El llamado a batallar en oración 1/2

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Titulo: “El llamado a batallar en oración” 1/2
  

Autor: NorbertLieth 
Nº: PE1202

Ejemplosbíblicos de los que “batallaron en oración”. Un estudio que nos anima volver al fervor de oración de nuestros primeros días de cristianos.

 


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“Elllamado a batallar en oración” 1/2

Muchos creyentes leen la Biblia y oran fielmente. También durante el día interceden por éste o aquel asunto. Eso es hermoso, porque Dios escucha la oración. Pero batallar en oración puede producir cosas mucho más sorprendentes todavía, y sin embargo no es algo tan practicado.

Un hombre prominente dentro del mundo evangélico dijo: «La cristiandad evangélica no tiene santos a los cuales reza. Pero sí tiene santos que pueden servir de ejemplo en la fe y en la vida». Biografías y testimonios de personas, pastores, y misioneros que siguen fielmente al Señor, dejando huellas llenas de bendición, pueden llegar a ser de ánimo y exhortación para las personas. Pero a mi parecer las biografías bíblicas son las mejores, porque el testimonio del Espíritu Santo sobre las personas allí descritas es absolutamente correcto, verdadero y confiable.

En los testimonios bíblicos, podemos ver lo que Dios es capaz de hacer por medio de las personas que se entregan a Él, que le aman y que están dispuestas a dejarse cambiar. Y también vemos la influencia que algunas personas pueden tener sobre otras, cuando están «selladas» por el Espíritu Santo.

Epafras – un soldado de oración

Observemos por ejemplo la biografía bíblica de Epafras. Se le menciona en tres partes del Nuevo Testamento: 

«… como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros…» (Colosenses 1:7).

«Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente (luchando – VerInt) por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.» (Colosenses 4:12)

«Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús…» (Filemón 23).

Se cree que Epafras fundó la Iglesia de Colosas, ya que Pablo supuestamente nunca estuvo allí (Colosenses 2:1). Pero, parece ser un fruto de su trabajo en Éfeso, donde estuvo ministrando durante tres años (Hechos 19:1).

Epafras es un nombre gentil (derivado del griego «Aphrodite» = Diosa), que significa «lleno de amor». La Biblia resalta una virtud de este hombre, y es la siguiente: «…siempre rogando encarecidamente (luchando – VerInte) por vosotros en sus oraciones…» Parece no haber sido sólo un orador, sino alguien que formaba parte de la batalla en oración. Y esto no lo hacía de vez en cuando, o con mayor o menor intensidad, sino que dice «siempre rogando encarecidamente (luchando – VerInte)…».

Resultados del batallar en oración

Epafras, este hombre antes incrédulo, cuyo nombre deriva de una diosa griega, se convirtió en un orador de primera clase. Gracias a sus oraciones se fundó una iglesia, pero sobre todo hubieron creyentes que fueron guiados y edificados. Acerca de los demás resultados de sus oraciones, Pablo escribe: «…siempre rogando encarecidamente (luchando) por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.»

Una intensa vida de oración, lleva a que las personas que están bajo nuestra responsabilidad (en la iglesia, grupo de jóvenes, o familia) puedan afirmarse, crecer para llegar a la perfección, y reconocer y vivir mejor la voluntad de Dios.

Una vez más, vemos la importancia de una vida de oración, esto sirve más que cualquier otra actividad de la iglesia. Todos los emprendimientos realmente bendecidos de la iglesia, surgen de la fuente de la oración.

¿Nos animamos a estar a la par de esas personas, y a hacer nuestro el testimonio que el Espíritu Santo dio sobre ellos? ¿Somos creyentes que oran fielmente, somos verdaderos guerreros de oración? ¿Hay células de oración en nuestras iglesias, que guían y llevan adelante el ministerio? ¿O tenemos que retirarnos avergonzados y arrepentirnos?

Cierta vez, alguien dijo: «El diablo se ríe de nuestro conocimiento, se burla de nuestro esfuerzo, pero tiembla cuando llevamos una profunda vida de oración».

Otros ejemplos bíblicos de guerreros de oración.

•Si observamos en la Biblia la vida de David, nos damos cuenta que no sólo oraba de vez en cuando. ¡No! También él llegó a ser un guerrero de oración. Muchas veces terminó en situaciones desesperantes, en las que estuvo a punto de resignarse. Una de esas situaciones la encontramos en el Salmo 55. La aflicción interna y externa llevaron a David al borde de una depresión tal, que estuvo a punto de resignarse y salir huyendo: «Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad.» (v. 6-8). Pero entonces pensó en una mejor opción: «En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz.» (v. 16-17)

David emprendió una batalla de oración. Oraba «Tarde y mañana y al mediodía…», y batallaba en oración delante de Dios. Esta experiencia le dio nuevo ánimo, y por eso también se lo aconsejó a otros: «Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.» (v. 22).

En otras palabras: ¡No te resignes, echa tus problemas concientemente sobre el Señor, y Él te socorrerá!

• También Daniel fue un guerrero de oración. Cuando era joven, él y sus amigos fueron amenazados duramente por las tropas de Nabucodonosor, quien en su ira quería asesinar a todos los sabios de Babilonia. ¿Qué hizo Daniel en esa situación? Él oró. Así lo dice la Biblia: «Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.» (Daniel 2:17-18).

Este fervor por la oración se había convertido en algo natural para Daniel. Más adelante, bajo el reinado de los persas, cuando ya era un anciano, aún continuaba batallando en oración con todas sus fuerzas: «Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.» (Daniel 6:10). Un poco después, el rey Darío dio testimonio de él: «El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre» (Daniel 6:16).

Hay un dicho que dice: «Quien se arrodilla ante Dios, puede permanecer de pie frente a los hombres.»

¿Es posible que en nuestros primeros años de cristianos, cuando todavía sentíamos ese primer amor, hayamos orado con mayor intensidad que ahora? ¿Es posible que con el correr de los años ese primer fuego se haya convertido en una pequeña antorcha, de manera que nuestra vida de oración esté funcionando al mínimo? ¿O seguimos orando intensamente, y somos de los que han encontrado en la oración a Dios el máximo poder? ¿Somos creyentes que no han perdido la fe y la confianza en el Dios vivo, sino que antes bien hemos crecido espiritualmente?

• Samuel, desde su juventud hasta sus últimos años, demostró ser un guerrero de oración. Ya al final de su servicio dio testimonio de que iba a permanecer en esa batalla: «Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto» (1 Samuel 12:23). ¡Qué valiosos podrían llegar a ser los hermanos ancianos para la iglesia, si ocuparan su tiempo batallando en oración!

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