El Dios de esperanza


Autor: Norbert Lieth

El camino que comenzamos desde el primer momento en que existimos es un recorrido de expectativas, ya sean nuestras como de quienes nos rodean. Pero a medida que crecemos metas se van cumpliendo, la vida nos decepciona y podemos encontrarnos peleando contra el viento. Por eso necesitamos la Esperanza diferenciada del único Dios, el Dios de esperanza.


DESCARGARLO AQUÍ

PE3100 – El Dios de esperanza



Quiero en esta oportunidad abrir la Biblia con Ustedes en Romanos 15:13, donde leemos: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”.

El Dios de Esperanza. Esa palabra ¡ESPERANZA!  

El hinduismo tiene unos 300 millones de dioses, si ¡300 millones! Y no logran dar esperanza, porque al fin nadie la puede alcanzar por la imposibilidad de escapar de la rueda infinita de la reencarnación. En el budismo, la esperanza más elevada termina, siempre y cuando las cosas salgan medianamente positivas, en el nirvana, es decir, en la disolución total. Los musulmanes depositan su esperanza en un Dios imprevisible que no proporciona certezas, y que en última instancia puede arrojarlos al infierno a pesar de sus mejores esfuerzos. En nuestras latitudes creen en amuletos de la suerte, como una cintita contra la envidia, un elefante con un billete en la trompa para el éxito económico. Otros creen que nuestra esperanza reside en lograr revertir el cambio climático, o cambiar radicalmente nuestra dieta.

Encontré una cita del filósofo y escritor suizo René Scheu, que dice:

“Quien cree en Dios dice adiós a las fantasías baratas de salvación humana […] adiós a la creencia en la factibilidad de todas las cosas. Porque confía en que […] está redimido, que está liberado de todo mal y tiene vida eterna […] ¿Quiénes son los verdaderamente iluminados? ¿Los creyentes en Dios, que con humildad permiten que Dios trabaje en ellos y mantienen la esperanza de que todo saldrá bien al final? ¿O los ‘salvadores del mundo’ autosuficientes y autocomplacientes, que miran con desprecio a los que no piensan como ellos, convencidos de que sin ellos el mundo se acabará?”

 

El diccionario define la esperanza como la expectativa de un anhelado acontecimiento futuro, sin tener la certeza de que vaya a realizarse efectivamente. ¡Qué diferente es el Dios de la Biblia, que se reveló en Jesucristo, como vemos en Romanos 15:13!

Él es el “Dios de esperanza”.

No se le llama “un Dios de esperanza”, sino “el Dios de esperanza”. Solo hay un Dios que realmente transmite esperanza. Por tanto, sin este Dios, no hay esperanza; estaríamos sin esperanza y sin Dios en el mundo”.

 

Las personas pueden aferrarse a una estrategia de supervivencia, pero no es lo mismo que tener la esperanza que provee una base firme. Por amarga que sea, la expresión es cierta: “Lo que no te da sostén en la hora de la muerte tampoco sirve como verdadero sostén para la vida”.

 

Solo Dios conoce todas las circunstancias hasta en el más mínimo detalle. Solo Él conoce cada corazón hasta los rincones más profundos y solo Él conoce mejor que tú tus necesidades.

 

¿De qué sirve el mejor viento si no sabes a qué puerto quieres navegar? Con el Dios de esperanza es muy distinto. Es llamado el Dios de esperanza porque ofrece una esperanza segura con una perspectiva gloriosa. La esperanza que viene de Dios es como un puente que lleva a la otra orilla. Él nos marca el destino y nos acompaña hasta alcanzarlo.

 

El apóstol Pedro la llama esta esperanza una “esperanza viva” porque se fundamenta en la resurrección de Jesús 1Pedro 1:3 dice que: “…nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos”. Esta esperanza es tan viva como Jesús está vivo; y nos está guardada en los cielos. Cristo es el garante de nuestra esperanza.

 

Volvamos a Romanos 15:13“El Dios de esperanza os llene.

Todo el mundo busca llenar vacíos. Donde no hay esta llenura, hay falta de sentido y propósito. Todas las adicciones son síntomas de este deseo no satisfecho. La gente busca la plenitud en los lugares equivocados. Pero sea donde fuera, solo tanteará el vacío, mientras que se aferre a lo terrenal en lugar de aferrarse al Señor Jesús.

Algunos creen que finalmente encontrarán la plenitud si empiezan algo nuevo en otro lugar. Pero, los problemas los acompañan y la plenitud esperada para muchos se convierte en decepción.

 

Ahora ¿En qué consiste la plenitud que da Dios? Y también leemos en Romanos 15:13 El Dios de esperanza os llene de todo gozo…”

¿Por qué el hombre no tiene una alegría que lo sostenga de manera duradera? Porque existe el pecado, que nos la roba. Por eso vivimos en un mundo sin esperanza, en un mundo de confusión.

 

Lucas 2:10 relata que cuando nació Jesús, el ángel dijo: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo…”. 33 años más tarde, la noche antes de su muerte, el Señor Jesús oró una oración llena de esperanza. Leemos en Juan 17:13 que ora por su discípulos: “ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.

No se trata de una alegría cualquiera, emotiva y pasajera, sino de Su gozo.

Ese gozo que ya gozaba antes de que el mundo fuese.

Este gozo perdura incluso en tiempos de crisis. Es para nosotros el gozo anticipado de la gloria eterna, el gozo por el perdón que nuestro Señor consiguió por nosotros.

 

¡Pero hay más en Romanos 15:13!

“El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer…”

Donde hay alegría, hay paz. ¿En qué consiste esta paz? En la certeza de que nuestro Salvador vive y hará que al final todo esté bien. El sufrido Job testificó: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo”.

 

Jesús vive y permanece para siempre. Su obra de redención superará todos los cambios del tiempo y triunfará. Cuando todas las tentaciones hayan llegado a su fin, todos los príncipes demoníacos hayan sido eliminados, todo lo que es rebelión contra Dios tenga que admitir su derrota, y el sufrimiento y el dolor hayan llegado a su fin, entonces Jesús permanecerá en pie y será exaltado por encima de todo. Cuando todo se haya convertido en polvo, el Señor seguirá en pie y Él tendrá la última palabra.

 

Por eso Dios alienta el corazón de Job y alivia su angustia hablándole del águila. “Desde allá arriba mira y acecha a su presa”, le dice en Job 39:29 (dhh). El águila mira muy lejos, y la enseñanza espiritual que tenemos que sacar para nosotros es la de aprender a mirar mucho más lejos, más allá de lo que tenemos delante de nosotros, poniendo los ojos en la meta final.

De esta manera, Job confiesa más tarde: “…ahora mis ojos te ven! 

Vemos cómo Dios llega finalmente con todos a Su meta: con Job, con sus amigos y con su esposa.

 

Un día todos descansaremos de nuestras dudas, temores y sufrimientos y nos daremos cuenta de que el Todopoderoso lo hizo todo bien. Y el Señor nos recibirá en su Reino. En la nueva versión internacional Job lo expresa así:
Y, cuando mi piel haya sido destruida,

todavía veré a Dios con mis propios ojos.

Yo mismo lo veré con mis propios ojos; yo lo veré, no otro.

¡Este anhelo me consume las entrañas!”.

 

Dios nos lo dice a través de Job:

– Nuestro Redentor vive, y Él, el Señor Jesús tendrá la última palabra.

– Sus pies se plantarán en esta tierra, en el polvo de modo que hay esperanza aún para la tierra.

– Veré al Señor con mis propios ojos, porque después de mi muerte, resucitaré y en mi nuevo cuerpo veré al Señor

– Pensar en ese día me llena de anhelo y esperanza.

 

 

Pero Romanos 15:13 parece tener tanto contenido que podemos leer: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer”

para alcanzar ese gozo y esa paz es necesario creer. La fe es el acceso a esa esperanza. La fe visualiza esta esperanza como dice Romanos 5: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”.

 

Y finalmente leamos ahora Romanos 15:13

“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.”

 

Sin Dios no hay esperanza. Pero si Él está en nuestras vidas, somos bendecidos con abundante esperanza. Él nos hace ricos en esperanza.

 

Esta esperanza consiste en tres palabras: “Cristo   en   vosotros”.

Él es nuestra “esperanza de gloria”.

Cristo te lleva a la gloria de Dios, a la gloria eterna e inmutable.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Elija su moneda
UYU Peso uruguayo
La Biblia se defiende a sí misma (3ª parte)
12 abril, 2025
Lo que quedó en la tumba (1ª parte)
19 abril, 2025
La Biblia se defiende a sí misma (3ª parte)
12 abril, 2025
Lo que quedó en la tumba (1ª parte)
19 abril, 2025