¿Cómo reaccionamos ante la invitación de Jesús?

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Autor: Herman Hartwich

¿Cuál es nuestra respuesta a Jesús? Algunos lo buscan solo por interés (buscan sus milagros o su ayuda). Otros directamente no lo buscan, se creen perfectos y autosuficientes. Sin embargo, la mejor posición es creer en Él, aceptarlo, y aun sin entender algunas cosas, depositar nuestra fe en Él.


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PE1882- Estudio Bíblico
¿Cómo reaccionamosante la invitación de Jesús?



¿Qué tal, mis amigos? Reciban un abrazo muy grande en el nombre de Jesucristo, con los mejores deseos de la bendición de Dios sobre sus vidas. Es notable cómo por ejemplo un evento, algo que sucede en el diario vivir, para algunas personas puede tener un efecto bueno y para otras personas puede ser malo. Estoy hablando acerca de diferentes reacciones a la misma situación o a las mismas cosas que suceden. Por ejemplo, un día lluvioso puede ser muy bienvenido para un sembrador que acaba de sembrar su campo; pero sin embargo, ese día lluvioso, beneficioso para un cultivador, resulta una tragedia para una familia que quiere ir a la playa. Así, durante su vida terrenal Jesús causó diferentes reacciones, como también las sigue causando hoy día; variadas reacciones. Volvamos a considerar el evento que se encuentra en la Biblia, cuando Jesús entró en la ciudad de Jerusalén (lo que se llama “la entrada triunfal”, “Domingo de Ramos”). Fue ese domingo antes de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.

Voy a leer en el Evangelio de Juan, capítulo 12, verso 12 al 19: “El día siguiente grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban ‘¡Hosanna! ¡Bendito el que vienen en el nombre del Señor, el Rey de Israel!’. Y halló Jesús un asnillo y montó sobre él como está escrito: ‘No temas hija de Sión; he aquí tu rey viene montado sobre un pollino de asna’. Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio, pero cuando Jesús fue glorificado entonces se acordaron de estas cosas que estaban escritas acerca de él y de que se las habían hecho. Y daba testimonio la gente que estaba con Él cuando llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de los muertos, por lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que Él había hecho esta señal. Pero los fariseos dijeron entre sí: ‘Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras de él’”.

Hoy yo quisiera invitarles a encontrarnos con tres personas que presenciaron este evento, y la primera es una mujer. Vamos a imaginarnos que su nombre es Ester. Ella nos está diciendo de esta forma (yo voy a expresarme como si fuera la persona): “Soy Ester. Estoy harta de pagar impuestos a Roma; todo lo que gana mi esposo en nuestra pequeña granja va a Roma. Inclusive viniendo aquí, a Jerusalén, para celebrar la Pascua nos vimos obligados a detenernos para llevar la carga de un soldado romano una milla. Ni siquiera somos dueños de nuestro propio tiempo: En cualquier momento pueden exigirnos que trabajemos como si no fuera suficiente que nos quitan casi todo lo que ganamos. ¿Por qué estamos aquí, a la orilla de la calle, con ramas de palmera? Es que la gente anda diciendo que podría llegar en cualquier momento el Mesías; ¡yo espero que sea pronto! Quiero que sean las cosas como cuentan las escrituras, como en los días de David o Salomón, cuando las naciones vecinas nos temían y había mucha riqueza. Hace algunos días vino corriendo mi prima a la casa; había estado en Betania, a unas tres millas de aquí, cuando este hombre llamado Jesús hizo salir un muerto de la tumba. Yo no le creí, pero mi prima no inventa y ella asegura haberlo visto con sus propios ojos. ¿Será este el que hemos esperado? No lo sé. Solo estoy cansada de vivir así como estamos, y estoy lista para seguir a cualquiera que me pueda sacar de este lío. ¡Mirá, aquí viene, es Jesús! ¡Hosanna!”.

Este es uno de los testimonios, esta mujer. Ahora una pregunta: ¿Qué vemos en esta mujer, Ester? ¿Fe? De cierta clase; pero no busca la verdad, busca beneficios. Quiere un salvador, pero lo quiere bajo sus propios términos. Ester está buscando un salvador que haga lo que ella quiere. Su enfoque está en las necesidades que ella percibe: sus necesidades económicas, su deseo de tener la libertad política… Ahora me pregunto: ¿Habrá gente así todavía? ¿Existe aun gente que quiere seguir a Jesús bajo sus propios términos? La naturaleza humana es la misma. Quizá alguien que se encuentra aquí en este momento, escuchando esta reflexión, está buscando a Jesús solo para ayudarle a resolver un problema de salud, un problema matrimonial, una situación laboral o algún otro problema. Quizá por eso encendiste el receptor de radio, porque estás buscando una solución a tu problema. Te aseguro que Jesús es poderoso para resolver cualquier problema que enfrentes. Te aseguro también que si solo buscas a Jesús para resolver tus problemas, tarde o temprano te desilusionarás; porque esa no es la clase de fe que está buscando Jesús, esa no es la clase de relación que desea tener contigo. ¿Habrá otra clase de fe preferible?

Vamos a ir por la segunda persona, uno que acompañaba a Jesús de cerca. Él dice: “Mi nombre es Natanael, y conocí a Jesús cuando mi amigo Felipe me dijo que lo viniera a ver, que era el Mesías. Cuando le llegué a ver me dijo qué había estado haciendo ese mismo día. Con eso me convenció; claramente este hombre venía de Dios, y yo quería unir mi destino al de Él. Yo no entiendo lo que está pasando aquí: Jesús hizo todos los arreglos para entrar en Jerusalén, pero sobre un burrito. ¿Por qué no un caballo de guerra? Yo sé que Él es nuestro libertador, nuestro rey; yo creo en él. En estos tres años que tengo con Él he visto cosas increíbles: He visto a muertos resucitar, ciegos ver, cojos andar… Todas estas cosas comprueban para mí que Jesús es el salvador a quien hemos estado esperando. Sin embargo, lo que más me convence es su persona: Yo sé que Él dice la verdad, yo sé que es nuestro único camino al Padre. No entiendo bien cómo esto va a salir, pero una cosa sí sé: Estoy con él”.

Ahora, así como preguntamos sobre Ester, sobre Natanael ¿qué clase de fe estamos viendo aquí? ¿Cuál es diferencia entre éste y Ester? La clave para entender la diferencia entre estas dos personas es el compromiso. No es que Natanael lo entendiera todo; fue solo con la venida del Espíritu Santo después de la exaltación de Jesús, que vino el entendimiento de todas las cosas. Tampoco se trataba de tener una fe que nunca fallara, porque Natanael con los otros discípulos abandonaron a Jesús en la crucifixión. Quizá como Natanael no entendamos completamente las cosas de Dios; Jesús no nos exige que lo entendamos todo para poderle seguir. La fe no siempre es ciega, pero tampoco podrá existir cuando continuamente estamos dudando. Podemos confiar en la ayuda del Espíritu Santo para revelarnos la verdad. Quizá como él en algún momento hayamos fallado en nuestra devoción a Cristo, y Cristo restauró a los discípulos y también nos puede restaurar a nosotros. Si tú le has fallado al Señor, Él está deseoso de restaurarte. Él no te mira con ojos de condenación sino te mira con ojos de amor. Lo que podemos compartir con Natanael es su convicción de que este hombre, Jesús, es el camino, la verdad y la vida. Podemos saber que queremos unir nuestro destino con el suyo.

Pero ahora vamos a conocer a una persona más. “Mi nombre es Simón y soy fariseo. Soy líder de este pueblo; yo sé lo conviene para nosotros y les puedo decir que este farsante solo va de mal en peor. ¿Qué no hará ahora? Entrando de esta manera al pueblo simplemente está pidiendo que se arme una revolución. Si sucede, yo no me hago responsable. Él que la resuelva como pueda. Hace ya tres años que hemos trabajado con Él tratando de hacerle entrar en razón, le hemos explicado que él no puede andar excitando a la gente, que hay que mantenerla calma por la presencia de los romanos, pero no entiende. Y esa charlatanería que la gente llama milagros… Me cuentan que esa clase de cosas se ve también entre los magos de Egipto. Les aseguro que este no pertenece a una religión ordenada y correcta. ¡Qué escándalo! Hasta acepta como seguidoras a prostitutas y cobradores de impuestos. ¿Qué de bueno puede tener eso? No sabe que la manzana podrida pierde a la compañía. Te voy a decir una cosa: De las actividades de este loco no puede salir nada bueno. Y sin embargo, mira cómo le sigue todo el mundo. ¡Ay, Dios tenga misericordia de nosotros!”.

Sobre este tipo preguntamos: ¿Qué notamos en este ejemplo? Al parecer su actitud era razonable, aparentemente estaba pensando bien, aparentemente buscaba lo mejor para el pueblo. Sin embargo, las apariencias engañan, y él se engañaba a sí mismo. El camino a Dios no es a través de la razón, de pensarnos buenos, sabios y listos; solo viene de un corazón humilde, contrito, que acepta con agradecimiento lo que Dios da. El fariseo es como una fruta de plástico: Luce muy bonita pero no hay nada adentro. Creo que la mayoría de nosotros tiene algo de fariseo; nuestra naturaleza humana nos lleva a defendernos, a creernos buenos, a pensar que nuestro camino es el mejor. Jesús llega a nuestra vida y nos confronta con esta pregunta: “¿Destruiremos a ese fariseo interno o dejaremos que nos gobierne?”.

Hoy yo quiero que te preguntes en qué grupo estás. ¿Te ves como Ester, la mujer que solo esperaba recibir algo del Señor? Esa misma mujer una semana después estaba diciendo “¡crucifícalo!”. Cuando sus deseos no se cumplieron, se volvió en contra del Señor. Quizá te encuentras como el fariseo: Consideras que eres una buena persona, que no le haces daño a nadie, que puedes manejar tus propios asuntos, pero ¿cómo respondes a Cristo? ¿Por qué murió? ¿Cuál es tu respuesta a su demanda de que le entregues tu vida? Sin duda el mejor grupo, desde luego, es que el representa Natanael: El grupo de los discípulos. No lo entendían todo, no fueron perfectos, sin embargo tuvieron una fe suficiente. Y eso es lo que Cristo te pide, que creas en Él a pesar de las apariencias, de los cambios, de ti mismo. Yo te invito a recibir esta fe a través de Jesucristo.

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