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Autor: Norbert Lieth

Existen, entre los creyentes, determinadas preguntas en cuanto al plan de Dios en diversas áreas. En este programa y el próximo, escucharemos cuál es, de acuerdo con la Palabra de Dios, el lugar de Israel, las otras naciones y la Iglesia del Señor.


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PE2998 – Estudio Bíblico
El futuro de Israel, las naciones y la Iglesia (1ª parte)



Hace unos años visité la villa de Wannsee, cerca de Berlín, el lugar en donde Hitler planificó el exterminio del pueblo judío. Allí se pueden ver los documentos originales y las actas de aquella reunión. Gracias a Dios, perdieron la Segunda Guerra Mundial y su imperio pereció. Alemania quedó literalmente devastada. Los oficiales rasos se quitaron la vida, o fueron ejecutados junto a su propaganda de odio. Una vez más se demostró la verdad de la Palabra de Dios, y de Su promesa a Abraham en Génesis 12:3: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré”.

El 14 de mayo de 1948, tres años después del Holocausto y la caída de aquella Alemania, el ex presidente de Israel David Ben Gurión, proclamó oficialmente en Tel Aviv la independencia del Estado judío. En esa ocasión pronunció las siguientes palabras: “Durante dos mil años hemos esperado esta hora. Ahora ha llegado. Cuando el tiempo se cumple, nada puede resistirse a Dios”. Y estaba en lo cierto al decir esto. El Salmo 33 dice: “Jehová hace nulo el consejo de las naciones”,“y frustra las maquinaciones de los pueblos. El consejo de Jehová permanecerá para siempre”.

Examinemos tres pasajes del Nuevo Testamento que revelan con claridad que Israel tiene un futuro preparado por Dios:

En Mateo 23:38 y 39 encontramos una aclamación con un enorme significado.Allí el Señor Jesús les dice a los judíos: “He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.

El Señor Jesús pronunció esta profecía dos días antes de ser arrestado y unos días después del Domingo de Ramos. Según Mateo 21:9, ante la entrada pública de Jesús a Jerusalén el pueblo proclamó: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”. Con esto se cumplía la profecía de Zacarías 9:9: he aquí tu rey vendrá a ti”.

Hay, pues, dos diferentes momentos en que se oye la misma aclamación: una vez en la primera venida de Cristo y otra vez en Su segunda venida. La primera vez se pronunció cuando Jesús entró a Jerusalén cabalgando en un pollino y la gente gritaba:bendito el que viene en el nombre del Señor”. La segunda aclamación se oirá en Su regreso, cuando aparezca montando sobre un caballo blanco y encontramos en Apocalipsis 19:11.

En este contexto me viene a la mente el Salmo 24. Es interesante, que también allí encontramos dos veces la misma afirmación en relación con la venida del Señor.

La primera, en los versos 7 y 8 dice: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla”.

La segunda vez en los versículos 9 y 10, usa casi las mismas palabras: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria”.

¿Qué motivo habría para decir dos veces lo mismo? ¿Podría haber un paralelismo con las dos veces que los judíos aclaman al Mesías diciendo: “bendito el que viene en el nombre del Señor”? Pues la primera vez, Jesús entraba a Jerusalén para pelear la batalla más feroz de todas en el Gólgota y vencer allí a Satanás, al pecado y a la muerte. Él es nuestro “Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla”, como dice el verso 8.

Y en el futuro, tal cual Jesús lo predijo en Mateo 23, los judíos lo aclamarán cuando regrese con poder y gran gloria a Jerusalén, y todos dirán asombrados: “Él es el Rey de la gloria”.

Según la Biblia, habrá un tiempo de exclusión de Israel, sin embargo, claramente será seguido por su readmisión:

En el Concilio de Jerusalén, que encontramos en Hechos capítulo 15, los apóstoles buscaron la voluntad de Dios respecto a los gentiles convertidos. Allí Jacobo dijo algo muy interesante:

“Escuchadme, hermanos. Simón ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien tomar de entre los gentiles un pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: ‘Después de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David que ha caído, y reedificaré sus ruinas, y lo levantaré de nuevo, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles que son llamados por mi nombre, dice el Señor, que hace saber todo esto desde tiempos antiguos”.

En estos versículos encontramos la evidencia de la inserción de la Iglesia, compuesta por creyentes de todas las naciones, en la historia de la salvación.

Lo normal era que Israel estuviese en el primer lugar en el trato de Dios, y recién luego, los gentiles. Según Sus propias palabras, Jesús en Mateo 15:24 se dirigía en primera instancia a las “ovejas perdidas de la casa de Israel”. Sin embargo, aquí en las palabras de Jacobo se puede notar cómo el orden se ha modificado: primero Dios forma un pueblo de entre los gentiles, esto es, la Iglesia de Jesús, para que, “después de esto”, llegue la renovación espiritual de Israel al regresar el Mesías.

Los profetas, al no saber nada de la formación de la Iglesia, no conocían ese “después de esto”, por lo que esta expresión no se encuentra en el pasaje citado de Amós 9:11. Se trata de una revelación neotestamentaria, aunque en el contexto de los acontecimientos concuerda con las predicciones del profeta Amós.

Jacobo con razón pudo decir: “Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito”.

El plan de Dios con Israel no ha sido desechado, sino que se encuentra en pausa durante un tiempo determinado por Dios. Es el tiempo que llamamos la era de la Iglesia. 

En Romanos 11:25 y 26, el apóstol Pablo nos habla de un misterio con respecto al futuro de Israel:“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad”.

¿Cuál era este misterio? Sin duda, no lo era el endurecimiento de Israel, ya anunciado por los profetas y lamentado por el Señor Jesús y el apóstol Pablo. Tampoco era un secreto que un día Israel sería salvo, algo que habían predicho ya los profetas. El misterio tiene que ver con la salvación de un número exacto, conocido por Dios, de entre los gentiles.

Se trata de la pregunta de cuánto tiempo durará el endurecimiento de Israel. ¿Cuándo volverá a ser aceptado por Dios? ¿Qué debe pasar para que se salve? Como respuesta, podemos decir que Dios, en Su omnisciencia, tiene un plan misterioso con el endurecimiento de Israel: el de formar un nuevo pueblo de judíos y gentiles.

La Biblia en Romanos 11:19-20, ilustra esto con un olivo: los judíos incrédulos fueron cortados y los creyentes de las naciones injertados. Cuando los creyentes judíos y gentiles hayan llegado a su plenitud, un número que solo Dios conoce, la era de la Iglesia habrá terminado, y ella será arrebatada al cielo. Y después de esto, Dios se ocupará de la salvación de Israel.

En Romanos 11:28-29, el apóstol Pablo nos confirma el hecho de que Dios retomará Su plan con Israel. Dice allí, hablando de los judíos: “Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”.

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