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Autor: William MacDonald

Cuando Cristo está en control, Él nos libra de desperdiciar nuestras vidas en trivialidades. Y, a veces, el tipo de compromiso que se asume, lleva al cambio en la carrera de una persona.


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PE2237 – Estudio Bíblico
“Compromiso total” X (1ª parte)



Queridos amigos y hermanos: Cuando Cristo está en control, Él nos libra de desperdiciar nuestras vidas en trivialidades. Nos garantiza que tendrán un impacto eterno. Quizá no lo notemos al principio, pero de todas maneras es una realidad.

Uno de los dolores de la vida es ver que las personas que fueron creadas a imagen de Dios malgastan su tiempo en trivialidades. Es particularmente triste ver a los cristianos derrochando su fuerza y sus talentos en algo que no tiene trascendencia.

Veamos: Cómo se puede Malgastar Una Vida

En un mundo que se muere, ¿quién que esté cuerdo querría dar lo mejor de su vida analizando el contenido microbiano de las camisas de algodón? ¿O el cambio de color con el que reaccionan las papas fritas? ¿O las deficiencias minerales del tomate y el cardo? Una cosa es trabajar entre papas y cardos para proveer para la familia. Pero, algo totalmente diferente es hacer de eso el centro de nuestra vida.

Corrie Ten Boom escribió: «Cuando una casa está en llamas y usted sabe que hay gente en ella, sería un pecado ponerse a enderezar los cuadros de esa casa. Cuando el mundo a su alrededor está en gran peligro, las obras que en sí mismas no son pecaminosas pueden llegar a volverse un gran error.»

Vance Havner dijo que muchas personas, así, «se ahogan en charcos de problemas insignificantes y no tienen tiempo para las grandes preocupaciones. Y cuando dichas personas salen del acto de la vida, es como si nunca hubieran estado en el mismo.» Sus vidas no han sido tanto como el transitar de una persona, sino más bien como lo que Jowett llamó «el paso de una ameba.»

¡Qué oportunas son las palabras de Cornelius Plantinga, Jr.!:

“La carrera de la Nada—vagando por las tiendas, matando el tiempo, charlando banalidades, mirando programas de televisión, hasta que conocemos mejor a los personajes que a nuestros propios hijos… convierte la vida en un bostezo dedicado al Dios y Salvador del mundo. La persona que no se agita, la persona que se entrega a la Nada, le dice a Dios: ‘Nunca hiciste nada interesante y, como consecuencia, no redimiste a nadie, incluyéndome a mí.’ ”

Pero: ¿Eso Es Todo?

¿No existe nada mejor que hacer goles en un partido de fútbol? ¿Debemos llegar a la cima de una ambición mundana para darnos cuenta de que no hay nada allí?

Aun el apóstol Pedro pareció olvidar sus prioridades como un punto importante de su vida. El Señor Jesús había resucitado de los muertos. El mundo necesitaba escuchar desesperadamente el mensaje de salvación a través de la fe en Él. La principal preocupación de Pedro era pescar en el mar de Galilea. Los tiempos no han cambiado. Escuchamos el mensaje que trae perdón de pecados y eternidad en el cielo, y decimos: «Me voy a jugar al golf.»

Con frecuencia pienso en la manera en que James Dobson aprendió una valiosa lección, a través de jugar al Monopolio:

“Hace poco mi familia jugaba Monopolio, y era la primera vez que yo jugaba en quince años. No pasó mucho hasta que el viejo entusiasmo afloró, especialmente cuando comencé a ganar. Todo me iba bien, y me convertí en el primero del juego. Ya poseía el Paseo Marítimo y el Parque, tenía casas y hoteles por todas partes. Mi familia estaba en la ruina y yo amontonaba billetes de $500 en mis bolsillos, bajo la mesa y el asiento. De repente, el juego terminó. Yo había ganado. Shirley y los niños fueron a acostarse, y yo comencé a guardar todo en la caja. De pronto fui golpeado por un sentimiento de vacío. Toda la emoción que había experimentado momentos atrás no tenía fundamento. No poseía nada más que aquellos a quienes había vencido. ¡Todo tenía que volver a la caja!
El Señor me mostró que había una lección que aprender más allá del juego. Me di cuenta de que también estuve siendo testigo del juego de la vida. Luchamos y acumulamos y compramos y poseemos y refinanciamos, y de pronto llegamos al final de la vida y tenemos que poner todo en la caja. ¡No podemos llevarnos ni un centavo! No hay caravana que nos acompañe por el Valle de las Sombras.”

Es tiempo de que pongamos a un lado la diversión y los juegos. La visión de Cristo en la cruz debe liberarnos de las trivialidades y llevarnos a poner nuestra mira en metas de significado eterno.

En su libro La Vida Oculta, Adolf Saphir, quien tenía un carisma especial con los jóvenes, escribió:

“Que tu obituario no se resuma así: «Se volvió a Dios en su juventud, y luego se entibió, absorto en los intereses y negocios y las demandas sociales del mundo, y poco tiempo antes de morir reconoció su error y sintió que era necesario hacer algo. Por años, su vida espiritual apenas se sostuvo por las oraciones de sus amigos y los servicios semanales del templo. Podría haber sido un pilar en la Iglesia, pero sólo fue una carga.»

A veces, el tipo de compromiso que hemos estado describiendo lleva al cambio en la carrera de una persona. Dios puede llamar a alguien a salir del trabajo secular para servir a tiempo completo en el Reino. Pero, tal cosa es como un campo minado. Necesita mucha preparación. De otra manera nos meteremos en problemas.

Primero, está la palabra secular. Un concepto erróneo es que nuestro trabajo de lunes a viernes es secular; y lo que hacemos el día del Señor es sagrado. No debería existir tal dicotomía para el creyente. Trabajar en un torno puede ser tan santo como enseñar la Biblia, si se hace para la gloria de Dios. Un ambiente de oficina puede ser un lugar santo para cristianos que testifican con su vida, con sus palabras y por la calidad de su trabajo. El tiempo pasado en el taller del carpintero en Nazaret fue tan santo como los tres años y medio del ministerio público de Jesús. El trabajo puede ser secular, pero no tiene por qué serlo; ningún trabajo denominado secular debería ser lo más importante de nuestra vida.

La otra expresión que necesita explicación es servicio a tiempo completo. Cada hijo de Dios es un ministro según el Nuevo Testamento. Efesios 4:12 deja claro que Dios otorgó dones para capacitar a los santos para la obra del ministerio. Así que, técnicamente, no es acertado decir que sólo parte de la iglesia está en el ministerio a tiempo completo. Ésa es una función de todos los miembros.

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