Confirmación. 2/3
21 febrero, 2008Hay alguien que se preocupa por ti.
21 febrero, 2008Titulo: Confirmación . 3/3
Autor: John Wilkinson
Nº: PE938
La incredulidad de algunos judíos, aunque fueran la mayoría, no puede cambiar o alterar el propósito de Dios.
Las promesas dadas a los judíos fueron confirmadas en un pacto hecho de antemano por Dios.
Esta confirmación divina se refiere al juramento de Dios adjunto a sus promesas, de manera que pueda fortalecer la fe de su pueblo, y poner por delante el inmutable carácter de su propósito.
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Confirmación . 3/3
Nos como hemos mencionado antes, nos ocuparemos ahora de la siguiente pregunta: ¿No perdieron los judíos las promesas a causa de su incredulidad?
No, ciertamente que no querido amigo. Dice la palabra de Dios :»¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso.» La incredulidad de algunos judíos, aunque fueran la mayoría, no puede cambiar o alterar el propósito de Dios.
Pero podría señalarse que los judíos quebrantaron la ley dada bajo la tremenda solemnidad del Sinaí;¿no es entonces que su transgresión de la ley anuló las promesas?Dejemos que el apóstol Pablo, bajo la autoridad del Espíritu Santo, nos conteste una vez más.
¿Cuándo nos fue dada la ley, antes o después de las promesas? Dice pues el Apóstol: «Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.»
Aquí vemos claramente estimado amigo, que las promesas dadas cuatrocientos treinta años antes de la ley no les habían sido anuladas a los judíos, ni tampoco transferidas a los gentiles por infringir la ley; especialmente debido a que las promesas fueron confirmadas en un pacto hecho de antemano por Dios. Lo importante es preguntar si estas promesas fueron confirmadas y en qué consiste la confirmación escritural.
La confirmación divina no es lo mismo que la confirmación eclesiástica, sino que se refiere al juramento de Dios adjunto a sus promesas, de manera que pueda fortalecer la fe de su pueblo, y poner por delante el inmutable carácter de su propósito, como ya hemos visto.
Entonces preguntamos: ¿se ha jurado sobre estas promesas, estableciendo así su confirmación? Dios juró sobre ellas en la ocasión en la que Abraham tuvo la disposición, en obediencia al Todopoderoso, de sacrificar a Isaac, como se registra en Génesis 22. Dice el Señor: «Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.»
El juramento de Dios para con Abraham confirmó e hizo inmutables sus promesas para con él y su simiente. Esto se menciona más adelante en la carta a los Hebreos.
«Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa»(Isaac, de quien vendría la simiente).«Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación.
Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.»
Vemos que el juramento de Dios «es el fin de toda controversia.» Esto se ilustra además en Gálatas 3 cuando dice:«Hermanos, hablo en términos humanos; Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade»;
Así que no nos sorprende para nada el encontrar que las promesas permanecen aún vigentes para Israel, sin ser afectadas por su conducta, ya que las promesas fueron hechas y se juró sobre ellas; y para que no quede alguien que suponga que las promesas fueron anuladas debido a que los judíos rechazaron a Jesús, el apóstol Pablo dice con autoridad,«Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia.»A pesar de la desagradable y repetida desobediencia de los judíos bajo el pacto de la ley, las promesas que fueron confirmadas por juramento han permanecido seguras hasta Cristo; y como su rechazo estaba dentro del plan del divino propósito, no fueron anuladas sino confirmadas por él. Por eso ahora están, en cierta manera, más firmes que nunca;«porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén.»Estas promesas maravillosas, las promesas que Dios le hizo a Abraham y a su descendencia, pertenecen hoy día a la nación natural de Israel, y no a la iglesia; promesas que aseguran la bendición de Israel, y bendición a través de Israel para el mundo entero. Pedro, en Hechos 3, se dirigió al pueblo como «Varones israelitas,» y entonces les dijo, «vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: «En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra;»y Pablo, en Romanos 9, cuando expresaba su profundo interés en la salvación de sus compatriotas en la carne, los llama «israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y laspromesas.» Las promesas son todavía de ellos, y la bendición para todo el mundo gentil aguarda el cumplimiento de estas promesas en la nación natural de Israel.