Juntos por la niñez
9 abril, 2018Integridad
9 abril, 2018Hoy hablamos con Hugo Píriz sobre su libro, que cuenta el impactante testimonio de Anita, una misionera de Centroamérica. Escucha este programa para aprender más sobre cómo Dios utilizó a Anita en Uruguay, las dificultades que enfrentó como misionera, y cómo Dios la ayudó a superarlas.
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EA687 – Entre Amigas –
Dios cumple sus propósitos
Entrevista a Hugo Píriz y Anita
Sandra: Bueno, en este espacio de la entrevista estamos con el pastor y psicólogo Hugo Píriz, que ya ha estado en el programa en otras oportunidades. Hugo se ha caracterizado por publicar unos cuantos libros en estos últimos años y, hace poco, un libro que relata la historia de una misionera que llega a Uruguay desde Centroamérica. Así que bienvenido Hugo.
Hugo: Bueno, muchas gracias, Saludos a toda la audiencia de Entre Amigas. Y sí, es verdad. Los últimos años nos hemos dedicado a tratar de registrar testimonios muy valiosos que se han dado en el contexto uruguayo y que no han sido debidamente ubicados en textos de literatura, no solo para que los conozcan sus contemporáneos, sino para que los conozcan también las siguientes generaciones. Esa es la política editorial que estamos siguiendo en estos últimos años: reconocer buenos testimonios, gente que está realizando una tarea muy linda, y también reconocer la gracia de Dios en ellos. Dios está haciendo cosas maravillosas en la vida de la gente, y a mí me parece que es bueno que se comunique. A veces el testimonio se da en el contexto de una congregación o de una denominación, y parece que estos son muros muy altos que impiden que eso tan lindo que Dios hizo en determinado lugar no sea conocido en otros lugares. Para eso está el libro.
Sandra: ¿Cómo haces para elegir una persona particular? En el caso que vamos a tratar hoy, ¿cómo se te ocurrió escribir sobre Anita?
Hugo: A Anita la conozco desde hace 35 años. Cuando recién llegó aquí al Uruguay era una jovencita de 23 años, y era imposible no verla por varios aspectos: Primero, porque era extranjera. El extranjero es claramente visible aquí en el Uruguay. Segundo, por la altura que tenía. También por la forma en la que hablaba, hablaba muy distinto a todos los demás. Por la forma en la que sonreía, y el otro elemento, tal vez el más poderoso de todos, era la vestimenta. ¿Cómo no ver a una joven alta, de 23 años, que tiene una forma muy particular de hablar, vestida de naranja, amarillo, rojo, azul, todo combinado en una misma prenda de vestir?
Pero lo que más me llamó la atención fue la vocación misionera que tuvo. Ser misionero aquí en Uruguay es todo un acontecimiento, porque puede generar mucha frustración en quien venga a desarrollar una tarea espiritual en Uruguay.
Hay un dicho que dice que Uruguay es el cementerio de los misioneros. No se si es así, pero que las misiones han generado mucha frustración en mucha gente, eso sí es verdad. Yo he visto gente irse realmente frustrada porque no podían desarrollar lo mismo que realizaban en su país, aquí en Uruguay.
Anita siempre fue ejemplar, tiene un testimonio maravilloso, y es una mujer muy sacrificada. Hace dos años atrás conversé con ella para preguntarle qué le parecía colectivizar la información en torno a su tarea acá en el Uruguay. Yo lo que conocía era la tarea misionera, pero no conocía su testimonio. Así que durante más de dos años estuvimos haciendo entrevistas, y me quedé muy sorprendido de cómo una chica de 15 años conoció al señor, y en las circunstancias en las que lo conoció. A los 23 años ya salió de misionera para Uruguay. Era una chica que había nacido en clase alta. Tenía todo. Y cuando vino a Uruguay, su padre, que no estaba muy de acuerdo, le preguntó cuánto le iban a pagar. Ella le dijo que a los misioneros se les solía mandar unos US$ 50 por mes. Pero nunca le faltó de comer. Lo que sí, pasó frío. No conocía la rigurosidad del clima en Uruguay.
Sandra: Bueno, y para los oyentes que desean conseguir el libro. ¿Lo pueden encargar desde el exterior, te pueden mandar un correo electrónico? ¿Cómo lo pueden conseguir?
Hugo: Para quienes viven en Uruguay, en la ciudad de Montevideo, se vende en CLC en la calle Uruguay 1424. Para las personas del exterior, ella ha viajado a Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, y permanentemente viaja por Sudamérica. Ahí existe la posibilidad de que les pueda llegar el libro. De todos modos, los que deseen tener un contacto directo, yo puedo oficiar como intermediario. Me escriben a mí y yo con muchísimo gusto puedo derivarlo. Mi correo electrónico es pirizhugo@adinet.com.uy
Sandra: Muchísimas gracias Hugo Píriz, esperamos entonces poder leer este trabajo y también conocer un poico más a Anita.
Hugo: Va a ser fascinante. Altamente recomendable el libro.
Sandra: Anita, ¿qué ha significado para vos este libro?
Anita: Este libro ha significado para mi algo muy especial. Me ha permitido recordar, no solo el momento en que conocí a Cristo como el salvador de mi alma, sino también recordar los años de entrega, de compromiso con Dios, de servicio en la iglesia local, de servicio en el preparatorio, de trabajar para Dios en la universidad de Puerto Rico. Ha significado muchísimo recordar la obediencia que Dios me ayudó a tener para llegar a este lugar. La obediencia de venir para Uruguay como misionera. Porque yo sabía que Dios me quería en Uruguay, pero cuando Dios nos llama hay dos opciones: si, acepto, o no. Por la misericordia y la gracia de Dios pude decirle sí al Señor y estoy muy agradecida y muy feliz de que Dios me haya traído a este país. He sentido el respaldo de su palabra, de su Espíritu. He sentido que Dios me ha ayudado en la adaptación transcultural, que no es fácil, que me ayudó en mis momentos de soledad, al extrañar a la familia, que es natural El libro Me permitió recordar cómo Dios me fortaleció para despedirme y desprenderme de mi padre, mi madre, mis hermanos, mi iglesia local, mis pastores, para venir a un país lejano. Y recordar todas esas cosas es volver a tener una experiencia espiritual de agradecimiento a Dios por lo que Él ha hecho. Por su amor, por su misericordia, por su fidelidad, recordar tantos testimonios de momentos difíciles en los que me encontré, y oré al Señor y Él me ayudó, me sustentó, me suplió. En los momentos que extrañaba a mi familia, sentía al Señor. También, me ayudó a recordar el fervor y el amor con el que serví a Dios desde que llegué a Uruguay, y el deseo de seguir sirviéndole hasta el momento que Dios disponga, con el mismo amor, con el mismo fervor, con la misma alegría, y con el mismo entusiasmo. Que eso no se apague, sino que siga, porque servir a Dios con alegría es algo muy lindo. Y eso es lo que yo siempre he anhelado: que cuando conozcan a una misionera llamada Anita no tengan en su memoria que es una misionera frustrada, y amargada, sino que es una misionera feliz porque Dios la ayudó, la sustentó, y fue fiel, y porque me he sentido sumamente feliz de poder servir en este país. Yo siempre le agradezco a Dios por este país. Mis padres no entendían mi llamado. Pero cuando vinieron a Uruguay y vieron la tarea que se estaba haciendo, ellos pudieron expresar que le daban gracias a Dios por el país al que Dios me había traído. Además, mi padre sintió el llamado de Dios de apoyar económicamente la misión en Uruguay. Ayudó a comprar terrenos en Uruguay, a techar templos, a comprar bancos, ayudó a construir iglesias, y también me ayudó a mi en mi mantenimiento financiero. Escribir este libro me hizo recordar todas estas cosas. Agradezco al Señor por el pastor Hugo Píriz que sintió en su corazón el deseo de escribir este libro que ha revivido tantas cosas lindas en mi corazón.
Sandra: ¿Qué pensaste cuando se acercó Hugo Píriz y te hizo esta propuesta? ¿Te pareció muy loco?
Anita: Yo iba a muchas iglesias a predicar. Desde que llegué a Uruguay me invitaban de todas las misiones. Y cuando yo contaba mi testimonio de salvación, del llamado de Dios, y de cómo Dios trabajó en mis padres para que yo pudiera salir a la obra misionera, siempre la gente me decía: ¿por qué no escribes un libro? Pero jamás pasó por mi mente. Eso era algo que parecía imposible para mí. Siempre tenía una vida tan agitada, con muchas actividades, con tanto trabajo, por 30 años viajamos por todo el cono sur supervisando distintos países. Así que fue hermoso cuando Hugo me dijo que él lo iba a escribir. Muchos hermanos me habían pedido que hiciera un libro contando mis experiencias misioneras, pero para mí era imposible. Hugo Píriz fue el instrumento que Dios utilizó para que se hiciera una realidad.
Sandra: Bueno, muchas gracias y felicitaciones.
Anita: Gracias a ti mi amada. Un placer.