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Autor: Esteban Beitze

Vamos a meditar en la maravillosa y bendecida vida del profeta Eliseo. Su antecesor, el profeta Elías, había demostrado todo su celo por la causa del Señor. (…) Dios te quiere utilizar como su siervo. ¿Te dejas llamar?


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PE2904 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (1ª parte)



¿Qué tal, queridos oyentes? Vamos a empezar el estudio de un personaje bíblico que me ha sido de inmensa bendición. Fueron muchas las lecciones que pude aplicar a mi vida y trasmitir también a otros. Vamos a meditar en la maravillosa y bendecida vida del profeta Eliseo.

Su antecesor, el profeta Elías, había demostrado todo su celo por la causa del Señor. Todo el pueblo había reconocido que Jehová era el Dios verdadero. Probablemente pensó que ahora iba a haber un regreso general a los caminos de Dios, empezando por el rey Acab que había estado presente cuando cayó fuego del cielo, y fue testigo de la lluvia que vino por la oración del profeta después de tres años y medio de sequía. Pero, en lugar de ello, la reina Jezabel lo amenaza de muerte por lo cual huye al desierto deseando morir. Fue allí donde tiene un reencuentro con el Señor el cual le fortalece, anima y luego le indica los próximos pasos a seguir. Entre éstos, se encontraba el ungimiento de un colaborador para acompañarlo en la última parte de su ministerio y que fuera la continuidad del mismo.

Dice en 1 Reyes 19:15,16,19-21: “Y le dijo Jehová: Vé, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria. A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar…

Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Vé, vuelve; ¿qué te he hecho yo? Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía”.

En este corto pasaje tenemos uno de los llamados al servicio a tiempo completo más impactantes de las Escrituras. De él podemos aprender muchísimo también para nosotros hoy. Allí vemos un llamado al servicio.

1. EL LLAMADO AL SERVICIO

A. El autor del llamado

El versículo 15 empieza diciendo: “Y le dijo Jehová”. El que llama a los siervos para el servicio no es otro que Dios. Él nos quiere ver involucrados en Su obra. ¿Es que necesitaría ayuda? La verdad que no, porque Él lo puede todo. Pero, a pesar de ello, nos da el inmenso privilegio que seamos sus colaboradores (1Co.3:9). Él nos quiere usar para que seamos instrumentos para Su gloria. El ministerio no es algo que nosotros hacemos por Dios, sino algo que Él hace primero en nosotros y luego por medio de nosotros. Como dice Filipenses 2:13, “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.  Por lo tanto, también el llamado para la obra proviene de Dios como dice el apóstol Pablo: “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1Ts.5:24).

Quizás digas que no te encuentras sirviendo porque no tuviste un llamado para ello. Pero la Palabra de Dios señala que todos tenemos un llamado general para servir. Pablo, en 1 Tesalonicenses 1:9b,10a, resume el propósito de todos los creyentes en dos actitudes “os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo…”. ¡El creyente que no sirve, no sirve!

Una vez, después de haber hablado sobre este tema en una conferencia de jóvenes, uno de ellos se me acercó al día siguiente diciendo que no había podido dormir porque se daba cuenta que no estaba cumpliendo con el propósito de Dios para su vida al respecto. Entonces le dije que leyera otro pasaje más para no dormir tampoco la noche siguiente. Leemos en Hebreos 9:14: “¿cuánto más la sangre de Cristo, … limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”. O sea, aparte de la salvación y perdón de los pecados, la sangre de Cristo también fue derramada para que sirvamos a Dios. El precio más alto fue pagado para que nos convirtamos en siervos de Dios. De Efesios 2:10 aprendemos: “…que somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

Por lo tanto, mucho antes de nuestra salvación, de hecho, desde nuestra creación, Dios tenía en mente una lista de obras que quería hacer en y por medio de nosotros.

Estos pasajes demuestran que todo creyente tiene la responsabilidad de servir. A su vez, cada creyente es un miembro en el cuerpo de la iglesia, donde debe aplicar los dones espirituales para edificar el cuerpo de Cristo de acuerdo con el lugar donde Dios lo dispuso (1Co.12:27; 14:12). El que no lo hace, limita y frena el cuerpo de Cristo, causándole deshonra. Esto es muy serio.

Todos son llamados para servir al Señor, pero para algunos, existe todavía un llamado especial para servir en determinada área, o incluso, dedicarse a tiempo completo a la obra. Esto no significa que sean mejores que otros, al contrario, Dios se hace más grande en los que no son nada. Este fue el caso de Eliseo.

B. El instrumento del llamado

Pero para ejecutar este llamado, Dios muchas veces utiliza un canal para transmitirlo. En el versículo 19 leemos: “Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto”. Algunas veces Dios llama en forma directa, pero creo que, en la mayoría de los casos, son hermanos que nos proponen la colaboración en una tarea o servicio. Ellos son utilizados como instrumentos de Dios para señalarnos el lugar donde nos quiere. En mi caso personal, con excepción del llamado a servirle a tiempo completo, todas las áreas de servicio que he ocupado u ocupo, nunca las busqué, sino que Dios utilizó hermanos para llevarme a realizarlas.

En la Biblia también tenemos algunos ejemplos de ello:  

  • Como estamos viendo, a Eliseo Dios lo llamó por medio de Elías.
  • A David Dios lo llamó para su primera experiencia en el palacio, por medio de Saúl. Y luego, su llamado a Rey fue por Samuel.
  • A Pedro lo llamó su hermano Andrés, y si vamos al caso, todos los discípulos fueron llamados por el Señor, mientras estaba aquí en la tierra.
  • A Pablo Dios le indicó que es lo que tenía que hacer por medio de Ananías. Y más tarde, fue Bernabé el que lo buscó en Tarsis y lo introdujo al ministerio en la iglesia de Antioquía. Más tarde fue Pablo el canal usado por el Señor para que muchos más sirvieran al Señor.

Teniendo en vista esto, si un hermano se acerca y te pide por tu colaboración, podría ser que el Señor lo está utilizando para que te involucres en Su obra. No le digas que no de entrada, sino pídele un tiempo para analizarlo en oración para recibir la confirmación final por el Señor, generalmente por medio de la Palabra. Pero ten presente que quizás Él te está llamado por intermedio de esta persona. Alguien te está “tirando el manto” encima. ¿Será así? ¿Te dejas involucrar en la obra del Señor? Él te quiere utilizar como su siervo. ¿Te dejas llamar?

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