Autor: Paolo Minder
La historia de Timoteo en el Nuevo Testamento, es un ejemplo que podemos sentir muy personal. El apóstol Pablo, escribe sobre y hacia él en unos términos de familiaridad, consejo y cercanía. Refleja sin dudas la forma en la que se manejaba la Iglesia en tiempo de los apóstoles. Precisamente de ejemplos a seguir trata este programa.
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PE3079 – Dios busca hombres de verdad (1ª parte)
Es un gusto para mí presentarles el programa de hoy.
En 1 Timoteo 4:12 Pablo escribe al joven pastor: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”.
Todos buscamos modelos de conducta. Aunque no queramos, nos dejamos influir por el ejemplo de otras personas. O sucede de forma bastante consciente, por ejemplo, cuando los jóvenes se visten como sus ídolos. Nuestra sobrina quiere esquiar como Lara, una reconocida medallista de oro en ese deporte. Otro quiere tener éxito como… el siguiente quiere conducir un automóvil como… un cristiano quiere conocer la Biblia como… el pastor fulano quiere saber predicar como…
Pablo le dijo a Timoteo, su compañero de misión y de trabajo desde hacía mucho tiempo, que fuera un ejemplo para los creyentes. A menudo, un buen ejemplo puede ser más eficaz que un buen consejo superficial, aunque sea bienintencionado. Quizá hemos escuchado alguna vez esta desafiante crítica: “¿Para qué educas a tus hijos, si de todos modos hacen lo que ven que haces?”
Timoteo fue exhortado a ser un ejemplo para seguir, un buen ejemplo y no uno malo. Se necesita a alguien a quien uno pueda recurrir para su propio beneficio o avance.
“Ejemplo” es la traducción de la palabra griega typos utilizada por Pablo. En español es muy común hablar de un “tipo”. En este punto me gustaría llenar la expresión con su significado bíblico tal y como Pablo lo entendió. En este sentido: Dios busca ejemplos correctos, o simplemente: ¡tipos correctos!
El término “ejemplo” puede asustarnos. Conocemos nuestros propios defectos e insuficiencias y sabemos que no somos los candidatos ideales para ir por la vida como cristianos ejemplares o modelos de conducta. Las ideas y expectativas asociadas a la idea de ser un buen ejemplo pueden desanimarnos. Por eso es muy importante tener la verdad de que Dios no busca modelos perfectos y supremos, sino personas que configuren su vida cotidiana de tal modo que muestren de diversas maneras el amor, el perdón y la fidelidad del Señor. Esto ocurre, por ejemplo, admitiendo nuestras faltas, confesándolas, trabajando en nuestras imperfecciones y sirviendo a Su causa con toda nuestra vida.
Cuando Pablo llama a Timoteo para que sea un ejemplo, no es porque vea en él al candidato ideal, con una educación o una historia de vida ideales. Más bien, Pablo reconoce en Timoteo el poder transformador del Evangelio y sabe que vive con Jesús. Timoteo es un ejemplo de cómo Dios puede moldear a cada persona para que llegue a ser un ejemplo correcto, un “tipo” correcto, independientemente de su propia historia.
En Hechos 7:44, Esteban habla de que Dios ordenó a Moisés que hiciera la tienda del testimonio, el Tabernáculo según el modelo, o ejemplo o tipo; que Dios le había mostrado en el Cielo. En el Cielo está el “prototipo”, en la Tierra Moisés realizó la copia terrenal.
Qué sencillo habría sido si Jesús hubiera creado primero un discípulo como prototipo, como ejemplo, y luego lo hubiera copiado o producido en serie. Pero con nosotros, los humanos, no funciona como con un producto. Jesús formó a sus doce discípulos durante tres años de tal manera que actuaran como sus representantes y seguidores, como modelos a seguir. Sabemos que después de tres años no se “graduaron” de esta escuela particular de discipulado como seres humanos perfectos e intachables. Sin embargo, ¡se han convertido en ejemplos para nosotros!
Jesús llama a las personas deformadas e imperfectas por el pecado, las redime de una vida sin Dios y comienza algo nuevo en cada una de ellas. Solo con esto ya nos convertimos todos en modelos de conducta: somos ejemplos que demuestran la gracia y la grandeza de Dios; somos portadores de esperanza y criaturas preciosas a las que se les permitió convertirse en hijos benditos de Dios mediante la redención experimentada.
Jesucristo es el “ejemplo” perfecto por eso Él podía decir lo que leemos en Juan 13:15: “Porque ejemplo os he dado…”. Podemos guiarnos por su comportamiento ejemplar.
Cuanto más decididamente nos orientamos, como hijos de Dios, hacia el ejemplo perfecto, Jesús, más tiene lugar en nosotros otro proceso misterioso: lentamente encontramos el camino de regreso a la imagen original, la imagen de Dios Creador. Debemos ser modelos en este mundo y apuntar cada vez más a la imagen según la cual fuimos creados originalmente: a Dios mismo.
Se trata de un reto enorme. Pablo escribió a los Efesios en el capítulo 4 versos 22 – 24: “…despojaos del viejo hombre (…) y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.
Timoteo debía ser un typos moldeado por el Evangelio, que viviera de tal manera que otros pudieran tomarlo como ejemplo e imitarlo.
Repasémos lo que se sabe de Timoteo como persona.
Nacido y criado en la colonia romana de Listra, situada en lo que hoy es Turquía, Timoteo formaba parte de una familia “impura”, ya que, según el canon judío, el matrimonio de sus padres no podía reconocerse como válido. De hecho, Timoteo era hijo de un griego y una judía creyente de acuerdo a Hechos 16:1. El hijo de tal unión era considerado, por una parte, un israelita que debía circuncidarse y, por otra, un “bastardo” que, en consecuencia, era despreciado. Timoteo no estaba circuncidado, lo que demuestra que su madre judía no había logrado convencer de ello a su marido gentil. Podemos suponer, sin embargo, que su madre lo llevaba consigo cuando iba a la sinagoga. Y veremos el por qué más adelante.
¿Cómo crees que consideraban a Timoteo sus conocidos? Era diferente, no como sus compañeros griegos. Desde el punto de vista de la comunidad judía de Listra, el matrimonio de la madre judía de Timoteo con un hombre que no compartía la misma fe en Dios equivalía a una traición a las tradiciones judías. Por esta razón, tal vez ella podría haber sido considerada “la oveja negra” de la familia, objeto de chismes e incluso un escándalo para los judíos.
¡Qué panorama!
Timoteo tuvo que aprender pronto a convivir con la dualidad de culturas y costumbres religiosas.
Pablo señala otro detalle en 1 Timoteo 5:23: “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”. Timoteo no gozaba de buena salud y probablemente era muy sensible. En 2 Timoteo 1:4 Pablo deja ver que vio llorar a Timoteo cuando estaba triste. Y cuando el apóstol le llamó era aún muy joven. ¿Demasiado joven para un ministerio así? —“Nadie desprecie tu juventud…”, le escribió Pablo. Estar de viaje con el apóstol significaba que carecía de una vida estable y bien estructurada, y sus debilidades se hicieron visibles.
Para cerrar esta parte, podemos decir que su origen multicultural fue sin duda formativo: creció en una guarnición romana, de padre griego y madre judía. Su abuela Loida y su madre Eunice son descritas en 2 Timoteo 1:5 como mujeres con una fe genuina. Parece que Timoteo había recibido todo el afecto que necesita un niño y una buena educación, y parte de esa educación consistía en familiarizarse con las historias del Antiguo Testamento. El apóstol Pablo le decía lo que leemos en 2 Timoteo 3:15: “… desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” ¡Qué privilegio y qué hermosa tarea para una madre y una abuela enseñarle a un niño la Biblia!