El llamado de Eliseo (34ª parte)
4 junio, 2023El llamado de Eliseo (36ª parte)
4 junio, 2023Autor: Esteban Beitze
¿Has experimentado ya la mano poderosa del Señor en el pasado? ¡Qué bueno y qué necesario es poder volver a recordar lo que el Señor ha hecho! En algún momento servirá para fortalecernos y animarnos a tener la fe en el Dios que no cambia. Otras veces, servirá para acordarnos de lecciones que aprendimos o debemos aprender y quizás otras que hemos descuidado.
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PE2938 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (35ª parte)
Estamos estudiando la historia del potaje envenenado que encontramos en 2ª Reyes 4:38 “Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas. Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era. Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer. El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla”.
En este pasaje ya habíamos visto acerca de la gran necesidad de comida. La gran necesidad se convirtió en una gran calamidad cuando sin querer uno de estos hombres cocinó unas plantas venenosas. Pero nuestra historia sigue con una gran sanidad.
UNA GRAN SANIDAD
1) El lugar de Dios
Empezaremos analizando el lugar de la sanidad
Al principio del pasaje leíamos que “Eliseo volvió a Gilgal”. Recordamos que fue en Gilgal que empezó la historia del arrebatamiento de Elías (2R.2:1-11). Desde allí se habían ido a Bet-El, a Jericó y luego al Jordán. Y en cada lugar le anticipaban a Eliseo que su maestro iba a ser arrebatado.
Pero Gilgal también nos es conocido por otros eventos que se dieron allí:
– Frente a este lugar, se dio cruce en seco del río Jordán por parte de todo el pueblo, siendo así, el primer lugar que ocuparon en la tierra prometida (Jos.4:19,20). Allí levantaron un monumento de piedras recordando este hecho tan trascendente y que sería un recordatorio para las generaciones futuras (4:5-9).
– Fue allí donde todos los varones del pueblo fueron circuncidados, lo que era la señal de pertenencia y pacto con Dios. Pero era algo que habían descuidado en el tiempo en el desierto, en el tiempo de su rebelión y castigo (5:9). De hecho, este lugar recibió su nombre de parte de Josué en el momento que circuncidaron a los varones. Gilgal significa “rodar”, porque su oprobio había sido quitado, recordando el momento que habían sido liberados de Egipto y que la primera generación había sido circuncidada.
– Fue también allí que volvieron a celebrar la Pascua, que también habían quedado en desuso en el tiempo de castigo del pueblo en el desierto (Jos.5:10).
– Desde su llegada a este lugar, dejó de darse la provisión diaria de Maná que habían gozado por 40 años en el desierto. Es que ya podían plantar y cosechar el grano necesario para su mantenimiento.
– Este lugar se convirtió en el punto de partida y campamento constante durante toda la conquista de la tierra prometida, empezando con la ciudad de Jericó que quedaba a unos 3 km de distancia.
– En el tiempo de los jueces, el ángel de Dios subió de Gilgal a Boquim para juzgar a la olvidadiza Israel (Jue. 2:1).
– El profeta Samuel solía visitar Gilgal en sus giras (1S.7:16); allí se confirmó la investidura real de Saúl después del conflicto con los amonitas, ocasión en la que se ofreció sacrificios con alegría (1S.11:14–15; compárese 10:8). Pero después Saúl ofreció un sacrificio precipitado (1S.13.8–14), y fue en Gilgal donde Samuel y Saúl se separaron definitivamente a causa de la desobediencia de este último en la guerra contra los amalecitas (1S.15:12–35).
– Fue también en Gilgal que los habitantes de Judea dieran la bienvenida a David después de la fallida revuelta de Absalón (2S.19:15,40).
Por lo que vemos, Gilgal era un lugar muy trascendente, marcado por eventos espirituales positivos y negativos, de serias o gozosas enseñanzas. Pero también era un lugar que recordarían siempre por el impresionante obrar de Dios. Justamente el levantar los monumentos de 12 piedras tenía como objetivo, que las generaciones venideras recordaran el obrar maravilloso de Dios con su pueblo, y que sirviera de aliento para lo que ellos tuvieran que experimentar.
Por lo tanto, esto también podría ser una lección para nosotros. Allí donde nos encontramos, ¿no hemos experimentado ya la mano poderosa del Señor en el pasado? ¡Qué bueno y qué necesario es poder volver a recordar lo que el Señor ha hecho en el pasado! En algún momento servirá para fortalecernos y animarnos a tener la fe en el Dios que no cambia. Otras veces, servirá para acordarnos de lecciones que aprendimos o debemos aprender y quizás otras que hemos descuidado.
Si Dios nos ha puesto en un lugar y nos ha provisto lo necesario en el pasado, no va a empezar a fallar ahora. Él es el mismo, hoy ayer y siempre. Tres veces encontramos en la Biblia la pregunta retórica de Dios, que si Su mano se hubiera acortado para poder salvar (Nm.11:23; Is.50:2; 59:1). Y sobran afirmaciones similares a esta. El Dios de Gilgal del pasado también lo es del presente. ¿Estamos en el lugar de Dios?
2) El varón de Dios
No sólo encontramos el lugar de Dios sino también al “varón de Dios”. Cuando se dieron cuenta del peligro del guiso clamaron al “Varón de Dios”. Acudieron a aquél que contaba con la plenitud de Espíritu. Buscaron ayuda en aquél que estaba en plena sintonía con Dios.
Si pensamos en nuestros problemas, nuestros peligros, nuestros caminos sin salida, ¿adónde nos conviene ir? ¿A quién clamamos por ayuda? ¡Cuántas veces buscamos en cisternas rotas que no retienen agua, la ayuda que encontraríamos si acudimos a la fuente de agua viva que es nuestro Señor! ¡Cuántas veces hemos puesto nuestro brazo, nuestra inteligencia, o incluso la ayuda de personas antes de la que Dios nos estaba dispuesto a dar!
¿Quién es el “varón de Dios” por excelencia? ¡Obviamente, nuestro Señor Jesucristo! Creo muy apropiada la letra de una canción:
“¿A quién iré en necesidad?
¿A quién iré en busca de paz?
¿Y quién podrá mi vida saciar de verdad?
¿Quién más tendrá de mi compasión?
¿Y entenderá mi corazón?
¿Quién cambiará mi eternidad? sino Tú, Jesús
Cristo, ¿a dónde más podría ir?
Cristo, ¿que otro lugar puede existir?
Solo Tú tienes palabra de amor
Camino al Padre y Verdad eres Tú
Cristo, ¿a dónde más podría ir? …”
Por lo tanto, ¡acude al varón de dolores, experimentado en quebranto; acude a aquél que fue probado en todo a nuestra semejanza; clama al que nos invita a acercarnos confiadamente y para experimentar el oportuno socorro! Y no te desanimes si la solución no llega inmediatamente. Hay algo que es absolutamente seguro, ¡Él nunca llega tarde! De hecho, prometió estar con nosotros. Eliseo llegó a Gilgal cuando estos hombres más lo necesitaban. Jesús prometió estar con nosotros cada día. ¡Él ya se encuentra al lado nuestro! No siempre responde cuando y como queremos, pero nunca nos dejará solos, y sus planes y propósitos son perfectos. Estos días de prueba que pasamos con mi familia, me llegó el pasaje del Salmo 56:9b: “…Esto sé, que Dios está por mí”. ¡Sigamos confiando en ello!
3) La solución de Dios
Frente a esta calamidad, Eliseo actúa inmediatamente. Manda echar harina en la olla, y la comida con peligro mortal, se convirtió en el alimento necesario.
¡Qué Señor tan grande tenemos! La muerte la convierte en vida, la angustia en gozo, el miedo en paz. ¡Confiemos más en Él, esperemos más de Él! ¡Hagamos como estos hombres y clamemos al “varón de Dios”! ¡En el momento oportuno veremos su intervención!
4) El contentamiento en Dios
Me gustaría añadir un pequeño detalle. El guiso siguió siendo un guiso de verdura, la comida más sencilla y económica que podía conseguir, pero tenían comida.
Si el gran profeta Eliseo, por el cual Dios hizo tantos milagros, muchas veces le tocó conformarse con lo más sencillo, ¿por qué nosotros tantas veces somos desagradecidos con lo que tenemos? No necesitamos tenerlo todo. No necesitamos poder salir a comer. No necesitamos los productos de primeras marcas. Obviamente, no está mal salir ni tener, pero si lo tenemos, seamos agradecidos y no descuidemos a los que no lo tienen. Y si Dios nos dio lo necesario, ¡conformémonos!
Una de las grandes virtudes resaltadas por la Palabra, pero muchas veces descuidada por muchos creyentes es el contentamiento (1Ti.6:6-10). El bienestar rápidamente se puede convertir en lazo y tropiezo para nuestra vida espiritual. Muchas veces nos angustiamos y desesperamos por cuestiones superfluas. La virtud de la gratitud debería estar más presente en nuestras vidas.
Por lo tanto, antes de quejarnos por lo que no tenemos, demos gracias por todo lo que sí tenemos y alabemos al Dador de toda buena dádiva (Stg.1:17).