de la Palabra. Recuerde que la obediencia es el órgano principal del conocimiento espiritual.

Nunca separe la doctrina del deber. La Biblia no es un libro de teología sistemática donde las doctrinas se dan aisladamente. Le invito a que tome Filipenses 2:6-8 ya que es uno de los grandes pasajes sobre la persona de Cristo, pero está presentado en conexión con una petición a los cristianos a que piensen en otros, y no en sí mismos. Por eso es que cada verbo indicativo lleva un imperativo, es decir, que cada declaración está ligada a una acción. La doctrina en sí misma puede ser fría y sin vida. Deje que otros discutan sobre cuántos ángeles pueden pararse en la cabeza de un alfiler; pues tales especulaciones nunca conducirán a la piedad.


Si desea puede adquirir el libro sobre el que está basada esta serie de programas.


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