COVID-19: El mundo paró

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Hablamos con Cristina Mastrantono sobre su experiencia al encontrarse en Perú cuando se cerraron las fronteras debido a la enfermedad del COVID-19. Te invitamos a conocer su experiencia y cómo Dios los ayudó a conseguir un vuelo de repatriación hacia Uruguay.  Cristina también comparte su reflexión a partir de la experiencia, animándonos a ver esta crisis como una oportunidad para evaluarnos a nosotros mismos y para ser de bendición para otros.


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EA0986 – Entre Amigas –
COVID-19: El mundo paró



Entrevista a Cristina Mastrantono

Victoria: Bienvenidas, amigas, nuevamente al programa de Entre Amigas. En los próximos minutos vamos a estar conversando con una amiga referente de la red de intercesores. La convocatoria en esta oportunidad tiene que ver con una circunstancia en particular que a ella le tocó vivir: En este tiempo en el que la lucha contra el COVID-19 es global muchos viajeros se encontraron con la dificultad de quedar varados en alguna parte del mundo y quedar demorados en su regreso a casa, pero ella pudo viajar en uno de los vuelos de repatriación organizados por el gobierno uruguayo. Le damos la bienvenida a Cristina Mastrantono, gracias, Cristina, por estar con nosotras en estas circunstancias tan particulares, en este caso, desde casa. Cristina, bienvenida.

Cristina: Gracias, gracias por darme este espacio para compartir con ustedes.

Victoria: ¿Te parece empezar contándonos acerca del lugar al que habías viajado y el momento en el que te diste cuenta de que no ibas a poder regresar a casa, por lo menos en la fecha que tenías planificado regresar?

Cristina: Sí. Nosotros teníamos proyectado un viaje desde noviembre del año pasado para participar de un congreso que se iba a dar en la ciudad de Lima, Perú. Era un congreso por la vida de la familia, un congreso del cual hemos estado participando los últimos tres años. Así que compramos pasajes muy baratos y con mucha anticipación, y lo organizamos con otra pareja de amigos para poder conectarlo con unos días de vacaciones. El 8 de marzo salimos de Uruguay y en ese momento en Perú recién se comenzaba a sospechar que podía haber posibilidades de contagiados, pero era algo ínfimo que a Uruguay todavía no había llegado. Así que bueno, no pensamos que iba a haber ninguna complicación al respecto, pero como todos hemos visto, esta situación presenta cambios vertiginosos por hora, incluso.

Nosotros paseamos por la ciudad de Lima desde el 9 hasta el 12 de marzo, el 12 comenzó el congreso, y resultó que en el congreso eran unas 300 personas, todo estaba bien, disfrutamos mucho, hasta que el sábado al mediodía estábamos en el almuerzo a eso de las 14hs, y de pronto no nos dejaron salir del comedor porque había venido una inspección sanitaria. La inspección sanitaria resultó en que suspendieran el congreso, aunque en realidad ya estábamos en las últimas horas. Así que bueno, eso ya fue un impacto pero no fue algo que nos perjudicó demasiado ni fue algo que nos alertó. O sea, no había alarma todavía en la ciudad o en el país y solo se habían cancelado las últimas horas del congreso, entonces fue algo raro, pero bueno, uno como que no quiere tomar conciencia de las cosas que se vienen.

Victoria: Claro, en ese momento no se dieron cuenta de la dimensión de lo que venía. ¿En qué momento se dan cuenta de que esto realmente va a generar que ustedes no puedan regresar, por lo menos en el momento en el que tenían planificado regresar a Uruguay?

Cristina: Bueno, la suspensión del congreso fue el sábado 14 de marzo, y el lunes 16 a las 13hs de Lima nosotros viajábamos a Cusco. Así que estábamos en las últimas horas en Lima y preparando el viaje para Cusco, pero el domingo empezamos a recibir llamadas de Uruguay, tanto de nuestros familiares como de amigos, diciendo que sería bueno que nos volviéramos, que las cosas se estaban complicando. Ahí nosotros también empezamos a ver noticias de Lima, de Cusco y de todo el país que al parecer la cosa se estaba complicando. En Uruguay recién estaba empezando pero el gobierno ya había anunciado que en pocos días iba a haber un cierre de fronteras.

Aun así nosotros hasta ahí seguíamos en la inconciencia, pensábamos que si nos cuidábamos podíamos ir a Cusco. Eso fue el domingo. El domingo a la tardecita ya nos empezamos a alertar, porque teníamos unas amigas que ya habían ido a Cusco y las cosas se estaban complicando allí, supieron de dos turistas que se habían enfermado y que habían tenido que ser trasladados a otra ciudad porque no tenían respirador. Eso ya fue como la alerta máxima así que decidimos suspender el viaje a Cusco y volver a Uruguay. Ese domingo a la noche fuimos hasta un shopping donde había una agencia de la compañía que habíamos contratado para pedir el cambio para volver a Uruguay, y nos dieron un vuelo para las 00:07hs del martes, la madrugada del martes. Pero mientras estábamos haciendo ese cambio de pasaje, el presidente peruano estaba anunciando cierre de fronteras para el martes a las 00hs. Nosotros pensamos que bueno, el cierre era a las 00hs, y nuestro vuelo a las 00:07hs, pero al avión nos subíamos un rato antes, así que pensamos que íbamos a poder ir a Uruguay. Pero cuando miramos el lunes al mediodía, ya la compañía había cancelado nuestro vuelo, entonces ahí comenzó el shock, el terror, todo eso, porque muchos decían que fuéramos al aeropuerto igual a reclamar, a preguntar si no había alguna probabilidad de que nos fuéramos antes, pero el problema era que el aeropuerto era un caos total, había gente afuera del aeropuerto a la que no estaban dejando entrar de tan lleno que estaba, estaba lleno de turistas, entonces decidimos quedarnos. Hicimos un recontrato con el lugar en el que nos estábamos hospedando, pero era una situación extraña e inestable, porque nos teníamos que quedar 15 días en Lima.

Victoria: ¿Durante ese tiempo estuvieron en un hotel?, ¿o dónde?

Cristina: Era un apartamento. Entonces teníamos que quedarnos 15 días en Lima pero en cuarentena, dentro de la casa. Nosotros estábamos con este otro matrimonio de amigos y la verdad es que las primeras 24 horas fueron complicadas, porque uno tiene que luchar contra el pánico y contra estar en un país extraño. Gracias a Dios la iglesia siempre tiene sus recursos, porque la iglesia está en todas las naciones y uno puede encontrar amigos, apoyo, conexiones de alguna manera en todos lados, eso lo teníamos, pero igual era una situación inestable. Gracias a Dios, también, el lugar en donde estábamos era un buen lugar en el sentido de que era un lugar muy tranquilo, estaba en un barrio muy tranquilo, donde teníamos lugares cerca donde podíamos conseguir algunas cosas necesarias. El gobierno peruano tomó cada vez restricciones más duras hasta que dio un toque de queda, a partir de las 20hs no se podía salir, y si salíamos durante el día tenía que ser con tapaboca y con distancia de dos metros.

Victoria: Cristina, ¿cuánto tiempo pasó desde ese primer darse cuenta de la situación en la que estaban, el entender de que esos días se iban a tener que quedar en Perú, hasta que toman contacto con el gobierno uruguayo y comienzan los primeros intentos y comunicaciones con la cancillería? Porque también había personas en Uruguay preocupadas por sus familiares que estaban varados en distintos lugares del mundo y así se empezó a informar de parte del gobierno de Uruguay que iban a empezar los primeros vuelos de la fuerza aérea para repatriar uruguayos, ¿no? ¿Cuándo tomaron ustedes el primer contacto, cuántos días pasaron hasta que ustedes supieron que por lo menos el gobierno estaba iniciando estos contactos?

Cristina: Bueno, nos pasó algo interesante y providencial, porque resulta que cuando estábamos en modo vacaciones, antes de suceder esto, recorriendo el barrio en donde estábamos descubrimos que la embajada uruguaya estaba a cinco cuadras de nuestro lugar de hospedaje. En el momento en el que se canceló el vuelo, lo primero que hicieron mi esposo y el otro amigo nuestro fue ir a la embajada a consultar cuál era la situación. Nuestra reacción fue inmediata en este sentido, porque teníamos ese beneficio de que justo sabíamos que la embajada estaba ahí. En la embajada había otros uruguayos que también estaban en las mismas circunstancias, entonces se empezó a formar un grupo de WhatsApp de uruguayos varados en Perú en el que había una comunicación constante, prácticamente las 24 horas del día. Sin embargo, aunque la reacción fue inmediata y la comunicación fue inmediata, la respuesta no sabíamos en cuánto tiempo iba a llegar. Mientras tanto, desde Uruguay también nos hacían llegar noticias de las decisiones del gobierno y de la cancillería sobre que empezaban las repatriaciones. Creo que Perú fue el primer lugar del que se repatriaron uruguayos.

Victoria: Sí, fue el primer viaje sí.

Cristina: También eso fue algo positivo. Hasta el jueves no sabíamos si íbamos a cumplir los 15 días ahí, pero el jueves nos llamaron diciendo que había posibilidades de repatriarnos ese mismo día. Fue una sorpresa, no esperábamos que sucediera tan rápido.

Victoria: El jueves después de enterarse de que el vuelo era pospuesto, ¿no?

Cristina: Sí. Nos enteramos de que cerraban las fronteras el domingo de noche, el lunes de mañana se nos canceló el vuelo, y el jueves tuvimos esa noticia. La verdad fue un regalo que fuera tan rápido porque no sabíamos por cuánto tiempo íbamos a estar en esas circunstancias. Pero también sucedieron algunas cosas más. Nosotros nos preparamos porque teníamos que estar prontos aunque no sabíamos cuándo nos iban a venir a buscar, finalmente nos vinieron a buscar a las 18hs y ahí sucedió una experiencia diferente porque salimos con el atardecer de nuestro lugar de hospedaje, la cancillería nos vino a buscar en un bus que ya traía al resto de los repatriados. Empezó a caer la noche mientras íbamos al aeropuerto y era como andar en una ciudad fantasma, como una película distópica. Había policías y militares por todos lados, todos con tapabocas, el ómnibus no podía ir a más de 30km/h, había una desolación muy grande. Fue realmente impresionante. Llegamos al aeropuerto pero no llegamos a la entrada común sino que a la entrada al aeropuerto de la fuerza aérea. Allí estaba el embajador esperándonos, y justo era el día de mi cumpleaños, el 20 de marzo.

Victoria: ¡Qué regalo!

Cristina: Sí, todo ese día lo pasamos viajando. Pero bueno, llegamos a Montevideo más o menos en la madrugada del sábado 21 de marzo.

Victoria: Cristina, ¿Cómo era el ambiente entre los pasajeros que regresaban? ¿Cómo era el ánimo?

Cristina: Bueno, entre los pasajeros estábamos bien, con expectativa, con alegría, la mayoría era gente mayor de 50 años excepto por una pareja mayor de 70 y alguna otra parejita joven que nos acompañaba, así que era gente con expectativa de volver. Lo que sí les puedo decir es que mi esposo estaba en contacto continuo con el resto de los uruguayos y había un nerviosismo muy grande. Algunos casi que estaban entrando en pánico porque no recibían respuesta y todos estaban en Lima, además, algunos estaban en otras ciudades más alejadas. Entonces estar ahí en comunicación con nuestros compatriotas todo el tiempo era una forma de ayudar también, a que se pudiera alcanzar la confianza de que pronto íbamos a volver. Porque pasan los días y uno empieza también a perder sus recursos económicos. Eso también fue un desafío. Pero el espíritu entre los que viajábamos era de expectativa, de alegría y de agradecimiento y nosotros también agradecidos a Dios porque pudo hacer que para nosotros fuera relativamente rápido.

Victoria: Llegaron entonces en la madrugada del sábado.

Cristina: Sí, a las 2:30 de la mañana estábamos llegando.

Victoria: Cristina, viendo para atrás ahora y ya sobre la hora, ¿qué te ha generado y cómo viviste, sobre todo en la parte más reflexiva? Hoy en día, cuál es la reflexión más profunda, más detenida que hacés sobre lo que les tocó vivir?

Cristina: Más que sobre lo que nos tocó vivir, reflexiono sobre la circunstancia en la cual están involucradas todas las naciones. Lo que nos tocó vivir fue solo una fracción de esto que comenzó a suceder en todas las naciones, la invasión de este virus y cómo esto está afectando todas las áreas de nuestra vida y cambiándola, haciendo un cambio que no esperábamos. Hay un texto bíblico en el libro de Hageo que coincide con otro en el libro de Hebreos en el que dice que Dios hará temblar a todas las naciones, y dice que también moverá las cosas movibles para que queden las inconmovibles. Entonces esta pandemia que estamos viviendo, que a nosotros nos sorprendió en medio de un viaje, es como si alguien hubiera agarrado un puzle y hubiera sacudido las piezas. Ahora hay que volver a armar el puzle pieza por pieza y hay que ver con qué diseño lo vamos a hacer. Porque hay un diseño original. La sociedad, como dicen todos, tanto creyentes como no creyentes, está metida en un vértigo del cual no podía salir. Hasta finalmente el mundo paró, y nos llama a la reflexión sobre el propósito de nuestra vida, sobre nuestra situación familiar, sobre cómo vivimos a nuestra familia, sobre nuestra situación laboral y financiera, sobre cómo voy a resolverme en medio de una crisis, sobre cómo me voy a reinventar.

Es un desafío muy grande, yo pensaba en que no sé cuándo voy a volver a abrazar a alguien cercano a mí. Pero en medio de las crisis a su vez surgen grandes oportunidades, así que le pido a Dios que me ayude y que nos ayude a todos. ¿Dónde está la oportunidad, en toda esta situación, para vivir mejor y para salir adelante, para que traiga bien a mi vida, a mi casa y a mi país? Entonces bueno, esa es mi reflexión en este momento, que acá hay una gran oportunidad. Inclusive orando entre nosotros esta era una convicción que tenía en mí, que hay un bien mayor. Pero hay que pasar por el proceso, hay que resistir, y hay que encontrar oportunidades hora por hora, día por día. Capaz que puedo desarrollar otras cosas que no he hecho hasta ahora también.

Victoria: Cristina, te quiero agradecer muchísimo por estos minutos, por contarnos la experiencia que atravesaste en esos días que seguramente habrán sido intensos. Lo bueno es que te toca contar esta historia desde tu casa y que no fueron mayores circunstancias. Así que te agradecemos por contarnos esta experiencia, sin dudas que esta reflexión queda para todas las amigas y que más adelante, esperamos que no por experiencias de estas características sino más bien vinculadas a la red de intercesores te vamos a volver a convocar, así que muchas gracias por estar siempre a la disposición de las amigas de Entre Amigas.

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