La Relación del Cristiano con la Ley y la Gracia (2ª parte)
17 julio, 2014Conozca sus Dones – Sea Siervo de Todos (2ª parte)
18 julio, 2014Conozca sus Dones – Sea Siervo de Todos
(1ª parte)
Autor: William MacDonald
La palabra discípulo ha sido por demás utilizada, y cada usuario le ha dado el significado de su conveniencia. El autor de este mensaje nos lleva a examinar la descripción de discipulado que presentó Jesús en sus enseñanzas, la cual se halla también en los escritos de los apóstoles, para que aprendamos y descubramos más acerca de este concepto.
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PE1970 – Estudio Bíblico
Conozca sus Dones – Sea Siervo de Todos (2ª parte)
¡Qué gusto estar nuevamente junto a ustedes, estimados amigos oyentes! Uno de los ministerios del Espíritu Santo, el cual sucede en el momento de la conversión, es la dispensación de talentos espirituales especiales, mejor conocidos como dones. Éstos no son iguales a los talentos naturales. Un incrédulo puede llegar a heredar una habilidad como inventor, artista, o matemático, porque estas cualidades pueden ser transmitidas genéticamente. Pero los dones del Espíritu son diferentes. Son facultades especiales que sólo el Espíritu Santo puede otorgar, únicamente a quienes han nacido de nuevo. A menudo, estos dones capacitan a una persona para hacer cosas que normalmente no podría hacer, cosas tan opuestas a la propia habilidad natural, que otros pueden notar fácilmente que es el Señor mismo quien está obrando a través de esa persona.
Leí una vez que C. H. Spurgeon le temía de tal manera a hablar en público, que hubo veces en que incluso vomitó sangre antes de subir al púlpito. Como leí de otros que tenían serios impedimentos para hablar, y cuando lo hacían experimentaban un control verbal perfecto. Cuando ponemos en práctica nuestros dones, la gente debería notar que es el poder de Dios el que está obrando, no el de nuestra persona.
Los dones se mencionan en Romanos 12:3 al 8; en 1 Corintios 12:7 al 11, y 28; y en Efesios 4:11, aunque puede que existan otros que no estén expresados en estos versículos.
Los mencionados en Efesios parecen ser dones especiales de servicio, concernientes primeramente a la inauguración de la iglesia y el establecimiento de las asambleas del Nuevo Testamento. Los apóstoles y los profetas fueron hombres que recibieron el Nuevo Testamento por inspiración y nos dieron“la fe que ha sido una vez dada a los santos.”Ya no están entre nosotros en sentido literal, y tampoco les necesitamos, ya que conservamos su ministerio en las páginas del Nuevo Testamento.
En segundo plano, un apóstol es alguien enviado por el Señor para predicar las buenas nuevas y establecer iglesias locales. También a este nivel está el profeta, que es quien expone la Palabra de Dios y la aplica a sus oyentes.
Algunos de los dones son conocidos como señales, y las lenguas son un ejemplo.
A causa de los abusos en la utilización de este don, el Espíritu Santo estableció siete maneras de controlar el uso del hablar en lenguas en la iglesia. Éstas son:
1. No impedir el hablar en lenguas (como exhorta 1 Co. 14:39).
2. Si alguien habla en lenguas, debe haber un intérprete (nos dice 1 Co. 14:13, 27 y 28).
3. Durante una reunión no deberían hablar en lenguas más de tres personas a la vez (así está escrito en 1 Co. 14:27).
4. Deberán hablar uno por vez (como también dice 1 Co. 14:27).
5. Lo que digan deberá ser edificante (como vemos en 1 Co. 14:26).
6. Las mujeres deberán mantenerse en silencio en reuniones congregacionales dirigidas por hombres (esto lo afirma 1 Co. 14:34).
7. Todo debe ser hecho decentemente y con orden (como exhorta 1 Co. 14:40).
Todos tienen por lo menos un don, aunque algunos creyentes poseen más de uno. Como antes mencionamos, los dones se imparten automáticamente cuando una persona recibe a Cristo, por lo tanto no tiene ningún sentido orar para recibir algún don en particular. Cuando Pablo dijo:“Ambicionen los mejores dones,”no se dirigía a una persona sino a la iglesia en Corinto. El imperativo es plural, no singular, y a veces eso pasa inadvertido para nosotros.
Una iglesia puede llegar a sentir que carece de alguien con cierto don. En ese caso, lo que se debería hacer es orar para que el Señor envíe alguien para satisfacer esa necesidad.
Los dones se otorgan para el beneficio de todos (según 1 Co. 12:7), y no para edificación o exaltación personal. Son distribuidos individualmente según le place al Espíritu Santo, de manera soberana (como se menciona en 1 Co. 12:11). No deberían existir sentimientos de superioridad o inferioridad (nos dice 1 Co. 12:27). El Señor no tuvo la intención de que todos tuvieran el mismo don – hay unidad en la diversidad, así como en los miembros de un cuerpo (podemos leer al respecto 1 Co. 12:29 y 30).
Los dones deben ser utilizados en amor (nos dice 1 Co. 13) porque el amor piensa en otros, no en sí mismo. Hablar en una reunión en un idioma extranjero, sin ofrecer traducción, no demuestra interés en los demás. Profetizar es mejor que hablar en lenguas sin una interpretación, porque de esa forma los oyentes sí entienden de qué se está hablando.
¿Cómo puede alguien darse cuenta qué dones posee? Primero, debería ser uno de sus principales motivos de oración. Luego, debería estudiar los dones que existen para después comprometerse en una variedad de ministerios, en áreas que impliquen el desempeño de tales dones. Algunos le parecerán gravosos, y otros producirán “un máximo de efectividad con un mínimo de fatiga” (según Bill Gothard). Su teoría puede ser confirmada por cristianos con discernimiento, quienes podrán guiarlo a descubrir dónde yace su don.
Deberíamos poner en práctica nuestro o nuestros dones con toda la fuerza que nos da Dios, dándole gracias, a la misma vez, por aquellos que poseen otros dones diferentes. “Ningún don de hombre es demasiado grande para los principios de Dios” (dijo Alfred Mace). Un predicador puede llegar a pensar que tiene demasiados dones como para quedarse en una congregación pequeña que sólo busca caminar en obediencia a la Palabra de Dios. Él siente el llamado a una mega-iglesia, la cual puede comprometer la doctrina a cambio de grandes números. Lo más sabio para él sería adecuarse a los principios divinos y dejar que el Señor decida las dimensiones que tendrá su audiencia.
El autor quiere hablar ahora del servicio y nos confronta con la exhortación: Sea siervo de todos! Como ya hemos visto, Jesús era como aquel fiel esclavo que ponía su oído en la puerta y decía:“Amo a mi Señor. No saldré en libertad.”Y aún sigue diciendo lo mismo que aquella dolorosa noche en el aposento alto:“porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis”(así leemos en Jn. 13:15).
Borden de Yale siguió ese ejemplo; a pesar de haber nacido en un entorno pudiente, a veces también se lo encontraba lavando la vajilla en el edificio de una misión pobre.
Un profesor de una Escuela Bíblica, no se avergonzó de que se lo viera arrodillado secando el piso de la lavandería, después de que algunos de sus estudiantes lo hubieran dejado al punto de la inundación para irse apurados a clase.
Steve Farrar nos ofrece una graciosa descripción de cómo respondemos al servicio. Se encontraba escribiendo un libro, cuando redactó este párrafo:
Déjeme hacerle una pregunta. ¿Usted quiere cambiar? ¿Está dispuesto a cambiar? ¿Está dispuesto a convertirse en un siervo? A menos que yo me equivoque, puede que el tema del servicio no brote naturalmente de usted. Es posible que no sea una acción refleja frente a las situaciones de su vida. Ciertamente no lo es en la mía. Pero, ¿sabe qué?, en realidad, no tengo opción. Estoyllamadoa hacerlo…
Continuaremos con el comentario de Farrar en el próximo programa, porque el tiempo se ha acabado. ¡Hasta entonces, y qué Dios les bendiga!